La incompetencia de Trump ante Putin
Han concluido hace mucho tiempo aquellas 24 horas de plazo que se fijó Trump para consumar el milagro, y el único gesto positivo de la diplomacia americana ha sido la infausta cumbre de Alaska.

La Federación Rusa, en su estado actual tras la descomposición de la Unión Soviética en tiempos de Gorbachov, es en realidad un gigante con pies de barro. Estructura el país más extenso del mundo, con más de 17 millones de kilómetros cuadrados, la novena parte de la tierra firme del planeta y el triple que los Estados Unidos, pero solo tiene 145 millones de habitantes, el triple que España pero menos de la mitad que los Estados Unidos y la décima parte que China,
En términos económicos, Rusia es un enano empobrecido. Su PIB anual en 2024 fue de 1,99 billones (europeos, millones de millones) de euros, no muy alejado de España (1,59 billones) pero de dimensión ridícula frente a los Estados Unidos (26,97 billones) e incluso frente a China (12,30 billones). La riqueza de Rusia es, 13,5 veces menor que la de Estados Unidos y la sexta parte de la de China.
Y si hacemos referencia a los indicadores relativos, las comparaciones son todavía más llamativas: el PIB per capita ruso (2024) es de apenas 13.673€ , en tanto el de España es dos veces y media superior, de 32,590 €; el de los Estados Unidos es seis veces mayor, de 79.305 €. Y el de Alemania, la primera potencia europea, cuatro veces más alto, 50.830 €.
En lo único que Rusia sobresale es en territorio, y difícilmente puede considerarse este parámetro como indicador de alguna ventaja estratégica. Rusia es hoy un país en gran parte fallido, incapaz en toda su historia de engendrar un sistema político decente y moderno —pasó del feudalismo al totalitarismo comunista y de este a un régimen autoritario y corrupto de mercado—, cuyo astuto dictador se ha convencido de que, para conservar indefinidamente la confianza de subsistencia de sus súbitos tiene que explotar la veta nacionalista, que siempre ha funcionado como aglutinante. El objetivo de reinstaurar «la gran Rusia» es el engrudo actual que mantiene en vida un régimen decadente y cruel, que no ha logrado ni una sombra de prestigio internacional, que ha quedad completamente rezagado en tecnología y que no ve el modo de levantar cabeza. Porque China, que ha hecho un magnífico trabajo constructivo en las últimas décadas, está saliendo del agujero, camino de la hegemonía mundial, y no necesita el lastre ruso como lanzadera para seguir su camino. Infortunadamente para Putin, su único apoyo posible es el que le presta Corea del Norte, una ínfima reminiscencia revolucionaria y corrompida de otra época.
Pues bien: Putin, consciente del desorden europeo y de la mala calidad del pegamento que mantiene cohesionada la Unión —cuyos ciudadanos hemos ido del fracaso del referéndum para una Constitución Europea a la mutilación que ha representado el Brexit— decidió que Ucrania era el objetivo adecuado para catalizar las ansias nacionalistas de los rusos. El autócrata empezó la operación de conquista en 2014, cuando se apropió de Crimea (un regalo de Kruschov a Kiev en los cincuenta) sin reacción alguna de Occidente, para pasar después a disputar a Ucrania su oriente rusófono.
El paso era muy delicado ya que, evidentemente, Rusia ya no es lo que era, y aunque conserva su potencia nuclear, su capacidad militar convencional no resistiría un embate occidental, si Occidente decidiera aplicarlo. Además, la agresión a una nación pacifica como Ucrania, considerablemente occidentalizada, convertía al agresor en un verdadero paria en las instituciones internacionales, en el mundo de la globalización. Las sanciones de Occidente, tímidas porque están también en juego intereses europeos y americanos, limitan la capacidad de desarrollo económico de Moscú y son insostenibles a largo plazo.
Pues bien: la agresión de Putin, todavía con Biden en la Casa Blanca, fue contenida a duras penas por Occidente, que ha aplicado la contención necesaria para garantizar que el país agredido no se derrumbase. Se han aplicado sanciones que estrangulan a Moscú pero que en muchos casos están siendo vulneradas. Trump dijo durante la última campaña electoral que resolvería el problema ucraniano en 24 horas, y poco después emprendía una absurda campaña de desgaste contra la OTAN, que hoy sobrevive con dificultades en medio de un mar de desconfianza. La mayoría de sus miembros —y España entre ellos, por supuesto— no están dispuestos a sacrificar el gasto social a un rearme inconcreto que no acaba de entenderse.
Han concluido hace mucho tiempo aquellas 24 horas de plazo que se fijó Trump para consumar el milagro, y el único gesto positivo de la diplomacia americana ha sido la infausta cumbre de Alaska, que, aunque Trump no se haya dado cuenta completamente, ha sido un éxito objetivo de la diplomacia rusa. Putin, un apestado que no podía salir de su país, ha sido internacionalmente rehabilitado en la alfombra roja que acoge a los más ilustres huéspedes norteamericanos. La reunión bilateral, solemne y vistosa, ha otorgado a la depauperada Rusia el estatus de gran potencia, equiparable a los Estados Unidos, como si la URSS fuera todavía la gran aventura colectivista de la mitad del mundo. Las sanciones económicas a Moscú ya son también cosa del pasado, y los ucranianos, que ni siquiera han sido invitados a la fiesta, ya pueden prepararse para lo peor. No hay un solo signo en el cielo que les favorezca.
En definitiva, Trump se ha rendido ante la picaresca Putin. Ha hecho todas las concesiones y su enemigo ni siquiera ha aceptado brindarle un tímido y breve alto el fuego para cubrir las apariencias. Washington ha cargado con toda la responsabilidad en este asunto, ya que con su arrogancia inaudita ha prescindido por completo de Europa en sus fracasadas negociaciones con Moscú. En definitiva, el inútil Trump se ha dejado engañar como un aprendiz cualquiera por el experimentado Putin.
Los norteamericanos se han cubierto de gloria al devolver a ese patán arrogante y necio a la Casa Banca. Ahora solo falta que cambien la Constitución para concederle un tercer mandato.
