El noble arte de hacer el imbécil (Brasil)

El noble arte de hacer el imbécil (Brasil)

La verdad es que Brasil no tiene nada que ver con el estereotipo fiestero que nos han vendido. Si bien es cierto que en carnaval aquello es la viva estampa de Sodoma y Gomorra, el resto del año sus habitantes son gente super super tranquila. Así pues decidimos pasar unos días con sus noches en las paradisíacas playas de Paraty.

Como te iba diciendo... Las pasadas navidades escuché a una dulce niña decirle a su abuela: "Abuelita, le he pedido a los reyes magos un iPad nuevo para poder hacer mejor las labores del colegio". Ante semejante demostración de prematura madurez, el rostro de la señora se iluminó de felicidad y de sus arrugados labios brotó una enorme y orgullosa sonrisa.

Pero incluso un mono titi ciego de éter sabe que detrás de la cara angelical de aquella niña se esconde en realidad la mismísima hija de Satanás pensando: "Mira vieja, en cuanto me compres el puto iPad voy a enganchar el Angry Birds y va a tener que venir la Guardia Civil con un cortafríos para arrancármelo de las manos".

Pues bien, esa misma cara de "me lo dices o me lo cuentas" es la que se le quedó a la gente de El Intermedio cuando les dijimos que nuestro próximo destino de trabajo era Brasil.

Y no es de extrañar, ya que lo primero que te viene a la cabeza cuando piensas en el país de Ronaldinho no es precisamente la 1ª persona del singular del verbo currar, ni la segunda, ni la tercera... Sino más bien un sinfín de sinónimos de libertinaje tales como carnaval, samba, mulatas, tangas y ríos de caipirinha.

Así que para demostrar nuestras nobles intenciones, lo primero que hicimos al llegar a Rio de Janeiro fue poner un poco de orden:

Tonterías a un lado, la verdad es que Brasil no tiene nada que ver con el estereotipo fiestero que nos han vendido. Si bien es cierto que en carnaval aquello es la viva estampa de Sodoma y Gomorra, el resto del año sus habitantes son gente super super tranquila e incluso me atrevería a decir que tirando a sosa... Aunque bueno, también hay que tener en cuenta que nosotros venimos de España, un lugar donde tu primer recuerdo de infancia es la imagen de tu tío borracho, sin camiseta, bailando La chatunga en tu comunión, algo que pone el listón del jolgorio bastante alto.

Así pues, viendo que lo que realmente mola en Brasil es entregarse en cuerpo y alma a la práctica del slow down, decidimos pasar unos días con sus noches en las paradisíacas playas de Paraty, donde conocimos a un auténtico pirata del Caribe.

Y tras un interminable y agotador mes en chanclas, pero con la satisfacción del trabajo bien hecho, regresamos a nuestra querida España, pusimos una lavadora, nos apretamos un bocata de jamón y cuando nos dimos cuenta estábamos rumbo a Marruecos.

Pero eso te lo contaré otro día.