El verano caliente de Donald Trump

El verano caliente de Donald Trump

Desde el día uno, el de la inmigración ha sido su único tema. Ante el horror de gran parte de los medios de comunicación y de la sociedad, Trump, sin embargo, mantiene el liderazgo en las encuestas. Su equipo de comunicación consigue ser noticia todos los días, y además, coloca a sus contrincantes en la situación de tener que responder. Tiene la iniciativa del debate.

REUTERS

Las primeras elecciones primarias efectivas dentro del partido republicano no serán hasta el mes de febrero del 2016, pero no lo parece. Donald Trump, el magnate neoyorquino que estudió en la prestigiosa universidad de Wharton, una de las más elitistas del planeta, se ha encargado de que cada día sea un día de primarias.

Desde el primer momento, aquel en el que presentó su campaña en el fastuoso edificio de la Quinta Avenida, buque insignia de su imperio constructor, rodeado de la familia, amigos y actores contratados, Trump no deja títere con cabeza. Especialmente si el títere es un hispano, un inmigrante sin papeles o una mujer.

Su única propuesta hasta ahora, y que le ha colocado sorprendentemente en cabeza de las encuestas para liderar a los republicanos, es la construcción de una supuesta valla entre Estados Unidos y México. Seis mil kilómetros de frontera que Trump propone cerrar "como si se tratara de la Muralla China" para evitar la entrada de inmigrantes, y que pagará, según él, el Gobierno de México. Además, pretende deportar a unos once millones de hispanos sin papeles a sus países de origen.

No hay politólogo ni comentarista serio en Estados Unidos que no entienda, comprenda y busque una solución a la inmigración irregular en Estados Unidos. Las cifras oficiales establecen en once millones las personas trabajando en Estados Unidos sin los papeles adecuados. Las extraoficiales incrementan la cifra hasta los quince millones de personas.

Sea como fuere, gracias a la legislación estadounidense, los datos migratorios y los datos fiscales no se pueden cruzar en la Administración de Estados Unidos, con lo que las personas sin papeles para residir legalmente en la primera potencia del mundo pueden trabajar, pagar impuestos y contribuir a la comunidad. Esta medida es lo que hace aún más grande a estos millones de hombres y mujeres que en su desesperación por buscar y obtener un futuro mejor apuestan por Estados Unidos, y por conseguir los deseados papeles mientras trabajan de sol a sol y pagan sus impuestos.

La ultima gran regularizacion en Estados Unidos la hizo Ronald Reagan, quien comprendió rápidamente que no puedes tener integrados en tu sociedad a millones de personas trabajando honradamente sin tener un papel que les permita, además, sentirse residentes legales, y poder entrar y salir del país sin trabas.

Pero Trump ha decidido que necesitaba un tema delicado para lanzar su campaña, y desde el día uno, el de la inmigración ha sido el único tema. Ante el horror de gran parte de los medios de comunicación y de la sociedad, Trump, sin embargo, mantiene el liderazgo en las encuestas. Su equipo de comunicación consigue ser noticia todos los días, y además, coloca a sus contrincantes en la situación de tener que responder. Tiene la iniciativa del debate.

Ante el horror de gran parte de los medios de comunicación y de la sociedad, Trump, sin embargo, mantiene el liderazgo en las encuestas.

Alguien me comentaba que Donald Trump es un "Jesús Gil elaborado", por poner una comparación de nuestra propia cosecha. Donald Trump es mucho más. Dice abiertamente que compra favores de los políticos. Explicó en el primer debate republicano que "los Clinton fueron mi boda, porque yo dono mucho dinero a la fundación de mi amigo Bill". Es más, dos días antes de presentarse, habló por teléfono con Bill Clinton, en teoría para contarle sus planes. Hillary sencillamente ha manifestado que "ella hubiera ido a la boda de Trump con o sin dinero".

El ejemplo de los Clinton es, a juicio de los expertos en Estados Unidos, la "punta del iceberg" que Trump tiene preparada en esta cruzada por "devolver Estados Unidos a sus orígenes". La inmigración, la religión, el aborto son los temas estrellas para unos republicanos -menos Carly Fiorina- que parecen vivir más en el siglo pasado que de cara al futuro.

Y ahí estamos asistiendo al verano caliente de este excéntrico multimillonario que se permite insultos a periodistas -a la pobre Kelly Megan de la FoxNews la tiene frita-, sin que nadie sea capaz de ponerle freno. Lo primero que sorprende es la cierta complacencia de algunos medios con Trump. Quizá piensan que así le hacen la campaña a Hillary Clinton (cuando la ex primera dama se enfrenta a sus propios problemas con sus servidores de mails y, sobre todo, con la más que probable llegada de Biden a la carrera presidencial). Y la segunda cuestión que sorprende es la falta de arrojo del resto de candidatos republicanos, anclados en una especie de miedo escénico que les tiene paralizados.

Diecisiete son los aspirantes republicanos a la Casa Blanca, porque existe en Estados Unidos una clara sensación de que la próxima legislatura será Republicana. Sin embargo, cada vez está más claro que si no son capaces de tener y compartir con la sociedad una agenda propia que no sea responder cada día al exabrupto de Trump, los demócratas podrán lograr lo que nadie -ni siquiera la MSMBC- les otorgaba hace tres meses: una mínima chance de ganar y mantener a los Demócratas en la Casa Blanca tras la era Obama.

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Pilar García de la Granja es periodista, especializada en economía y finanzas. Licenciada en Ciencias de la Información por el CEES- Universidad Complutense de Madrid. En España ha desarrollado su carrera en Expansión TV, Onda Cero y el grupo Intereconomia y columnista en medios especializados como ElEconomista. Actualmente es corresponsal de Tele5 en Estados Unidos y colaboradora de El Programa de Ana Rosa en T5 y cofundadora de la plataforma especializada TheLuxonomist. Es autora de “¡Me equivoqué!” (Planeta) y “En qué jardín nos han metido: ideas prácticas para salir de la crisis” (Ed. Homo Legens).