Un estudio desvela que la Tierra podría ser un juego de muñecas rusas

Un estudio desvela que la Tierra podría ser un juego de muñecas rusas 

Se trata de un nuevo paso en la comprensión de nuestro planeta.

Recreación del pequeño núcleo interno del núcleo de la TierraDREW WHITEHOUSE /SON PHẠM / HRVOJE TKALČIC

Mientras los científicos de la NASA tratan de desvelar todos los misterios que entraña el Universo aquí, en la Tierra, otro investigadores tratan de dar respuesta a alguna de las preguntas sobre nuestro planeta que todavía no se han resuelto. Como, por ejemplo, de qué está compuesto el núcleo terrestre.

En pleno debate sobre si se ha detenido el movimiento del núcleo terrestre o si ha cambiado de dirección, un nuevo estudio elaborado por la Universidad Nacional de Australia aporta datos que sugieren que el núcleo de La Tierra es una muñeca rusa atrapada dentro de una gran matrioska.  

Así, el estudio vendría a confirmar una serie de evidencias científicas conocidas hasta ahora y concluye que, dentro del núcleo de la Tierra, se encuentra otro núcleo más pequeño: una bola de hierro con un radio de unos 650 kilómetros. Estos nuevos datos, publicados en la revista Nature Communications, que pueden mejorar la comprensión de la formación y evolución del planeta.

La Tierra está formada por diferentes capas, como una muñeca matrioska, y en el centro, a 5.000 kilómetros de profundidad, hay un esfera casi toda de hierro que forma su núcleo interno con un radio de unos 1.220 kilómetros.

La presencia de otro núcleo menor, una nueva capa aún más interna, es una hipótesis que ha sido objeto de debate y el nuevo estudio viene a aportar más evidencias.

Sondear el interior más profundo de la Tierra es un reto y el equipo australiano usó una técnica basada en la medición de los rebotes de las ondas sísmicas creadas por terremotos en todo el mundo a medida que viajan por el interior del planeta.

El investigador del Instituto español de Geociencias (IGEO) del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), Maurizio Mattesini, en declaraciones recogidas por la agencia EFE, apunta que este nuevo pequeño núcleo dentro del núcleo interno, del que se sabía muy poco, sería “la última pieza de la matrioska”.

Los científicos Thanh-SonPham y Hvoje Tkalcic usan una técnica "bastante innovadora" para obtener nuevos datos sobre ese pequeño núcleo aún más interno, como que su radio es de 650 kilómetros, y han logrado "evidencias más claras" de cómo se comporta esta esfera dentro de la otra más grande que es el núcleo interno, agrega.

El estudio describe que el comportamiento del pequeño núcleo ante la propagación de las ondas sísmicas es ligeramente diferente al que se produce en lo que conocemos como núcleo interno. En este nuevo núcleo, las ondas que van paralelas al eje de rotación de la Tierra van más rápido, pero si se desplazan en un plano de 50 grados bajan de velocidad.

Este comportamiento -explica Mattesini- no es el mismo en la parte más exterior del núcleo sólido. Se mantiene eje de alta velocidad paralelo al eje de rotación terrestre, pero el eje de baja velocidad se produce exactamente en plano ecuatorial, que son 90 grados.

Así la llamada “misotropía sísmica, que es un característica peculiar del núcleo interno, se ha visto que cambia, según si miramos el comportamiento del nuevo o del más antiguo”, agrega el científico.

De ahí las hipótesis de que ha habido una evolución del material distinta con los años, agrega. "La parte interior es un material más consolidado, que tiene una respuesta distinta a las ondas sísmicas respecto a la parte más exterior”, la cual “está aún afectada por el fenómeno de convección, el material se está moviendo y mezclando”.

En cuanto a la composición química del pequeño núcleo, se cree que es parecida a la del más grande, básicamente hierro, pero no se sabe si cúbico o hexagonal, lo que constituye un detalle importante. “Con este nuevo artículo parece que se conoce algo más pero la disputa sigue abierta”.

Mattessi, también catedrático de Física de la Tierra de la Universidad Complutense de Madrid, señala que saber exactamente qué hay en el centro de la Tierra, su composición, estructura y cómo se comporta, permite estudiar como será su evolución.