Con el Gobierno instalado prácticamente en una crisis permanente e incapaz de controlar la agenda política y mediática -audios, filtraciones, decisiones judiciales, el caso de Extremadura… incluso una dimisión en el ministerio del Interior-, Feijóo ha decidido poner al Partido Popular claramente en modo electoral.

Esta semana, imagen simbólica, presentación de avales para ser reelegido presidente. Feijóo presentó un decálogo que bien parecía un programa electoral.

Llamativo el discurso muy duro en materia de migración. El que venga a trabajar bien, el que no fuera… dicen en Génova. Tratan así de contrarrestar el ascenso electoral de Vox.

Y también el mensaje económico. Agresiva bajada de impuestos, promete Feijóo, que quiere así recuperar una bandera que hace ya tiempo que le ha quitado el PSOE.

Y todo con un compromiso, que no ha pasado desapercibido de puertas para dentro: el de tener autonomía en la toma de decisiones. “No me dejaré llevar por lo que digan opinadores externos”, ha trasladado a los suyos.

Cree que tiene la fuerza política, en clave interna , también de cara a negociaciones con Vox o Junts, PARA PODER CUMPLIR SUS COMPROMISOS.

Pero para eso tienen que llegar primero las urnas. En el Gobierno, repiten: “Se le va a hacer muy largo”.