María Guardiola y el eterno dilema: la dependencia de Vox vuelve a definir el futuro de Extremadura
La candidata del Partido Popular ha vuelto a ganar las elecciones autonómicas después de que no lograra sacar adelante los presupuestos con la formación de extrema derecha. Sin embargo, el Día de la Marmota se ha vuelto a repetir y ahora Vox ha conseguido su mejor resultado.

Ya lo advertía el presidente del Partido Popular antes de los comicios de este domingo en Extremadura. "Espero que nadie bloquee votando con la izquierda", decía desde Badajoz durante la campaña electoral. Con ello reconocía que la ansiada mayoría absoluta de María Guardiola sería prácticamente imposible. Después de que la candidata de los populares no lograra sacar adelante los presupuestos, el resultado de estas elecciones vuelve a colocarla en el Día de la Marmota. En otras palabras, seguirá necesitando el apoyo de Vox que consigue su mejor resultado para poder sacar adelante su investidura y todas las propuestas que quiera plantear al pueblo extremeño.
Fuentes del Partido Popular han asegurado a El HuffPost que este resultado ha sido "una mala gestión de las expectativas" y anuncian una Junta Directiva Nacional después de esta victoria agridulce. Además, resaltan la preocupación con los datos que ha obtenido Vox. "Bueno, el batacazo es de Sánchez… Mientras esté Vox este tan alto nadie podrá sacar mayoría absoluta…", han dicho.
María Guardiola (Cáceres, 1978) lleva toda una vida dedicada a Extremadura. Pese a que su sueño inicial era llegar a ser Teresa de Calcuta, su camino decidió tomar diferentes desvíos. En 2018 se licenció en Administración y Dirección de Empresas y, tras ello, pasó por las consejerías autonómicas de Economía y Hacienda o la de Ciencia y Tecnología hasta terminar de concejala en el Ayuntamiento de Cáceres, que serviría de trampolín para entrar como diputada en la Asamblea de Extremadura.
Después de erigirse como la única candidata de los populares, los años de Guardiola dentro de los muros que ostentan el poder autonómico no han sido sencillos. Llegó a la presidencia de la Junta de Extremadura en 2023 y desde entonces, su tarea de alquimista para poder sacar adelante sus objetivos ha sido una constante encrucijada. Durante la negociación con el partido que lidera Santiago Abascal, ella misma llegó a afirmar que no les daría espacio dentro del Ejecutivo. Pese a ello, la realidad se tornó de una forma bien distinta.
Una vez dentro la formación de extrema derecha, las discrepancias afloraban con el paso de los meses, dando pie a disputas y encontronazos que erosionaban la estabilidad del Gobierno. La gota que colmó el vaso fue el asunto de la acogida de menores, donde Vox delimitó de forma impepinable sus líneas rojas desde Madrid: "Se consideran rotos todos los gobiernos regionales que no utilicen todos los medios políticos y legales para evitar la distribución de menas", decía Santiago Abascal en el mes de julio de 2024.
Alineada con la postura de Alberto Núñez Feijóo, Guardiola decidió hacer caso omiso a la amenaza de la extrema derecha y asumió el "deber de humanidad" que suponía acoger a unos 30 menores en su territorio. Ese mismo mes de verano, Vox anunció de forma unilateral la ruptura de todos los gobiernos regionales de los que formaba parte junto al Partido Popular. Evidentemente, también el de Extremadura. La presidenta de la Junta se vio entonces gobernando en minoría: tan sólo contaba con 28 diputados de los 65 de los que consta la Asamblea.
La enorme dificultad de sacar adelante las leyes y el enquistamiento de los presupuestos para 2026 provocó que Guardiola convocase los comicios anticipados de este domingo y, pese a la intención de cambio, la vida sigue igual que diría Julio Iglesias. Es algo que parece que se ha asentado como norma en la mayor parte de las comunidades autónomas del país. Con un Partido Socialista derrotado a nivel regional, el Partido Popular se alza con la mayoría de las presidencias regionales, pero con una fuerza insuficiente que le obliga irremediablemente a pactar con Vox que sigue en auge.
La única futura presidenta de Extremadura, María Guardiola, se planta así en el mismo dilema de antes con los mismos ingredientes de entonces. Al menos que el Partido Socialista ceda el brazo y permita el gobierno autonómico en solitario del Partido Popular, los populares se verán obligados a entrar de nuevo en unas oscuras negociaciones con el partido de Abascal que es de sobra conocido que no provoca ningún tipo de simpatía con la presidenta de la Junta.
Por otro lado y a lo largo de la campaña electoral, Vox ha mantenido el tono crítico con los populares. "El cambio que nosotros apoyamos, que anhelaba la mayoría de los extremeños votando una parte al PP y otra parte a Vox, creo que Guardiola lo ha robado", decía en una entrevista en El Periódico el candidato de la formación de extrema derecha, Óscar Fernández manteniendo la lejanía con los populares.
El resultado de los comicios anticipados en Extremadura confirma la persistencia del bloqueo político que ya marcó la anterior legislatura. Pese a la convocatoria electoral como vía para reforzar su posición, María Guardiola vuelve a encontrarse con un escenario de fragmentación parlamentaria que limita la capacidad de gobierno del Partido Popular. De hecho, la situación actual es peor porque Vox ha duplicado su resultado en los comicios de este domingo. La falta de una mayoría suficiente obliga de nuevo a explorar acuerdos que, lejos de aportar estabilidad, reabren un debate ya conocido sobre la gobernabilidad de la comunidad y el papel decisivo de Vox en la aritmética parlamentaria.
Este contexto no solo refleja una situación específica de Extremadura, sino una tendencia cada vez más extendida en el panorama autonómico nacional. La consolidación de gobiernos en minoría y la dependencia de pactos complejos con la extrema derecha evidencian un mapa político marcado por la polarización y la dificultad para alcanzar consensos duraderos. A corto plazo, el futuro del Ejecutivo extremeño dependerá de la capacidad de las fuerzas políticas para anteponer la estabilidad institucional a las estrategias partidistas, en un momento clave para afrontar los retos sociales y económicos de la región.
Sin embargo, Extremadura es el pistoletazo de salida que abre un nuevo ciclo electoral donde los territorios autonómicos volverán a estar en disputa con claro favorito en la mayor parte de los casos del Partido Popular, pero que dependerá previsiblemente de Vox que se encuentra en auge. Todo ello con una incertidumbre permanente respecto al marco nacional en el que cuándo presentará Pedro Sánchez las elecciones generales es una incógnita por mucho que el presidente del Gobierno asegure que se llegará hasta el 2027. Hasta los próximos comicios, la pregunta será hasta qué punto estará dispuesta a ceder María Guardiola para seguir en la presidencia de la Junta de Extremadura.
