Sí, esta es otra noticia sobre la unidad de la izquierda: así están por ahora las cosas
Mientras la extrema derecha continúa en ascenso, la izquierda del PSOE no acaba de concretar si, como en Francia, se presentarán de manera conjunta.

Es lunes, 10 de junio de 2024, y en la sede de Los Verdes en París, en el número 11 de la angosta Rue des Petits Hôtels, se reúnen líderes de Ecologistas, el Partido Socialista, el Partido Comunista Francés y La Francia Insumisa. En la calle, poco a poco, comienzan a congregarse cientos de jóvenes provenientes de una manifestación contra la extrema derecha convocada esa misma tarde en la Place de la République. La noche anterior, domingo 9 de junio de 2024, el presidente francés, Emmanuel Macron había convocado elecciones legislativas anticipadas ante el éxito de la ultraderecha de Marine Le Pen en los comicios al Parlamento Europeo. Las personas concentradas a las puertas de la sede no piensan abandonar el espacio hasta que los partidos allí reunidos alcancen un pacto para presentarse de manera conjunta a las elecciones generales. "¡Llegad a un acuerdo!", corean. La esperada comunicación llega a las 22.30 horas. Los líderes de las cuatro formaciones atraviesan la puerta del edificio, de apenas dos plantas, y Marine Tondelier, secretaria nacional de Los Ecologistas, toma la palabra. "¡Hemos conseguido llegar a un acuerdo!", dice a los manifestantes. El coordinador nacional de La Francia Insumisa, Manuel Bompard, añade: "Hoy expresamos nuestra voluntad de sumarnos en la gran batalla democrática que se avecina". "¡No nos traicionen!", avisan los manifestantes en declaraciones recogidas por Le Parisien.
Ese 10 de junio supuso el primer paso de lo que pronto sería el Nuevo Frente Popular, una coalición electoral de hasta 29 formaciones a la izquierda del espectro político francés. Todas ellas decidieron dejar de lado sus distintos matices, en algunos casos profundas diferencias, para vencer a la extrema derecha. Así, el 7 de julio de 2024, el Nuevo Frente Popular ganó las elecciones. Logró 182 escaños, por delante de los 168 del partido de Emmanuel Macron y de los 143 de Marine Le Pen. Aunque el presidente francés hizo uso de una prerrogativa constitucional para elegir a un primer ministro conservador, la fórmula electoral de la izquierda funcionó. En España, todas las formaciones de izquierda celebraron el éxito del Nuevo Frente Popular. "Buenas noticias para Francia, Europa y la democracia. [...] Frente al odio y el miedo, el pueblo francés ha votado por un país más feminista, social y verde. Donde hay esperanza, no triunfa la extrema derecha", dijo la vicepresidenta Yolanda Díaz, de Sumar. "Francia dice al mundo: sólo el pueblo salva al pueblo", comentó Irene Montero, la eurodiputada de Podemos. "¡No pasaron y no pasarán! ¡Viva el Nuevo Frente Popular!", celebró el Partido Comunista de España. "La unidad es la única fórmula posible para frenar el avance reaccionario", consideró Antonio Maíllo, coordinador federal de Izquierda Unida. Hasta Pedro Sánchez, presidente del Gobierno, festejó la elección de los franceses por el Nuevo Frente Popular.
El ímpetu en la izquierda española se desinfló apenas 24 horas después. Conscientes del espejo que había desplegado la izquierda francesa, Podemos y Sumar prefirieron verse distanciados al observar su reflejo. Mientras Díaz comparó la victoria del Nuevo Frente Popular con la experiencia ya existente del Gobierno de coalición entre PSOE y Sumar, Podemos aseguró haber pasado página del manido debate de la unidad. El exsecretario general de la formación, Pablo Iglesias, constató que "una experiencia como la francesa es muy complicada aquí". Solo Antonio Maíllo, por aquello de no contrariar el mismo nombre de su organización, siguió apostando por la unidad de la izquierda. El coordinador de IU no descartaba incluso un pacto con el PSOE. Es verdad que en el Nuevo Frente Popular francés estaba el Partido Socialista, si bien su situación política es muy distinta a la de los socialistas en España. Mientras aquí son Gobierno, en Francia ahora son minoritarios. Si entonces no parecía que la izquierda española quisiera siquiera hablar de unidad, un año después... Tampoco. Bien es cierto que en Francia se sentaron a hablar con la cuenta atrás activada por Macron y ante la presión de sus propios votantes. En España, más allá de los cálculos o análisis que puedan hacerse, las elecciones son en 2027.
Las discusiones sobre la unidad de la izquierda, sin embargo, han cogido fuerza en los últimos días después de que Sumar y Podemos celebrasen sus asambleas y, sobre todo, tras nombrar estos últimos a Irene Montero como su candidata en las próximas elecciones generales. En una entrevista con El País, interrogada sobre "una única candidatura a la izquierda del PSOE", Montero señaló que "sería bueno que la izquierda presente una candidatura". La respuesta, sin embargo, escondía un cariz punzante hacia formaciones como Sumar o Más Madrid. La eurodiputada y exministra defiende que estos partidos tendrían que presentarse con el PSOE. "Esa es la tesis de Sumar — argumentó — que cuando le preguntas, por ejemplo, a Mónica García si se siente más cerca de Podemos o del PSOE y de Pedro Sánchez, dice yo, sin duda, de Pedro Sánchez". Es el leitmotiv que desarrolla Pablo Iglesias en su último libro, Enemigos Íntimos, y que figura en el documento político de la V Asamblea del partido. Es lo que llaman la Operación Sumar, o lo que es lo mismo, los intentos del PSOE por “construir una izquierda mucho más dócil para asumir las realidades de su Gobierno y dejar a Podemos muerto y fuera de juego”.
Sumar, en su última Asamblea, asumió su condición de partido independiente. Se acabó lo del movimiento paraguas para aglutinar un conglomerado de formaciones. En sus documentos, Sumar aprobó trabajar en futuras alianzas con los partidos con los que ya se acudió a las últimas elecciones, incluido Podemos. En febrero, de hecho, la propia Yolanda Díaz, aseguraba en TVE que "no hay nada" que justificase el que Podemos y Sumar se presentasen por separado. Ante estas declaraciones, Iglesias fue tajante. En la radio pública, pidió a Podemos no escuchar los "cantos de sirena". Sumar, dijo, está "políticamente muerto". E insistió: "Creo que lo que terminará ocurriendo es que efectivamente una parte se integrará en el PSOE, con el que no tiene tantas diferencias ideológicas". Pese a todo, en una reciente entrevista con El HuffPost, los nuevos coordinadores de Sumar, Lara Hernández y Carlos Martín, no renunciaban a trabajar en una alianza que incluya a Podemos.
En privado, y en público, todos lamentan lo que tildan como ruido mediático. Y sin embargo en muchas ocasiones son los propios partidos de la izquierda los que llevan a los medios sus disputas, sino políticas sí personales. Sucedió hace unos días en el nuevo programa de Jesús Cintora en TVE, Malas Lenguas. Pablo Iglesias y Eduardo Rubiño, concejal de Más Madrid y anterior figura destacada en Podemos, se lanzaron acusaciones cruzadas en directo. Rubiño imputó a Podemos una "actitud tóxica de atacar a todo el mundo", mientras Iglesias, tras señalar que no es "representante de Podemos", pedía a la ministra de Sanidad, Mónica García, líder de Más Madrid, "enfadarse menos con la izquierda y más con las aseguradoras". El exsecretario general de Podemos respondía a las palabras de García, quien aseguró "estar un poquito hartos de tener que recibir lecciones y de tener que escuchar tanto al señor Iglesias como a la señora Montero decirnos lo que tenemos que hacer o lo que tenemos que ser". La disputa alcanzó tintes personalísimos en redes sociales, donde tras la emisión del programa el concejal de Más Madrid respondía con cierto sarcasmo a una simpatizante de Podemos. "Perdón por no estar a la altura del Amado Líder", escribió Rubiño refiriéndose a Iglesias.
Como siempre en estos casos, la calma, acaso la ausencia de ruido, solo llega cuando no quedan fuerzas para las coces, momento que acostumbra a aterrizar al tiempo que crecen las voces de una militancia fatigada de polémica. También es cierto que la situación es menos tensa cuando uno sale del epicentro político y mediático madrileño. En Andalucía, por ejemplo, donde no se descarta un adelanto electoral, la izquierda, a excepción de Adelante Andalucía, ha iniciado ya conversaciones encaminadas a lograr una candidatura conjunta para hacer frente no solo a Juanma Moreno, el presidente andaluz, del PP, sino también ante la probable candidatura de la socialista María Jesús Montero. En principio, las izquierdas se han dado hasta junio para concretar las bases de una hipotética coalición. Los nombres vendrán después. Los andaluces, en todo caso, quieren evitar que se repita lo que pasó en 2022. Entonces, las diferencias sobre todo entre Yolanda Díaz e Ione Belarra fueron las protagonistas. La candidatura se presentó in extremis y Podemos y Alianza Verde se quedaron fuera.
En Moncloa, mientras tanto, confían en que sea posible la unidad a la izquierda del PSOE. Con los números sobre la mesa, temen lo que la ministra de Hacienda llamó "desperdicio metabólico del voto". Muchas candidaturas por separado pueden no alcanzar el mismo número de parlamentarios que una coalición fuerte. Del mismo modo que el Partido Popular necesita la connivencia de la extrema derecha de Vox, el PSOE, para gobernar, precisa de una izquierda que le asegure la continuidad de Pedro Sánchez, o de quien venga después. No obstante, toda intromisión socialista en el debate puede ser contraproducente, ya que sus opiniones respecto a la unidad podrían servir de munición a quienes denuncian aquello de una izquierda subordinada y “dócil”.
En principio, quedan dos años para las elecciones, si nada cambia. Mientras, la extrema derecha, como marca la tendencia global, continúa en ascenso. El partido de Santiago Abascal, Vox, se ha disparado en el último barómetro del CIS, alcanzando el 15,2%. Mientras el PSOE baja al 32,6%, aunque se mantiene en primer lugar, Sumar y Podemos tienen, por separado, un 6,2% y un 4%.