Ahora tendréis el deshonor y la guerra
Ya puede haber irregularidades en la obtención de contratos millonarios de obra pública por empresas cercanas a Cerdán: agüita comparado con la escena de los propios delincuentes fugados redactando la Ley de Amnistía que les amnistiaría.

Por mí ya puede Ábalos despilfarrar cuanto dinero público le salga de ahí mismo en sus vicios privados. Ya puede Santos Cerdán encabezar una trama de mordidas, desfalcos y cohechos más tupida que la red de aristócratas de “Guerra y paz”. Puede Koldo entrar y salir de Ferraz repartiendo más sobres que una tómbola. Puede el hermano de Pedro Sánchez haber desempeñado durante diez años el nuevo puesto de Afinador Municipal de Bandurrias en el Ayuntamiento de Badajoz cobrando doscientos mil euros netos. Me da igual. Como si se descubre que la fontanera Leyre tenía microfonados —espantoso palabro— los baños del Congreso o el fiscal general del Estado publicó en su instagram todos los correos privados de todos los acusados por estafas fiscales del país.
Todo lo anterior y mucho más nos parece, y lo es, grave corrupción que convierte al Estado en una cloaca. Pero se transforma en una multa de aparcamiento si se compara con la validación definitiva de la Ley de Amnistía, gracias al Tribunal Constitucional, ocurrida esta semana en nuestro país. Ya puede haber irregularidades en la obtención de contratos millonarios de obra pública por empresas cercanas a Cerdán: agüita comparado con la escena de los propios delincuentes fugados redactando la Ley de Amnistía que les amnistiaría. Ya puede filtrarse en el futuro un vídeo en el que Zapatero se quita una máscara de goma y resulta ser Nicolás Maduro: un pellizco de monja comparado con la aprobación por parte del TC de que el Estado español pida perdón a Carles Puigdemont y sus secuaces.
Resumen de lo publicado: la burguesía de la región española más rica se organiza para independizarse y lo intenta fuera del ordenamiento jurídico. La ciudadanía, constituida en Estado político, lo impide aplicando la fuerza coactiva de la ley, como hace cualquier Estado ante una agresión. Meses más tarde, un partido político pierde las elecciones, pero consigue el gobierno gracias a su coalición con dicha burguesía, que pone como condición que el Estado no sólo anule las condenas, no sólo elimine del código penal estas embestidas, sino que además reconozca que nada malo hubo en la conducta ilegal y sí en la de los que aplicaron la ley. ¿Qué Constitución puede ser aquella que no se ve atacada por lo que acabo de describir? ¿O el problema no está en la Constitución sino en el Tribunal Constitucional?
“Para evitar la guerra habéis elegido el deshonor; ahora tendréis el deshonor y la guerra”, le dijo Churchill a Chamberlain, después de que éste firmara los acuerdos de Munich, que entregaron los Sudetes al Tercer Reich. Otro dirigente que no sabía que ceder ante la barbarie no la aplaca sino que la exalta. Pero hasta la cobardía moral de Chamberlain se vuelve una pasión noble comparada con la hortera y autorreferente obsesión de Pedro Sánchez por alicatarse al poder. Para evitar un mazazo en su narcisismo, elige premiar a los que quieren dar el golpe más duro e irreversible de la historia al nivel de vida de la clase obrera española. Ahora recibirá un mazazo en su narcisismo, y la clase obrera española —a la que el presidente no pertenece— deberá seguir evitando recibir el golpe más duro e irreversible.
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