Gonzalo, estudiante de Economía y Estudios Internacionales: "Solo tengo cotizados tres meses y llevo trabajando desde los 19 años"
"Yo no he llegado a cobrar los 1.000 euros todavía".

La realidad de los jóvenes y la de los pensionistas en España transita por caminos muy diferentes. Viven en contextos económicos opuestos, parten de experiencias laborales, oportunidades y expectativas que poco tienen que ver entre sí.
Mientras quienes ya están jubilados crecieron en un mercado laboral más estable y con trayectorias profesionales de largo recorrido, muchos jóvenes se enfrentan hoy a salarios bajos, contratos temporales, sobrecualificación y una profunda incertidumbre sobre su futuro.
Cada vez es más habitual ver a jóvenes y pensionistas compartir experiencias en programas de televisión para explicar sus realidades económicas, muy distintas entre sí. La dificultad de los jóvenes para emanciparse, acceder a salarios dignos o construir una vida independiente sin la ayuda de sus padres vuelve a ocupar el centro de la conversación pública.
En esta ocasión, Espejo Público reunió a Luis Miguel, pensionista jubilado, y a Gonzalo, un joven de 23 años y estudiante de Economía y Estudios Internacionales que trabaja desde los 19. Ambos expusieron cómo viven la situación actual y qué desafíos observan en un mercado laboral que, según el joven, “no está preparado para absorber a una generación altamente formada”.
La realidad de los jóvenes
Gonzalo relató la precariedad con la que conviven muchos jóvenes: “Cuando nos llaman mileuristas me hace gracia, porque yo no he llegado a cobrar los 1.000 euros todavía en ningún momento. Además, solo tengo cotizados tres meses y llevo trabajando desde los 19 años”.
Para el estudiante, el problema no está en la falta de esfuerzo ––como a menudo se acusa desde algunos sectores–– sino en un sistema económico que carga sobre los jóvenes un modelo de consumo insostenible. “No es culpa de los jóvenes que se nos haya impuesto prácticamente un nivel de sobreconsumo que ni nuestros sueldos ni nuestro planeta se pueden permitir”, señala.
Los pensionistas
Aun así, Gonzalo comprende que los pensionistas hayan consolidado derechos adquiridos por décadas de trabajo: “Entendemos que han aportado mucho y merecen su pensión. Pero eso no debería afectar al futuro de los jóvenes”.
Luis Miguel, por su parte, explicó que recibe la pensión máxima, alrededor de “dos mil y pico euros brutos”, y defendió que pertenece a una generación que tomó decisiones en función de la estabilidad familiar: “Si veo que peligra mi economía, prescindo de gastos. Somos de otra generación”, afirmó.
Gonzalo insiste en que la raíz del problema no es el gasto de los pensionistas, sino un mercado laboral incapaz de ofrecer oportunidades a una juventud “sobrecualificada y mal remunerada”. Por ello, rechaza normalizar la precariedad: “Nosotros no podemos resignarnos a vivir… no es en la indigencia, pero sí en condiciones precarias en las que estamos intentando vivir”.
