Álex Gómez-Marín, el científico que tuvo una experiencia cercana a la muerte: "Igual la ciencia y la religión pueden estar de acuerdo en algunos puntos"
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Álex Gómez-Marín, el científico que tuvo una experiencia cercana a la muerte: "Igual la ciencia y la religión pueden estar de acuerdo en algunos puntos"

Entrevista con el físico teórico y neurocientífico que ha publicado su libro 'La ciencia del último umbral' en el que habla sobre todo lo que ocurre entre la vida y la muerte.

El físico teórico y neurocientífico, Álex Gómez-Marín.Imagen cedida (Temas de hoy)

La vida profesional de Álex Gómez-Marín (Barcelona, 1981) ha dado muchas vueltas, aunque hay un mes clave marcado en su biografía: marzo del 2021. Durante esos días, este físico teórico, neurocientífico e investigador titular del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) vivió lo que se conoce como una experiencia cercana a la muerte (ECM), ya que estuvo ingresado debido a un sangrado en el estómago que casi le cuesta la vida, de hecho cuenta que vio la luz al final del túnel y que al otro lado se encontraban tres figuras que le esperaban en una perfecta armonía.

Esa experiencia, que fue de escasos siete segundos, le sirvió para dar un cambio radical a su vida. En su trayectoria había trabajado primero como físico teórico, después como investigador de la mosca de la fruta y, por último, en ese momento se encontraba en su laboratorio investigando acerca del control motor, comportamiento y cognición en humanos. Decidió apartarlo todo y ponerse a profundizar en un campo más desconocido a nivel científico, casi tabú, como es el de la consciencia y la muerte. 

Tras más de cuatro años trabajando en estos ámbitos, recogiendo testimonios y profundizando en la materia ha lanzado su libro La ciencia del último umbral  (Temas de hoy). No le importan las críticas ni lo que digan de él, tal y como reconoce en una entrevista con El HuffPost: "No tengo miedo, de perdidos al río y quiero investigarlo me digan lo que me digan".

Deja claro que no viene a dar certezas que no conoce, que quiere contar su caso y lo que ha investigado para que se siga hablando de estas ECMs que, afirma, mucha gente ha vivido, pero que nunca se ha atrevido a verbalizar. 

¿Qué buscas con este libro?

Uno de los grandes objetivos es precisamente hablar de ello. Hablar de temas que han sido bastante tabú, especialmente de la consciencia y de la muerte. Son dos grandes temas muy cercanos para todos porque la consciencia es nuestra experiencia subjetiva, todos sabemos lo que es, y la muerte todos sabemos que va a llegar, pero por alguna razón, que la trato también de explicar en el libro, hemos tardado mucho tiempo en empezar a hablar de ello en la sociedad y a estudiarla científicamente. Pretendo salir del armario y que hablemos cada vez con mayor naturalidad de lo que sabemos sobre la muerte y la consciencia… y también de lo que no sabemos.

  El libro 'La ciencia del ultimo umbral'.Imagen cedida (Temas de hoy)

Mencionas que antes libros como el tuyo estaban colocados, por ejemplo, en librerías en la zona de autoayuda y esoterismo y ahora no, ¿qué ha cambiado en la sociedad para que se haya producido este hecho?

Yo también me lo pregunto y no lo sé. De hecho, quiero conversar con personas en este país que llevan años hablando y escribiendo. Lo que creo que está pasando es que, después de la pandemia, quizás le hemos visto todos las orejas al lobo de la muerte. Ha habido mucho sufrimiento, mucha gente se ha muerto y, además, tras muchos años como de un vacío en el que de estos temas no se hablaba, ahora hay como un clamor popular.

Luego han pasado fenómenos como el del doctor Sans Segarra, que son muy espectaculares y curiosos porque de repente sale alguien y habla de esto otra vez y cientos de miles de personas se vuelcan. Creo que la sociedad se ha dado cuenta que tiene mucha sed de que distintos profesionales hablen de ello. Hay un efecto avalancha porque más gente quiere hablar, más gente habla de ello, los medios os hacéis eco, salen más libros, más gente los lee y es como un proceso en cadena. Lo que pasa es que también hay que gestionarlo bien porque, como insisto en el libro, yo tampoco vengo a ofrecer certezas de que ahora ya sabemos que cuando te mueras va a ser maravilloso y el cielo existe. Yo eso no lo sé, pero sé que se puede estudiar científicamente y, por ello, tampoco vamos a apresurarnos y a decirles a la gente que sí existe.

Otra cosa que quiero hacer hincapié es que durante mucho tiempo se ha dicho a las personas, en nombre de la ciencia, que sabemos que no hay nada, que es una tontería preguntarse eso, pero ahora eso ha cambiado. A veces me preguntan si esto es dar falsas esperanzas, pero es que durante muchos años se ha dado falsas desesperanzas y no solo de la muerte, también hablo de otras experiencias que durante años si te pasaban eran porque estabas loco y ahora resulta que no, que pasas a mucha gente.

Hablas de la lucidez terminal en el que las personas días antes de fallecer recuperan habilidades que habían perdido, ¿cómo se investiga eso en el día a día?

Este es un fenómeno que está dentro de la categoría de fenómenos que pasan cerca de la muerte. Son personas que tienen a veces demencia o una enfermedad neurodegenerativa y poco antes de morir tienen este pico de lucidez y recuerdan, hablan o conversan e igual llevaban semanas o años que no lo hacían. ¿Cómo se investiga esto? Para empezar, entrevistando o recogiendo los casos de testimonios que hayan presenciado estos casos, que normalmente es personal médico y sanitario, aunque también pueden ser familiares y tratar de estudiar las características del fenómeno.

¿A quién le pasa? ¿Con qué tipo de enfermedad? ¿Cuántas horas antes de la muerte sucede? Con eso te puedes hacer una primera idea de qué está pasando. Lo que viene después del qué es el cómo. ¿Cómo puede estar pasando esto en un cerebro que en muchos casos está muy debilitado? Pueden entrar teorías de la consciencia o maneras de pensar en las que el cerebro no está produciendo la mente o la cognición, sino que igual lo que está haciendo es una especie de filtro. Es un trabajo primero empírico y de campo y muy difícil de hacer en los laboratorios porque no traes a alguien y lo conectas a una máquina en el laboratorio y tienes la respuesta. Tienes que ir tú y tu estudiar en residencias u hospitales lo que está pasando. Luego ya puedes estudiar la actividad de su cerebro, pero esto es un paso que viene después.

El neurocientífico Álex Gómez Marín.Imagen cedida (Temas de hoy)

Antes de que te pasara todo lo que te pasó, ¿alguna vez te habías imaginado que podías estar en 2025 con un libro publicado sobre este campo?

Nunca, absolutamente no. Primero porque hace más de cinco años no me interesaban estos temas. El de la consciencia sí, porque llevo mucho tiempo investigándolo, pero estas experiencias no estaban en mi radar. Es a partir de mi propia experiencia cuando yo empiezo a investigar y me doy cuenta que en Estados Unidos y en Inglaterra hay investigadores que sí que las han estudiado. Encima plasmarlo en un libro nunca me lo podía imaginar.

¿Cómo se lo dices a tu familia?

Es un cambio radical y les encanta porque están sorprendidos, aunque también fascinados porque me ven vibrando. He tenido varias etapas, durante unos cuantos años fui 100% físico teórico y pasaba todo el día con un papel y un boli escribiendo ecuaciones y ellos no entendían nada de lo que hacía. Luego, durante otro periodo bastante largo de mi carrera, estudié en el laboratorio la mosca de la fruta y sus neuronas y su sistema olfativo y les fascinaba. Después, cuando regresé aquí a España y empecé mi laboratorio, estudiábamos control motor, comportamiento y cognición en humanos, pero no estudiábamos estos fenómenos y les volvió a sorprender.

Ahora esto no les sorprende porque yo siempre he ido un poco cambiando de tema, pero al mismo tiempo les encanta a mi familia y amigos porque les parece fascinante. Estos temas a todo el mundo le llegan al corazón, todo el mundo es humano y sabe que se va a morir y, a pesar de que cuento que está un poco escondido y es tabú, es interesante para todos y es la parte que hemos dejado de lado y no está tratada.

¿Que no se haya investigado hasta ahora tiene que ver con la religión, que se pueden chocar?

Tiene que ver, sí, porque la ciencia y la religión estuvieron separadas y casi antagónicas durante mucho tiempo. Como la religión se dedicaba al alma, la ciencia se dedicó a la materia y a la ciencia le fue muy bien estudiando la materia y ya no quiso saber mucho del alma, incluso negaba su existencia. Eso ha hecho que desde la ciencia no se nos haya permitido hacernos según qué preguntas, ya no digo conclusiones o encontrar respuestas. Por ejemplo, y esto es muy claro en el tema de la muerte, preguntarse si algo sobrevive cuando nos morimos, si hay algo de nosotros que continúa. Esta pregunta no se podía investigar porque la respuesta era que seguro que no, que es imposible que algo sobreviva. ¿Por qué? Porque la ciencia quiere hacer contrapunto a la religión, pero ahora nos damos cuenta que se puede investigar y que igual la ciencia y la religión hasta pueden estar de acuerdo en algunos puntos… y eso todavía nos cuesta un montón.

El neurocientífico Álex Gómez Marín vivió una experiencia cercana a la muerte en marzo de 2021.Imagen cedida (Temas de hoy)

¿Pasa mucho que alguna persona con la que hayas hablado haya confundido una experiencia cercana a la muerte que estudias con un episodio religioso?

Claro, porque las visiones o las figuras que te puedes encontrar al otro lado del túnel o las sensaciones que puedes tener muchas veces son casi místicas. Yo creo que está bien y que sí que se puede confundir, pero igual no es confundir, igual es que es lo mismo. Si tú estás en una luz brillante, lleno de gozo y paz, te vienen a recoger seres de luz y tú sientes un amor profundo por ellos y ellos por ti, esto parece una visión religiosa. Lo que pasa es que tenemos a veces prejuicios. En las experiencias que les podemos llamar extraordinarias o anómalas, muchas veces son parecidas a las místicas y a las religiosas.

¿Se han puesto mucha gente en contacto contigo a raíz de que tú hayas contado tu caso?

Mucha gente, mucha más de la que yo esperaba. Me escriben de manera espontánea correos y es extraño porque te cuentan cosas íntimas. Saben que yo les escucho siempre como científico y no como terapeuta o médico, y que no les voy a juzgar ni decir esta gente está loca. También porque tienen mucha necesidad de contarlo porque muchas veces eso no lo había confesado a nadie. A mí me encantaría que la gente se atreviera a decirlo, es muy sanador hacerlo. Además, si la gente lo cuenta se normaliza y es maravilloso.

Cuando hablas de pacientes en un hospital que están sedados, ¿esa persona es capaz de distinguir entre un delirio de la sedación y una experiencia de este tipo?

Hay varias maneras de distinguirlo. Una es en primera, tú tienes esa visión y después de tenerla dices esto qué ha sido. En mi caso y mucha gente coincide, la vivencia que uno tiene es tan real que sabe la diferencia entre cuando ha tenido un sueño normal o una experiencia psicodélica si la ha tenido o una ECM. Cuando yo estuve en un hospital y tuve esa visión no se pareció en nada a ningún sueño que haya tenido nunca. Los pacientes, desde su experiencia, sienten o saben que esa experiencia es muy especial.

Ahí puedes decir que pueden estar equivocados y que sea un delirio. Entonces, entra la segunda manera, que es en tercera persona o a través del experto. Si dices que es una alucinación puedes comparar las características y un psiquiatra o un psicólogo pueden enumerarlas y resulta que no cuadran. Por ejemplo, las alucinaciones son cualquier cosa, pero las ECM tienen unos elementos muy comunes como luz al final del túnel, gente que te espera, sentimiento de gozo, etc. Después, una alucinación la gente no la recuerda mientras que una ECM no se te olvida nunca en la vida. Otra es que las alucinaciones normalmente traen consecuencias negativas y las ECM, y está estudiado científicamente, transforman tu vida para mejor porque la gente está más en paz, más feliz. Desde ese punto de vista más objetivo uno puede descartar que una ECM sea una alucinación y luego ya se verá qué ha sido y cómo se ha producido.

Por último, hay un tercer aspecto, que es que podemos ver qué tipo de medicación tenía el paciente. Si me están administrando unos calmantes fortísimos es posible que eso cause un desequilibrio en mi organismo, pero en mi caso yo estaba en el hospital, pero yo no estaba sedado, solamente tenía una sonda para alimentarme porque no podía comer, pero no había sustancias ni medicamentos. Eso también es muy interesante porque puedes descartar que eso venga producido por el medicamento. Habrá casos que será porque esa persona esté muy medicada y sedada, pero hay otros que tienen esa experiencia sin tener la procedencia de un efecto del medicamento.

¿Has tenido sueños a posterior relacionados con esa experiencia?

No, y si los he tenido no las recuerdo. Yo no he tenido otro sueño o visión parecido a los que tuve en el hospital, ni antes ni después.

El neurocientífico Álex Gómez Marín relata su experiencia cercana a la muerte en su libro.Imagen cedida (Temas de hoy)

Desde 2021 llevas dedicándote a este campo, ¿cuál es la principal enseñanza que has tenido?

He aprendido muchas cosas científicas y sociales. A nivel social he aprendido que si cuentas la ciencia que estás haciendo con honestidad a la gente le llega muy profundamente, ven a una persona que está tratando de entender algo y que está de alguna manera perdido, igual que ellos. Yo cuento lo que sé, obviamente, pero también lo que no sé y digo que esto es un misterio. Esa manera de contarla interesa.

A nivel científico he aprendido cosas a nivel teórico y empírico. A nivel teórico que el cerebro es un órgano que puede tener dos grandes funciones, que son producir y permitir. Puede producir pensamientos, percepciones y todas esas alucinaciones, pero también puede permitir y filtrar la mente porque el cerebro permisivo nos permite empezar a pensar cómo es posible que en algunas ocasiones la mente pueda sobrevivir cuando el cerebro ya se ha muerto. Y a nivel empírico me he dado cuenta de la cantidad de casos variopintos de todo tipo que hay en la sociedad y que son tesoros.

En el siglo XIX se operaba a los bebés sin anestesia porque se creía que un niño de un año, cuando le practicas una cirugía en el estómago, si grita y patalea es que son reflejos. Eso lo creían y ha evolucionado. Igual dentro de 100 años se puede mirar así, eso seguro que va a cambiar.

Échate a la piscina, ¿en el próximo medio siglo se habrán resuelto muchos de estos misterios?

Ojalá. Los misterios no sé si se habrán resuelto, pero mírate todo lo que está pasando con avances tecnológicos. Tenemos muchas habilidades que están latentes, pero que no hemos expresado ni nos han enseñado y hay que trabajarlas para desarrollarlas. Hoy cuando pensamos en ciencia ficción lo apuesta normalmente todo a la tecnología, pero tenemos en nuestro cuerpo unas capacidades de percepción que no las expresamos. Los niños, si no les enseñas a andar, anda como ser humano, pero si no les enseñas a nadar se ahogan. Esto es una sociedad que nadie sabe nadar, pocos descubren a flotar y ahora los niños van a la piscina y todo el mundo saben. Hay que descubrirlo, enseñarlo, popularizarlo y luego se dará por hecho.

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Soy redactor de Virales en El HuffPost, desde donde te contamos la actualidad de una forma muy diferente.

 

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El mundo informativo en el que más cómodo me siento escribiendo es el del deporte, especialmente todo aquello que tiene que ver con el polideportivo: baloncesto, atletismo, natación, escalada, taekwondo, etc. También hablo de naturaleza, ciencia y me encargo de hacer reportajes para dar contexto a los protagonistas de esas publicaciones anónimas que ves en redes sociales y de los que no sabes nada más. Además, en mi día a día busco momentos destacados en televisión o redes sociales que puedan ser interesantes para el lector bajo un enfoque Huff.

 

Mi trayectoria

Nací en Barbastro (Huesca) en 1995 y en 2013 emigré a Madrid para estudiar periodismo en la Universidad Complutense de Madrid (UCM), ya que desde pequeño he crecido escuchando la radio y con el objetivo de dedicarme a este mundillo. Aprendí primero en El Heraldo de Aragón y después en la Cadena Ser hasta que en 2019 me saqué un máster en Periodismo de investigación, datos y visualización en la UNIR y entré en El HuffPost. Desde entonces, he crecido de la mano de este medio.

 


 

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