Atención si se te pone la piel de gallina al escuchar música: los estudios apuntan a este tipo de rasgo emocional
Esa sensación tiene un nombre y también una clara explicación.

Esa sensación de escalofrío que recorre la piel al escuchar una canción intensa no es casualidad. Se conoce como frisson y, según distintos estudios, podría decir mucho sobre la manera en que procesamos las emociones. No todas las personas lo experimentan, pero quienes sí lo sienten parecen tener un vínculo especial entre la música y sus sentimientos.
Investigaciones recientes apuntan a que quienes experimentan este fenómeno tienen conexiones cerebrales más estrechas entre las áreas responsables del sonido y aquellas que gestionan la emoción. Es decir, la música activa en ellos una respuesta más profunda, capaz de desencadenar reacciones físicas como erizarse, lagrimear o sentir un nudo en la garganta.
Pero no se trata solo de una cuestión biológica. Los especialistas señalan que las personas sensibles al frisson suelen presentar ciertos rasgos de personalidad: tienden a ser más empáticas, más creativas y con mayor apertura a nuevas experiencias. En otras palabras, la piel de gallina al escuchar música podría ser la señal de un perfil emocional más rico y desarrollado.
No obstante, no todos comparten esta capacidad. Aproximadamente la mitad de la población afirma haber sentido alguna vez esos escalofríos, mientras que para el resto la música genera placer o disfrute, pero sin llegar a provocar reacciones tan intensas. Esto sugiere que el impacto emocional de la música varía enormemente de una persona a otra.
La diferencia, según los científicos, está en cómo el cerebro de cada individuo conecta el estímulo auditivo con la respuesta emocional. Para algunos, esa conexión es tan poderosa que trasciende lo mental y se manifiesta en lo físico. Para otros, en cambio, la experiencia musical se queda en un plano más racional o estético.
Más allá de la curiosidad científica, el frisson abre un debate sobre el papel de la música en nuestra vida cotidiana: no solo entretiene, también despierta emociones, refuerza vínculos sociales y, en algunos casos, es capaz de sacudirnos hasta lo más íntimo. Sentir un escalofrío, entonces, podría ser mucho más que una simple reacción pasajera: es la prueba de que la música, literalmente, nos toca por dentro.
