Colocan grandes rocas para impedir que una pareja de jubilados entre en su casa: "Llevamos la compra en carretilla"
"Esto es pura y simple mezquindad", denuncia la pareja.

Desde finales de abril, Jan y su esposa, de 82 y 80 años, respectivamente, viven una pesadilla en su casa de Avène, en el departamento francés de Hérault. Su vivienda, situada en un rincón aislado y encantador cerca de un arroyo, se ha convertido en una prisión rural, ya que el acceso está bloqueado por grandes rocas colocadas por vecinos. "Tenemos que llevar la compra en carretilla", lamenta Jan en declaraciones a France Bleu, originario de Holanda.
El drama comenzó el 27 de abril, cuando la pareja descubrió que los tres accesos su vivienda estaban obstruidos. En uno de ellos, incluso se instaló una puerta metálica. Para mover piedras de ese tamaño, explican, se necesitó maquinaria pesada, pero ningún vecino admite saber nada. "Esto es pura y simple mezquindad", resume el hombre.
La pareja vive seis meses al año en esta casa que compraron hace 25 años, sin imaginarse lo que experimentarían durante esta última década: "En aquel momento, nos enamoramos de esta casa en la ladera. Durante 15 años, todo fue bien. Pero desde entonces, hemos vivido un infierno".
La vivienda, construida sin permiso durante la Segunda Guerra Mundial, se encuentra actualmente rodeada de parcelas privadas cuyos dueños les niegan el paso. Este aislamiento no solo afecta su rutina, sino que ambulancias, bomberos y otros servicios tampoco pueden acceder.
"Mi madre tiene dificultades para desplazarse", denuncia Julie, hija del matrimonio. "Nunca había visto a mi padre tan cansado en su vida. Creo que voy a sacarme la licencia de helicóptero para poder ir a casa de mis padres", ironiza con tono crítico.
Inacción de las autoridades y líderes políticos
El alcalde de Avène, Serge Castan, reconoce el conflicto, pero se quita responsabilidad: "No sé si hay una intención clara de perjudicar a estas personas. Pero los propietarios de las parcelas no quieren que nadie pase por sus tierras. Este problema de acceso se remonta a varias décadas. Es decir, mucho antes de que esta pareja se mudara. Todos tienen que hacer su parte. Pero los derechos de propiedad son derechos de propiedad".
El matrimonio critica que vieron al alcalde, pero que no hace nada: "Dice que no es su problema, que no puede hacer nada. Lo que nos está pasando es insoportable. No tenemos más remedio que aguantarlo".
No obstante, la ley francesa es clara: si una casa queda sin acceso, se debe conceder un derecho de paso. La pareja ya acudió a la justicia para presentar un recurso de apelación ante el tribunal, pero éste fue desestimado por errores de procedimiento. "Todo tiene que empezar de nuevo. Y eso llevará tiempo", explican con resignación.
En paralelo, han escrito al prefecto, al fiscal y a diputados nacionales, pero no han obtenido respuesta. "Mis padres están atrapados en la indiferencia total", denuncia Julie. El alcalde ha prometido reunir a las partes para buscar una salida, pero, por ahora, el callejón sigue sin salida y la pareja se está planteando incluso vender su estimada casa.
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