Continúa la espera: segunda fumata negra en el cónclave que elegirá al próximo papa
La primera votación de este jueves refleja que los cardenales encerrados en la Capilla Sixtina todavía no han elegido al sucesor de Francisco. Se requieren dos tercios de los votos para que el nuevo pontífice pueda alzarse con el anillo del Pescador.

Continúa la incertidumbre. La fumata negra de este jueves al mediodía ha reflejado que los cardenales que se encuentran clausurados en la Capilla Sixtina todavía no han encontrado al sucesor de Jorge Mario Bergoglio. Los 133 elegidos con derecho a voto deberán llegar al consenso de dos tercios para designar a aquel al próximo anillo de pescador. Sin embargo, el futuro prosigue de manera incierta entre los muros del Estado del Vaticano después de que, tanto la tarde del miércoles como el mediodía del jueves, el humo que emergió desde la santa chimenea reflejase el color negro.
Es el segundo día de cónclave desde que el pasado miércoles los cardenales hicieran todo el procedimiento para comenzar la decisión más importante de la iglesia católica: la elección de su líder. Los cardenales menores de 80 años se encuentran ante un momento histórico acompañados de la expectación de miles de católicos en todo el mundo. A lo largo de los años, esta decisión ha sido tomada entre el segundo y el tercer día -en los últimos dos cónclaves de 2005 y 2013 la elección tuvo lugar al día siguiente del inicio, en 24 horas-, dando respuesta a la incertidumbre generada desde que el pasado 21 de abril falleció el papa Francisco de madrugada.
Los fieles congregados en la plaza de San Pedro han recibido la noticia con agonía después de que el pasado miércoles comenzara la ceremonia para elegir al próximo papa. El encierro de los cardenales y el Extra omnes - el acuerdo al que llegan los sacerdotes para mantener en secreto todo lo que suceda entre las cuatro paredes católicas- fueron protagonistas además de la primera votación, considerada tradicionalmente como simbólica y que expuso la indecisión del cónclave.
En el abismo de la tarde del miércoles presenció la intensidad de los rituales religiosos. La misa Pro eligiendo pontífice fue testigo de todo el colegio del colegio cardenalicio -institución a la que pertenecen los cardenales-. Regida por Giovanni Battista Re, tiene la función de pedir a Dios la ayuda para la elección del próximo papa. Además, es el único momento en el que todos los seguidores de la religión tendrán la posibilidad de estar cerca del acontecimiento. Dentro de la iglesia, el pueblo podrá ponerse en los laterales de los rezos de los cardenales que ruegan la fortuna para el cónclave.

Una vez clausurados los 133 cardenales en la Capilla Sixtina y confirmar que mantendrán todo en secreto, comienzan las votaciones. Al igual que todas las ceremonias previas, esta también tienen un meticuloso procedimiento que ha perdurado durante siglos entre la institución católica. Para empezar y a excepción del primer día del cónclave -donde sólo hay una votación-, se realizan cuatro sufragios a lo largo de cada uno de los días. Dos por la mañana y dos por la tarde. Cada una de estas votaciones se realizan por escrito y en secreto, lo que da pie a la siguiente ceremonia: aquella que determina el color de la fumata.
Cuando cada uno de los cardenales determina para quién irá su voto, se dirigen uno a uno al altar donde entregan la papeleta con el nombre escrito y se hace un recuento. Tras ello, se "apuñalan" cada una de las papeletas con aguja e hilo y serán arrojadas al fuego que determinará la decisión que ha tomado el cónclave en las votaciones -negra si hay que seguir votando, blanca si hay nuevo pontífice-. El número mágico en esta ocasión será el 89. Es decir, 89 cardenales tendrán que votar en mismo sentido para que se anuncie al nuevo papa. Pese a que sea costumbre que la elección sea entre los primeros días del cónclave, las reglas permiten seguir votando durante varios días, siempre con pausas estratégicas tras bloques de nueve votaciones sin resultados.
Entre los cardenales que resuenan entre los pasillos del Vaticano, Pietro Parolin se postula como uno de los favoritos para la silla de San Pedro. El italiano era la mano derecha del papa Francisco y ya le sustituyó en algún acto concreto. Sin embargo, al ser el cónclave más internacional de la historia -con un total de 71 nacionalidades diferentes y representación de todos los continentes-, la decisión final se encuentra totalmente en el aire y nadie puede predecir con exactitud quién será el próximo cardenal que se ponga la sotana blanca.
A lo largo de la tarde de este jueves, otra fumata tomará el pulso del cónclave y enseñará al mundo expectante la decisión tomada por los cardenales. Mientras tanto, fieles y curiosos deberán seguir esperando a que un nuevo líder de la iglesia católica emerja de la Capilla Sixtina que prosigue con su segundo día de votación.