El país vecino de España alucina con la curiosa práctica europea de 'abandonar' niños en el bosque: tiene beneficios
Una tradición educativa que podría parecer extrema para muchos está en auge.

Se trata del controvertido método de “dropping”, que consiste en dejar a los niños, sin la supervisión de un adulto, en un entorno natural, generalmente un bosque, con el objetivo de que aprendan a orientarse y a valerse por sí mismos. Aunque pueda parecer un acto preocupante desde el exterior, este tipo de práctica busca fomentar la autonomía y el desarrollo de habilidades para la vida en los más pequeños.
En países como los Estados Unidos, un estudio reciente vincula la reducción de la autonomía infantil con la disminución del bienestar emocional de los niños desde la década de 1960, lo que refleja cómo el miedo a los peligros de la sociedad moderna ha limitado actividades tan simples como jugar al aire libre o ir al parque sin la supervisión de un adulto. Sin embargo, en los Países Bajos, donde este enfoque sigue siendo parte del sistema educativo desde la primaria, se considera una manera eficaz de enseñar a los niños a enfrentar situaciones difíciles.
El “dropping” o abandono en el bosque no solo se da en los círculos scouts, sino que se ha integrado en las actividades escolares. Se trata de una experiencia organizada, en la que se libera a los niños en un entorno controlado, bien marcado y seguro, para que naveguen y encuentren su camino sin ayuda de adultos. En algunos casos, los niños participan en estas actividades durante la noche, lo que puede ser una experiencia intensa, pero que fomenta la confianza en uno mismo y el trabajo en equipo.
El profesor Thomas Postma, experto en los Boy Scouts, explica que esta práctica no es un simple juego, sino un desafío que permite a los niños mejorar su sentido de orientación y capacidad para resolver problemas en equipo. Durante la actividad, los participantes cuentan con herramientas como un GPS y un teléfono móvil para contactar con emergencias, lo que garantiza su seguridad en todo momento. A pesar de las dificultades que puedan enfrentar, el proceso les enseña a perseverar, a confiar en sus habilidades y a cuidar de sus compañeros.
Para muchos, esta práctica está profundamente arraigada en la cultura holandesa, que favorece una crianza más independiente desde una edad temprana. De hecho, los Países Bajos ocupan el primer lugar en la clasificación de bienestar infantil de UNICEF, lo que refleja los resultados positivos de este enfoque educativo. Mientras otros países optan por una protección excesiva de los niños, los holandeses creen que darles responsabilidades desde pequeños es la clave para su desarrollo integral y felicidad a largo plazo.