El pueblo de Cáceres que ayudó a España a "quitarle" 10 metros a Portugal de la forma más inocente y hogareña posible
Es un ejemplo más de cómo la historia y la geografía se entrelazan en los márgenes del mapa.

En plena Raya, la frontera que separa España y Portugal a lo largo de más de 1.200 kilómetros, se esconde una historia tan insólita como entrañable. La protagoniza La Fontañera, una pedanía de menos de un centenar de habitantes perteneciente al municipio cacereño de Valencia de Alcántara. Allí, en los años 50, una ampliación doméstica acabó modificando la línea divisoria entre dos países.
Todo comenzó con una necesidad cotidiana: más espacio para el ganado y una cocina más amplia. Los propietarios de la última casa del pueblo, situada justo al borde de la frontera, decidieron ampliar su vivienda sin imaginar que estaban cruzando un límite internacional. En aquella época, pedir permisos de obra en zonas rurales era poco habitual, y menos aún en una región fronteriza como la Extremadura de mediados del siglo XX.
La sorpresa llegó cuando la Comisión de Límites, encargada de supervisar los hitos fronterizos, detectó que la nueva construcción se adentraba unos metros en territorio portugués. Lo que hoy podría haber supuesto una demolición y una sanción, entonces se resolvió con una solución tan pragmática como simbólica: mover uno de los mojones que marcaban la frontera. Así, España ganó oficialmente 10 metros cuadrados.
Este curioso episodio, recogido por Diego González en su libro Historiones de la geografía, es un ejemplo más de cómo la historia y la geografía se entrelazan en los márgenes del mapa. La Fontañera, con sus casas blancas y tejados anaranjados, no solo es un rincón pintoresco de Cáceres, sino también el escenario de una “invasión” tan accidental como pacífica.
