España mira con ojos golosos este titánico portaaviones francés y tiene un plan para ponerse a su nivel
La Armada quiere dar el salto a un nuevo nivel.

La Armada española ha dado un paso decisivo hacia el refuerzo de su capacidad de proyección naval. Ha encargado a la empresa pública Navantia un estudio de viabilidad para la construcción de un nuevo portaaviones convencional. Se trata de un buque de guerra que podría operar hasta 30 cazas de última generación y cuya inspiración directa es el francés Charles de Gaulle, insignia de la marina francesa.
La noticia marca un hito en la historia naval reciente de España. Si el proyecto avanza, se trataría del primer portaaviones convencional de gran tamaño en la historia de la Armada, un salto de escala respecto al actual buque LHD Juan Carlos I, concebido como portaaeronaves anfibio.
El nuevo portaaviones convertiría a España en una de las pocas naciones europeas con capacidad de desplegar poder aéreo desde el mar a gran escala. Con ello, España quiere dar el salto a un nuevo nivel de disuasión, defensa y presencia internacional.
Un espejo llamado Charles de Gaulle
Aunque la Armada española descarta la propulsión nuclear, el diseño del nuevo portaaviones se inspiraría ampliamente en el buque francés Charles de Gaulle, que sí opera con energía nuclear.
Además, el buque galo, y forma el núcleo del grupo de combate naval más avanzado de Francia. Cuenta con una capacidad para unos 2.000 marineros, hangares de mantenimiento, catapultas de lanzamiento, líneas de detención para aterrizaje, y un grupo aéreo embarcado con hasta 40 aeronaves en el caso francés.
Cumple funciones de inteligencia, disuasión nuclear y operaciones combinadas de alta intensidad. Cuenta con 2 reactores nucleares, armamento avanzado, radares 3D y 2D de vigilancia, sistemas de guerra electrónica, y una autonomía capaz de cubrir hasta 1.000 kilómetros al día sin necesidad de repostar.
El plan español
Aunque el modelo español prescindirá de energía nuclear, se espera que el buque incluya tecnología punta de propulsión convencional, sistemas de defensa antiaérea y antisubmarina, hangar para aeronaves de combate y helicópteros, además de capacidad para integrar drones navales y una moderna sala de mando de operaciones.
El objetivo no es solo ampliar el músculo militar, sino también posicionar a España en el nuevo tablero estratégico del Mediterráneo, el Atlántico y, llegado el caso, misiones de proyección global en cooperación con aliados de la OTAN.
La industria de defensa española, liderada por Navantia, deberá analizar durante los próximos meses el coste, los plazos, los recursos técnicos disponibles y las necesidades logísticas de un proyecto que podría extenderse durante más de una década y requerir inversiones millonarias.
