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Estas son las diferencias entre un sapo y una rana
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Estas son las diferencias entre un sapo y una rana

Los sapos tienen cuerpos más robustos y patas más cortas, lo que les da una apariencia más rechoncha.

Imagen de archivo del sapo común o sapo europeo.Sebastian Willnow

En el mundo de los anfibios, los sapos y las ranas son dos de los grupos más conocidos y, a menudo, confundidos. A primera vista, pueden parecer similares, pero una observación más detallada revela una serie de diferencias que los distinguen claramente

Los anfibios son una clase de vertebrados que incluye a las ranas, sapos, salamandras y cecilias. Estos animales son conocidos por su capacidad para vivir tanto en el agua como en la tierra, y su ciclo de vida generalmente incluye una fase acuática y una fase terrestre. Dentro de esta clase, las ranas y los sapos pertenecen al orden Anura, pero presentan diferencias notables que los hacen únicos. Una de las diferencias más evidentes entre sapos y ranas es su morfología. 

Las ranas suelen tener cuerpos esbeltos y patas largas y fuertes, adaptadas para saltar grandes distancias. Su piel es generalmente lisa y húmeda, lo que les ayuda a mantenerse hidratadas y a respirar a través de ella. En contraste, los sapos tienen cuerpos más robustos y patas más cortas, lo que les da una apariencia más rechoncha. Su piel es seca y rugosa, a menudo cubierta de verrugas, lo que les proporciona una mejor protección contra la deshidratación y los depredadores.

El hábitat es otra área donde se observan diferencias significativas. Las ranas prefieren ambientes húmedos y acuáticos, como estanques, ríos y lagos. Necesitan estar cerca del agua para mantener su piel húmeda y para reproducirse, ya que sus huevos y larvas (renacuajos) se desarrollan en el agua. Los sapos, por otro lado, son más terrestres y pueden encontrarse en una variedad de hábitats, incluidos bosques, praderas y jardines. Aunque también necesitan agua para reproducirse, los sapos son más resistentes a la deshidratación y pueden alejarse más del agua que las ranas.

El comportamiento de estos anfibios también varía. Las ranas son generalmente más activas y ágiles, utilizando sus largas patas para saltar y escapar rápidamente de los depredadores. Son más propensas a ser vistas durante el día, especialmente en ambientes húmedos. Los sapos, en cambio, son más lentos y menos activos. Prefieren moverse de noche, cuando la humedad es mayor y el riesgo de deshidratación es menor. Su piel rugosa y su capacidad para secretar toxinas les proporcionan una defensa adicional contra los depredadores.

En cuanto a la reproducción, tanto sapos como ranas ponen huevos, pero hay diferencias en sus métodos. Las ranas suelen depositar sus huevos en masas gelatinosas flotantes en el agua, mientras que los sapos ponen sus huevos en largas cadenas que se enroscan alrededor de la vegetación acuática. Los renacuajos de ranas y sapos también presentan diferencias en su desarrollo y apariencia, aunque ambos pasan por una metamorfosis completa antes de convertirse en adultos.

Las adaptaciones de sapos y ranas a sus respectivos hábitats también son notables. Las ranas, con su piel húmeda y su capacidad para absorber oxígeno a través de ella, están bien adaptadas a ambientes acuáticos. Sus patas largas y fuertes les permiten realizar saltos impresionantes, lo que es crucial para escapar de los depredadores y moverse rápidamente en su entorno. Los sapos, por otro lado, han desarrollado una piel más gruesa y rugosa que les ayuda a retener la humedad y a protegerse de los depredadores. Sus glándulas parotoides, ubicadas detrás de los ojos, pueden secretar toxinas que disuaden a los posibles atacantes.

La diversidad de especies dentro de los grupos de sapos y ranas también es impresionante. Existen miles de especies de ranas, que varían en tamaño, color y comportamiento. Algunas ranas, como la rana dardo venenosa, son conocidas por sus colores brillantes y su toxicidad, mientras que otras, como la rana arborícola, son expertas en camuflaje. Los sapos, aunque menos diversos en comparación con las ranas, también presentan una variedad de especies adaptadas a diferentes entornos. El sapo común, por ejemplo, es una especie ampliamente distribuida que puede encontrarse en Europa, Asia y África.

Tanto los sapos como las ranas desempeñan roles cruciales en sus ecosistemas. Actúan como controladores de plagas al alimentarse de insectos y otros pequeños invertebrados. Además, son una fuente importante de alimento para una variedad de depredadores, incluidos aves, mamíferos y reptiles. La presencia de sapos y ranas en un ecosistema es a menudo un indicador de la salud ambiental, ya que son sensibles a los cambios en la calidad del agua y del suelo.