Este es el único edificio del mundo que tiene superficie de la Luna integrado en su estructura
Lleva siendo así desde la década de los setenta.
La llegada a la Luna de Neil Armstrong, Buzz Aldrin y Michael Collins en 1969 es un hito que ya forma parte de la memoria colectiva como la primera vez que el ser humano pisó la superficie lunar. Lo que quizá no todos saben es que aquella misión no solo dejó imágenes y palabras, sino que trajo a la Tierra centenares de fragmentos de roca y polvo lunar que hoy forman parte del patrimonio científico de la humanidad.
Estas muestras fueron distribuidas entre laboratorios, museos e instituciones para su estudio, conservación y exhibición. De esa iniciativa surgió la idea de integrar un fragmento lunar en lo alto de una de las naves de la Catedral Nacional de Washington, concretamente en la vidriera conocida como el Ventanal del Espacio. Ese fragmento convierte a la catedral en el único edificio civil del mundo con ‘superficie lunar’ incorporada en su arquitectura.
El gesto tuvo lugar cinco años después del primer alunizaje: el 21 de julio de 1974 los tres astronautas del Apolo 11 participaron en una ceremonia presidida por el deán Francis Bowes Sayre Jr. y Thomas O. Paine, antiguo administrador de la NASA. La pieza que hoy puede verse incrustada en el centro de un círculo rojo dentro del conjunto de vidrieras procede del lote catalogado como muestra 10057, uno de los basaltos traídos por la tripulación en 1969.
Un homenaje galáctico
El Ventanal del Espacio, obra del artista Rodney Winfield, fue diseñado como homenaje a científicos y técnicos que hicieron posible la llegada a la Luna. Inspirado en imágenes captadas por la NASA, el artista optó por una representación abstracta del firmamento: orbes superpuestos, trazos que sugieren la trayectoria de la nave y una base en la que figura la cita bíblica de Job 22:12 “¿No está Dios en lo alto del cielo?”.
La estructura de la vidriera recurre a técnicas de doble vidriado y trabajo de capas para dar profundidad y un halo luminoso que hace parecer al conjunto como una pequeña ventana al espacio. El pequeño testigo lunar, una lasca de piroxferroita de 3.600 millones de años procedente del Mar de la Tranquilidad, está sellado en una cápsula con nitrógeno inerte y fijado entre vidrio templado y acero para protegerlo.
No obstante, la presencia del fragmento lunar no es el único guiño moderno en la catedral. En una de las torres se puede apreciar una cabeza esculpida inspirada en Darth Vader, resultado de un concurso infantil organizado en los años ochenta por la revista National Geographic World. La figura fue esculpida por Jay Hall Carpenter y tallada por Patrick J. Plunkett a partir del dibujo de un joven participante, y hoy forma parte del repertorio de grotescos y gárgolas pensados como elementos funcionales del sistema de drenaje del edificio.