Hereda un desguace a los 18 años, recluta a su yerno y a sus 72 años hace oro con miles de toneladas de chatarra
La empresa familiar llegó a fabricar aviones para la Segunda Guerra Mundial.
Una empresa británica, que lleva operando durante más de un siglo ha sido preseleccionada para un prestigioso premio nacional. Ben Woolley Scrap Merchant, con sede en Huthwaite, al centro de Inglaterra, fue fundada en 1911 por Joe Woolley, y a sus espaldas carga con una bonita historia de superación y esfuerzo.
Tal y como reza el periódico Nottinghamshire Live, aunque en estos momentos la empresa se especializa en el reciclaje de chatarra, el negocio solía recolectar una amplia gama de artículos en sus primeros días, "con un popular lema de Woolley": "Compro cualquier cosa". En conversación con el medio, su hijo bromea asegurando que entre la lista de objetos que ha llegado a su empresa, incluye pieles de conejo, frascos de mermelada, y, en una ocasión, incluso una carretilla llena de nieve.
No obstante, a los pocos años el emprendedor muere y deja el negocio en manos de su hijo, Ben Woolley, de 15 años y quien, finalmente, obtuvo una licencia del Ministerio británico de Suministros, formado en 1939, para coordinar el suministro de equipos a las tres Fuerzas Armadas británicas. Como resultado, la empresa comenzó a recolectar bandejas de aluminio desechadas para construir aviones de combate de la Segunda Guerra Mundial.
"Dejé la escuela en mayo y mi padre murió en septiembre. Solía ir recogiendo chatarra con un carro tirado por caballos hasta que cumplí 18 años, cuando aprobé mi examen de manejo. Gracias a esto conseguí un camión y construí el negocio a partir de ahí", relata en el medio de comunicación.
Según la información publicada, en la actualidad, la compañía tiene sólo tres empleados: el Sr. Woolley, su cuñado y un conductor. Entre sus clientes se encuentran grandes empresas de ingeniería que fabrican piezas para aviones Airbus. Asimismo, la empresa estima que ha reciclado cientos de miles de toneladas de chatarra a lo largo de los años, teniendo "un gran impacto en la sostenibilidad a nivel local".
A pesar de su edad, y de acuerdo a la información difundida, Woolley es "el primero en entrar y el último en salir" y todavía está muy involucrado en el negocio. "A través de lo bueno y lo malo, solo tienes que seguir adelante", reflexiona sobre sus más de seis décadas de servicio. La empresa familiar ha sido preseleccionada en la categoría de Operador Independiente de los Premios Nacionales de Reciclaje. "Ha sido muy difícil, pero he disfrutado cada minuto. No lo cambiaría por nada del mundo", última.