Paisajes inteligentes y cómo pueden plantar cara a los incendios antes de que ocurran
Entrevista con Fernando Castedo, experto en incendios forestales, que defiende ser proactivos ante el fuego, no reactivos.

La ola de calor y la sequía desde hace meses en algunas zonas son los primeros ingredientes que menciona Fernando Castedo, profesor de Ingeniería Forestal en el campus de Ponferrada de la Universidad de León, para explicar la tremenda magnitud de la oleada de incendios de este agosto en España. Pero no se queda ahí, puesto que se trata de todo un cóctel de factores, en el que destaca también “un ingrediente ya de base desde hace muchas décadas, que es la cantidad de vegetación que tenemos en el monte y de forma muy continua”.
En estos días, en los que tanto se escucha que ‘los incendios se apagan en invierno’, el ingeniero forestal, que es además responsable del Máster interuniversitario en incendios forestales (MasterFUEGO) en la Universidad de León, remarca que “los incendios se apagan cuando ocurren”, pero que “deberíamos ser capaces de ser proactivos, no reactivos” ante el fuego.
Como sostiene en una llamada telefónica con El HuffPost, el evitar que los incendios se hagan tan grandes en el caso de que se produzcan la prevención –que sí, se realiza en invierno, pero no sólo ahí— es clave “y la gran olvidada, porque la hemos dejado de lado en los últimos años”.
Paisajes inteligentes contra el fuego
Traducir esa prevención a medidas concretas como “bajar la cantidad de vegetación que tenemos en el monte", lo que llama técnica ‘combustible’, aunque advierte de que es “inabordable hacerlo en todo el territorio porque ya no tenemos condiciones para ello” —al haber menos ganadería y agricultura que antaño—, pero sí en determinadas zonas críticas.
Este es precisamente el objetivo de un proyecto de paisajes inteligentes en el que participa. Para ello, el primer paso es definir y delimitar esos puntos estratégicos de gestión, en los que “si prevenimos y gestionamos el combustible estamos dando muchas oportunidades a que un futuro incendio sea más pequeño, no afecte a tanta superficie y no sea tan grave”.
¿Qué más que hacer? "Pues intentar recuperar la ganadería extensiva en los sitios en los que sea posible. Y esto es una apuesta que cada vez más vamos teniendo clara”, apostilla. “En aquellas zonas en las que no hay agricultura o ganadería extensiva que pueda modificar la carga de combustibles, pues tendremos que hacer quemas controladas para reducirla y nos dé oportunidades de extinción”, agrega Castedo, quien destaca que habría que hacer esas quemas controladas en invierno o cuando las condiciones sean más favorables “para que esa esos fuegos que prendamos no originen daño al ecosistema ni al suelo”.
El profesor es consciente de que esta medida “es algo que puede llamar la atención y que puede ser muy polémico, pero estamos viendo que si no hacemos algo los megaincendios que estamos teniendo van a seguir estando ahí”.
Aboga por estos paisajes más resilientes, como los que van a probar en el proyecto, “capaces de, si llega un incendio, disminuir la gravedad y la intensidad y la superficie quemada”. A través de herramientas de simulación y geoinformáticas consiguen delimitar esas zonas estratégicas de gestión en las que la actuación sería la más eficiente: “Es decir, que gastando lo menos posible conseguimos el mayor beneficio”.
Las zonas piloto en las que van a probarlo son La Cabrera, en León; Sierra Morena, en Andalucía y en zonas de Guadalajara.
Cómo actuar una vez extinguido el fuego
Por otro lado, una vez que ha ocurrido un fuego, apunta que “no necesariamente un incendio significa repoblar”. Sí hay que hacerlo “en aquellos casos en los que veamos que la regeneración natural es claramente insuficiente o no cumple los objetivos que nosotros querríamos”, pero en muchos casos “no es necesario”.
“Otra cosa es la actuación urgente después de un incendio. Hay ocasiones en las que tenemos que actuar de forma rápida y decidida. Eso ocurre cuando tenemos zonas con mucha pendiente o con mucho riesgo de erosión”, explica.
Y eso pasa por tratar de limitar la erosión “con paja de cereales, con restos de madera, de corteza o de astillas, con lo que sea, para tratar de limitar la pérdida de suelo”. Para él, esta pérdida es clave “desde el punto clave del medio ambiental”, incluso “más allá que la fauna, que la vegetación”. “Si perdemos el suelo, perdemos la capacidad de que esa zona sea capaz de regenerarse”, sentencia.
Pasar del papel a la acción
Acerca de qué lecciones quedan por aprender tras los devastadores incendios de los últimos días, el experto sostiene que “en realidad las sabemos ya” y menciona la declaración de la Fundación Pau Costa de 2023, con 15 puntos clave. “Tenemos un escenario de cambio climático que está ahí en marcha, que nos va a poner en riesgo durante muchos días, muchas semanas al año”, con más sequía y un incremento de las temperaturas medias, recalca.
“Ya sabíamos que tenemos una elevada carga de vegetación. La lección es que tenemos que dejar de marear la perdiz, podemos decirlo así, sobre si tenemos que actuar. Tenemos que tener claro que sí”, defiende. A esto añade la necesidad de medios de extinción “suficientes y preparados” y no pensar que por un año bueno en cuanto a incendios los siguientes vayan a serlo y, por ello, dejar de invertir. Por último, apunta hace falta voluntad política y dinero: “Todo el tema de gestión de la vegetación es costoso y lleva necesidad de dinero público”. “Ya sabemos lo que hay que hacer. Bueno, pues ejecutemos. Pasemos del papel a la acción”, exhorta.
