Un grupo de ingenieros pretende decir adiós al cemento con su nuevo material hecho con ingredientes sorprendentes
Un aliado contra el calor y un uso inteligente de los residuos.

Un equipo de ingenieros de la Universidad RMIT, en Melbourne, ha presentado un material de construcción tan simple como prometedor: está compuesto únicamente de tierra, agua y cartón reciclado. Su diseño podría suponer un punto de inflexión para una industria global valorada en unos 500.000 millones de dólares y responsable de una gran parte de las emisiones mundiales de carbono.
El material —bautizado como CCRE (Carton-Confined Rammed Earth) o tierra compactada confinada en cartón— está pensado para edificaciones de baja altura y busca ofrecer una alternativa al uso del cemento, cuyo impacto climático es enorme. Solo el cemento representa alrededor del 8 % de las emisiones globales de CO₂, según cifras citadas por la Agencia de Protección Ambiental estadounidense.
El CCRE combina tierra apisonada con tubos cilíndricos de cartón desechado que actúan como refuerzo. Esta envoltura permite mantener la resistencia estructural sin necesidad de agregar cemento, evitando la principal fuente de emisiones del hormigón moderno.
De acuerdo con los investigadores, este método reduce la huella de carbono del material a una cuarta parte de la del hormigón tradicional, y su fabricación cuesta menos de un tercio. Además, todo el sistema es totalmente reciclable y reutilizable, lo que minimiza los residuos de construcción.
La técnica del tapial —compactar suelo húmedo para crear muros— lleva miles de años utilizándose. Sin embargo, en su versión contemporánea suele recurrirse al cemento para cumplir normas de resistencia. El equipo de RMIT sostiene que este refuerzo es innecesario cuando el material se confina adecuadamente dentro de un cilindro de cartón, lo que evita las grietas y mejora la capacidad de carga.
El resultado es un componente ligero, modular y adaptable a distintas necesidades estructurales. La resistencia, además, puede ajustarse variando el grosor del cartón o añadiendo refuerzos como fibra de carbono, lo que permite alcanzar prestaciones similares a las del hormigón avanzado.
Una de las mayores ventajas del CCRE es que puede fabricarse directamente en el lugar de construcción, sin depender de fábricas o transportes pesados. Basta con mezclar tierra y agua, verter la mezcla en tubos de cartón reciclado e ir compactando cada capa. El proceso se puede realizar de forma manual o con equipos de bajo consumo energético. Esta simplicidad lo convierte en un candidato ideal para regiones remotas, zonas con recursos limitados o países que buscan acelerar la construcción de viviendas con materiales de bajo impacto ambiental.
Australia envía cada año más de 2,2 millones de toneladas de papel y cartón a los vertederos. Aprovechar parte de este flujo como material de construcción permitiría reducir desechos y, a la vez, disminuir el coste de los proyectos. Además, la tierra apisonada posee una alta masa térmica, lo que ayuda a regular la temperatura interior. En climas cálidos, esto puede traducirse en edificios más frescos y menor necesidad de aire acondicionado.
El equipo de investigación ya busca alianzas con empresas del sector para llevar el CCRE de los laboratorios a los proyectos constructivos. A diferencia de otras propuestas de “materiales verdes”, este sistema no requiere recursos escasos ni procesos industriales complejos: se basa en elementos abundantes como el suelo, el agua y el cartón reciclado.
Con el creciente interés por materiales naturales como el hormigón de cáñamo o los compuestos de micelio, el CCRE destaca por su aplicabilidad inmediata y por la posibilidad de integrarse en cadenas de suministro locales de forma casi instantánea. Los investigadores coinciden en que estamos ante una alternativa realista y de bajo carbono que podría acelerar la transición hacia una construcción más sostenible.
