No será la primera ni la última vez que una persona decide dejar algo en herencia a alguien ajeno a la familia. Es el caso de un jubilado alemán de 82 años que, para sorpresa de sus allegados, decidió donar su casa, valorada en más de 770.000 euros, a una camarera ucraniana, cuentan en Focus.

El asunto, en realidad, no debería sorprender tanto a la familia. Este jubilado y la camarera se conocieron en un bar que él frecuentaba, y desde entonces han mantenido una estrecha amistad. Ella cuidaba de él y le ayudaba en tareas cotidianas, algo que, vaya, no hacía la familia. 

Pero la familia no lo aceptó y llevó el caso a los tribunales. Según dicen sus hijos, su padre puede estar sufriendo un deterioro cognitivo, pero él no lo ve así. El anciano defiende que su decisión fue libre y consciente, y que si lo hizo fue porque la camarera le brindó el apoyo que necesitaba en los últimos años.

Ahora, las autoridades judiciales investigarán si la camarera llegó a ejercer algún tipo de presión sobre el hombre. Ella niega cualquier manipulación y asegura que la relación de amistad entre ambos era genuina.

En la familia, todos discuten por la casa pero ninguno por el cuidado y compañía del anciano.