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Un vecino deja un mensaje mordaz al dueño de una moto abandonada en la acera y unas cuantas llamadas

Un vecino deja un mensaje mordaz al dueño de una moto abandonada en la acera y unas cuantas llamadas

El mensaje, escrito con ironía y pegado en el asiento de un scooter lleno de multas, se ha hecho viral en Grecia y ha reavivado el debate sobre el civismo en las calles.

Una Vespa apracada en la ciudad de Bolonia.
Una Vespa apracada en la ciudad de Bolonia.Christopher Pillitz

Disfrutar de un paseo por las calles del centro de una gran ciudad se ha convertido en una odisea y una verdadera carrera de obstáculos. Porque, entre las terrazas de los bares y los cenadores de los restaurantes; los carteles con las promociones de algunas tiendas, o los patinetes eléctricos que aparecen tirados en cualquier parte, abrirse paso en una acera es lo que más se parece a una yincana.  

En Atenas, un vecino la ha perdido del todo por culpa de una moto aparcada en mitad de la acera, bloqueando el paso de los peatones. Lejos de mirar hacia otro lado, este héroe anónimo ha decidido pasar a la acción: ha llamado a la policía para notificar el abandono del vehículo, ha esperado a que los agentes impusieran varias multas y, después, le ha dejado su propio recado pegado en el asiento.

La nota, escrita con rabia sarcasmo y en mayúsculas, según la web Alfavita, le dejaba un buen recado al propietario de la moto: “La próxima vez que aparques en mitad de la acera, avisa de qué clase de animal eres. Molestas a todo el mundo y, por tu culpa, la policía acaba viniendo y multando incluso a los que aparcan bien”.

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La imagen del scooter, con las sanciones y el mensaje encima, la ha publicado el medio griego Alfavita.gr y se ha viralizado en cuestión de horas. Muchos usuarios han aplaudido el gesto del vecino, al que algunos ya llaman “el justiciero de la acera”, mientras otros han aprovechado para recordar que aparcar sobre el espacio peatonal es un mal tan habitual como impune en la mayoría de las ciudades europeas.

El episodio ha vuelto a poner sobre la mesa un debate tan viejo como incómodo: el del civismo urbano y el respeto al espacio público. Aparcar en la acera no solo molesta; también obliga a sortear obstáculos a padres con carritos, personas mayores o con movilidad reducida. Esta vez, bastó un papel, unas multas y una buena dosis de sarcasmo para decir en voz alta lo que muchos piensan cada vez que salen a caminar.