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Una ama de casa pobre les pregunta a sus hijos si podían prescindir de la comida caliente y la suerte le acaba sonriendo

Una ama de casa pobre les pregunta a sus hijos si podían prescindir de la comida caliente y la suerte le acaba sonriendo

"Pudimos comprar pasteles de carne con descuento. Había comida caliente en la mesa".

Imagen de archivo de una tarjeta regalo.Getty Images

El riesgo de pobreza y exclusión social entre los menores de 18 años en España ha alcanzado cifras alarmantes. Según el XV Informe anual El Estado de la Pobreza en España, presentado por la Red de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social (EAPN-ES), un 34,6% de niñas, niños y adolescentes se encuentra en esta situación. En términos absolutos, esto representa a 2,7 millones de menores en riesgo.

Más grave aún, si se mide únicamente la tasa de pobreza infantil, España lidera negativamente el ranking de la Unión Europea, con un 29,2%, es decir, 2,3 millones de menores. La pobreza severa afecta ya al 14,1 % de este grupo de población.

En Finlandia, aunque las cifras son más positivas, los recortes podrían empujar a cerca de 30.000 niños más a la pobreza, según calcula el Instituto Finlandés de Salud y Bienestar. La asistencia social se reduciría en torno a un 2% para padres solteros y familias, con un ahorro estimado por el gobierno de 70 millones de euros anuales. En 2024, el organismo Kela pagó 835 millones en ayudas básicas.

Estas cifras dibujan una dura realidad que ya sufren familias como la de Maria, una ama de casa finlandesa que ha visto cómo ha empeorado su calidad de vida y la de sus seres queridos. "Se están recortando las cosas equivocadas. En mi entorno, hay personas que reciben asistencia social y están al borde de la ruina. Reciben una notificación de que necesitan cambiar de apartamento, lo que significa un cambio de entorno vital para sus hijos", denuncia en declaraciones a MTV News.

Maria tiene que enfrentarse cada día a limitaciones vitales. "No puedes comprar tinte ni ir a la peluquería. He aprendido a cortarme el pelo yo misma. No se les puede prometer nada a los niños. Ayer les pregunté si podían prescindir de la comida caliente".

Afortunadamente, una tarjeta regalo de 20 euros salvó la cena: "Pudimos comprar pasteles de carne con descuento. Había comida caliente en la mesa". Mientras las administraciones calculan recortes y proyectan ahorros millonarios, miles de familias se ven obligadas a elegir entre comida caliente o pagar el alquiler. En ese contexto, una simple tarjeta regalo marca la diferencia entre una comida digna y otra noche sin cena.

Pese a este golpe de suerte, la mujer lamenta haber perdido el respeto de su familia: "Es intergeneracional. Mis hijos han empezado a menospreciarme por la pobreza".

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