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Una señora mayor empieza a comer su propia comida en el restaurante y el gesto del camarero dice mucho de su educación

Una señora mayor empieza a comer su propia comida en el restaurante y el gesto del camarero dice mucho de su educación

Los comensales que estaban allí aplaudieron su reacción.

Un camarero, preparando un café.Getty Images

Quien ha trabajado en hostelería sabe lo duro que puede llegar a ser. Jornadas larguísimas de pie, turnos partidos, clientes exigentes y, en ocasiones, situaciones que ponen a prueba la paciencia de cualquiera. No es raro escuchar a este tipo de empleados decir que llegan a casa rendidos, con apenas fuerzas para descansar unas horas antes de volver a empezar.

Sin embargo, no todo son prisas, bandejas pesadas y quejas de clientes. Este oficio también está lleno de historias bonitas y que hacen que todo ese esfuerzo valga la pena. . Momentos en los que la empatía, la amabilidad y la humanidad pesan más que cualquier norma escrita en un reglamento.

Según el medio checo Centrum, algo así fue lo que ocurrió en una cafetería donde trabaja Daniel, un joven camarero que llevaba apenas unos días en el puesto. Y lo que pasó terminó convirtiéndose en una lección de vida para todos los que estaban presentes.

Una clienta inesperada

Todo parecía un día más en el café hasta que una señora mayor entró al local. Según Centrum, la mujer, que vivía en la calle, no pidió menú ni café, simplemente solicitó un vaso de agua caliente. Los clientes la observaron con cierta curiosidad cuando, de repente, sacó un pequeño trozo de pan y empezó a comerlo.

La escena sorprendió a quienes la veían. Algunos pensaron que el camarero le llamaría la atención o, incluso, que le pediría abandonar el lugar, ya que en la mayoría de locales está prohibido consumir comida de fuera. Pero lo que ocurrió a continuación dejó a todos con la boca abierta.

La reacción que nadie esperaba

En lugar de llamarle la atención, se acercó con una sonrisa y volvió a la mesa con una taza de té caliente, algunos dulces, pan fresco e incluso un cuenco de sopa. La mujer no podía creerlo. Su expresión de sorpresa y emoción lo dijo todo, y muchos clientes se conmovieron.

La escena no pasó desapercibida. Los comensales que estaban allí aplaudieron el gesto, algunos le dieron la mano al camarero y otros decidieron contar la historia a sus conocidos. Rápidamente Daniel se convirtió en un ejemplo de humanidad.

Un ejemplo de humanidad

Daniel no solo rompió la norma de “lo que está permitido en un restaurante”, sino que demostró que la empatía y la bondad también tienen un lugar en el trabajo diario, incluso en un sector tan duro como la hostelería.

No cabe duda de que trabajar de cara al público puede ser agotador. Sin embargo, más allá de la rutina, los horarios interminables o la presión del trabajo, lo que marca la diferencia son esos pequeños gestos que nos recuerdan que aún existen personas dispuestas a ayudar sin esperar nada a cambio.

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Soy redactora en El HuffPost España, donde te cuento las historias más curiosas y te intento ayudar a encontrar esos detalles que marcan la diferencia en la vida cotidiana.

 

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Mi trayectoria

Soy madrileña, pero con raíces en Castilla-La Mancha. Estudié Periodismo en la Universidad Ceu San Pablo, aunque siempre digo que mi verdadera escuela ha sido El HuffPost, el lugar donde escribí mis primeras líneas como periodista. Empecé como becaria y ahora colaboro en este medio que me ha visto crecer.


Mi pasión por el periodismo nació en la infancia, cuando dibujaba las portadas de los medios deportivos y soñaba con convertirme en una de aquellas reporteras que veía en la televisión.

 


 

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