Un niño de 14 años gana 25.000 euros con sus figuras de origami, pero lo más llamativo es lo que se puede hacer con ellas
Se llama Miles Wu ha revolucionado la ciencia con un proyecto basado en el pliegue Miura-ori y su posible uso en refugios de emergencia más resistentes, ligeros y compactos.

Si, como es el caso, lees una relación directa entre origami y ciencia, entre un hobby de manualidades y la física de materiales, seguro que no te lo creerías. Pues es real, y lo más sorprendente es que su descubrimiento corresponde a un chaval de 14 años. Su nombre es Miles Wu y ya circula entre las grandes promesas de la ciencia joven en Estados Unidos. A su corta edad, este estudiante de Nueva York acaba de ganar 25.000 dólares gracias a un proyecto que usa un pliegue japonés, el Miura-ori, para crear estructuras más resistentes, compactas y fáciles de desplegar en situaciones de emergencia.
Su investigación no es un experimento escolar más: demuestra que ciertos patrones de origami pueden soportar más de 10.000 veces su propio peso, una relación resistencia-peso que supera a la de muchos materiales usados hoy en refugios portátiles.
La idea surgió mientras estudiaba los incendios en California y el huracán Helene, uno de los desastres más graves de 2024. Ese contexto le hizo preguntarse por qué las tiendas y refugios actuales suelen ser robustos o ligeros, pero casi nunca combinan ambas cosas. Su conclusión fue que el origami podía ofrecer una alternativa real.
Un pliegue japonés que podría cambiar los refugios de emergencia
Pero el Miura-ori no es nuevo. Se usa en paneles solares desplegables, satélites y aplicaciones técnicas donde se necesita un plegado preciso. Pero Wu quiso ir más allá: saber si este patrón podía aplicarse a refugios que permitan actuar rápido en incendios, inundaciones o terremotos.
Dedicó meses a analizar si la relación peso-resistencia del pliegue podía optimizar estructuras de emergencia. Dobló papel, midió ángulos, ajustó alturas y trabajó con distintos materiales. Nada fue casual. Probó tres anchos, tres ángulos, dos alturas de paralelogramo y tres tipos de papel, lo que dio lugar a 54 variaciones y 108 ensayos. Para lograr precisión recurrió a una máquina de corte, mantuvo todas las pruebas en condiciones iguales y fue sumando peso hasta ver cada colapso. Tuvo que usar todos los libros de casa antes de recurrir a pesas.
Su hipótesis inicial era clara: paneles pequeños, ángulos menos agudos y materiales pesados deberían aguantar más. La realidad lo corrigió parcialmente. Sí acertó con las formas, pero no con el material: el papel de copia resultó ser el más eficiente.
"El modelo más resistente soportó más de 10.000 veces su propio peso"
Ese dato lo cambió todo. Según sus cálculos, esa fuerza equivaldría a que un panel del tamaño de un taxi pudiera soportar "más de 4.000 elefantes", como explica en una entrevista a Business Insider. La cifra es llamativa, pero detrás hay un hallazgo técnico: la geometría pesa más que el propio material. La estructura reparte la carga de forma tan eficaz que permite multiplicar la resistencia sin añadir peso.
Este tipo de estudios interesa especialmente a ingenieros que buscan refugios ligeros, compactos y resistentes para emergencias, un sector donde cada minuto cuenta. Las tiendas actuales suelen sacrificar algún elemento: si son robustas, pesan; si pesan poco, no soportan rachas fuertes de viento o lluvias intensas. El Miura-ori ofrece las tres ventajas a la vez.
Wu cree que su propuesta podría servir en incendios forestales, inundaciones repentinas, huracanes y cualquier situación donde sea necesario levantar estructuras estables en poco tiempo.
Un premio reservado para el 10% de los mejores proyectos escolares del país
El Thermo Fisher Scientific Junior Innovators Challenge es uno de los concursos más exigentes de Estados Unidos. Para llegar al premio, los estudiantes deben competir primero en ferias locales donde solo el 10% es nominado. Luego, entre los 2.000 candidatos, el jurado elige 300 y finalmente 30 semifinalistas que viajan a Washington DC.
Allí no solo presentan su proyecto: resuelven desafíos en equipo, explican cómo afrontan problemas y muestran su capacidad para liderar. Maya Ajmera, presidenta de la Sociedad para la Ciencia, explica que Wu destacó también en esas pruebas: "No solo tuvo un proyecto brillante; se comportó como un líder".
Ajmera insiste en la importancia de despertar vocaciones STEM a edades tempranas. En su opinión, este tipo de premios sirve para detectar a quienes formarán parte de la próxima generación de investigadores capaces de resolver problemas complejos: refugios seguros, estructuras de emergencia, resiliencia ante desastres naturales o nuevos sistemas de protección civil.
