Unos conejos desentierran una moneda de 1879

Unos conejos desentierran una moneda de 1879

El trozo de metal guarda cerca de 150 años de historia.  

Un conejo de campo.Jose Antonio Bernat Bacete

Un hombre que fue a cazar conejos con un amigo en Albacete pasó cerca de una casa vieja de piedra, de la que apenas quedaban tres paredes. Al mirar al suelo, vio que la tierra estaba escarbada por sus presas y que habían desenterrado una cosa redonda y azul recubierta de polvo. 

En un primer momento, el cazador pensó que por su tamaño "sería el interior del tapón de alguna vieja botella de gaseosa, pero aun así me agaché para recogerlo". Nada más tocarlo se dio cuenta de que se trataba de una vieja moneda de cobre oxidada, quién sabe si con algunas más, que alguien ocultó allí hacía mucho tiempo, según Jara y Sedal.

El hombre al llegar a su casa limpio la moneda y descubrió que se trataba de cinco céntimos de peseta acuñados en 1879, con "Alfonso XII" como rey constitucional de España y en la inscripción se podía leer "por la gracia de Dios". 

Sorprende como el deporte de la caza puede conectar con la Historia. En 1879 Pablo Iglesias fundaba de manera clandestina el Partido Socialista Obrero Español, Marcelino Sanz de Sautuola descubría las escenas de caza de las cuevas de Altamira, Thomas Edison inventaba la bombilla y Albert Enstein abría sus ojos para ver el mundo por primera vez en Ulm (Alemania).

El hombre ha señalado que cuando observa su hallazgo piensa "en los 144 años que nos separan de aquel instante en el que una máquina golpeó aquel trozo de metal desdibujado para convertirlo en cinco céntimos de una peseta que, por aquel entonces, sólo contaba con diez años de vida". 

El protagonista de la historia se regodea imaginando que "permaneció oculta al desastre del 98, a la última Guerra Civil española, a las dos guerras mundiales, a una dictadura y a una nueva Constitución". 

El cazador también ha puntualizado que "todo ha cambiado tanto, que hasta ella ha sido sustituida por el euro. Acaricio la moneda entre mis dedos y siento que ese trozo de metal es la constatación física de que el tiempo pasa inexorable y que todo cambia".