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Esto demuestra "ley no escrita" sobre las cocinas en España que se cumple casi el 100% de las veces

Esto demuestra "ley no escrita" sobre las cocinas en España que se cumple casi el 100% de las veces

"Decidme si me estoy equivocando..."

Texto superpuesto en un recuadro amarillo sobre un cajón de cocina abierto que describe la “ley no escrita” del orden en las cocinas españolas.
El vídeo comienza con un cartel amarillo que anuncia la “ley no escrita” sobre el orden de los cajones en las cocinas españolas.X

Hay teorías que, sin demostrar, son certezas universales, absolutas: en el armario de los táperes nunca hay una tapa que encaje a la primera y, por muchas bolsas del súper que guardes para tirar la basura, nunca aparece la del tamaño que necesitas o, por otro lado, tienen un agujero. A esas verdades domésticas se suma ahora otra incuestionable: la “ley no escrita” en España de cómo se ordenan los cajones de la cocina y que, visto lo visto en una publicación de X, se cumple siempre.

El vídeo que ha vuelto a poner el asunto sobre la mesa no parte de un estudio sociológico ni de una inspección nacional de cocinas. Parte de algo muchísimo más fiable: un español abriendo los cajones de la suya. El protagonista (no sabemos su nombre) se planta en una de color naranja, brillante, en la que los cajones están hechos a prueba de cualquier golpe, como se puede comprobar en el vídeo que circula por redes sociales. Allí, con el móvil en una mano y la otra en los tiradores, graba su experimento: “Yo creo que una buena cocina española tiene cuatro cajones”. A partir de ahí empieza el retrato más certero del día.

Abre el primer cajón. Ahí está el santuario: un organizador verde con tenedores, cucharas, cuchillos y algún utensilio que nadie recuerda haber comprado. “En el primero: cubiertos”. España entera responde mentalmente: “Correcto”.

Pasa al segundo y aparece el cajón de los "cacharros tochos”, ese donde conviven con las espátulas XXL, los cucharones que parecen remos y un cortador de pizza que nadie usa pero que siempre está dando vueltas y estorbando. “En el segundo: cubiertos, pero más grandes”, dice. No hay réplica posible.

El tercer cajón no tiene misterio porque ahí viven los elementos de batalla. Los buenos, los feos, los que parecen reliquias de otra cocina y los que piden jubilación desde 2014. “En el tercero: trapos”. Este ya duele porque es verdad en un nivel profundo. El vídeo lo  cierra lanzando un órdago a sus seguidores con el que busca pelea sana: “Decidme si me estoy equivocando”. Y, como era de esperar, nadie cree que haya fallado ni un milímetro.

Porque un tuit así solo necesita cinco minutos para que España se lance a clasificar su propia cocina. Las respuestas al tuit, sí son un pequeño estudio sociológico con humor patrio.

Uno tiró de minimalismo puro: “La casa de mi madre”, respondió Padre penitente (@darkfather09), como quien firma un parte notarial. Otro, Jhabi (@Jhabi), ni habló: soltó un gif de Denzel Washington sonriendo con esa aprobación silenciosa que vale más que veinte frases.

Hubo quien no vio margen para el debate. “Es que no veo otra posible opción”, dejó caer Serval3 (@ramiel36), elevando la ordenación de cajones a destino inevitable. Mama Winslow (@OwwMamma) directamente lo canonizó: “No. No estás equivocado 🇪🇸”.

Luego llegaron las respuestas que amplían el universo cajonil. Estrella Mahoulicia (@EstrellaMalici2) tiró de experiencia y añadió el apunte definitivo: “Correcto. Y entre el tercero y el cuarto es donde se guardan las pinzas para cerrar envases y las tapitas de silicona para las cebollas cortadas”.

La nostalgia también se coló. Mariangeles describió su temple doméstico al detalle: “En el primero cubiertos, en el segundo los cubiertos más grandes palas etc en el tercero todos los paños de cocina y en el cuarto bolsas de basura, estropajos nuevos…”.

Y otros, como descampao (@descampao), aportaron su variante personal: “Yo en el segundo tengo trapos + los utensilios de servir y similares”. Cierre breve pero contundente de Beatriz Sánchez (@beisuki): “Tal cual”.

En resumen: nadie sabe si esta ley no escrita figura en algún BOE imaginario, pero a juzgar por las reacciones, España la tiene tatuada en el ADN de la cocina.