Toma cinco copas en un bar, se queja de que no le regalen una y el dueño se pasa el juego con su respuesta
"¿Cortesía u obligación?"

Lo de escribir reseñas en internet va camino de convertirse un género literario. Ya sea por las que emulan una oda para glorificar al camarero más simpático y amable del mundo, o por el drama que provoca el pan duro que sirven en algún restaurante y que impide hacer sopas o, de vez en cuando, por las epopeyas de quien se cree protagonista de su propio reality show. Algunas son dignas de elogiar, otras pueden ser quejas razonables y, de vez en cuando, aparece alguna que provoca una carcajada colectiva.
La última del género de las reseñas viene con una copa en la mano. La de un cliente de un bar que, después de tomarse cinco, montó un espectáculo porque el dueño no le invitó a una sexta. La verdad, es para leerla despacio: "El jefe después de habernos tomado 5 consumiciones, alega que aunque an sido las únicas ventas en toda la tarde me puede servir una consumición pero nunca invitarme”, escribió el crítico en un texto -con faltas ortográficas incluidas- al que, de propina, le acompañan tres puntos al "ambiente" del bar, tal y como se puede leer en la cuenta Soy Camarero de X.
Sin embargo, lo que podía haberse sido otra reseña de Google para olvidar, ha terminado por convertirse en espectáculo viral gracias al ingenio del propietario del bar, que decidió no quedarse callado y responderle al ofendido cliente. Y no lo hizo con un tibio "sentimos las molestias" sino que lo ha hecho con un nivel de ironía digna de Juegos Olímpicos. "No te lo vas a creer, David... Me pasó exactamente lo mismo el otro día, haciendo la compra en el supermercado", empieza su respuesta el hostelero, frotándose las manos porque ya tiene preparado el saque para, como Carlos Alcaraz, llevarse el juego, el set y el partido.
La verdad, es que la comparación no tiene desperdicio. Porque el dueño del bar sigue con su respuesta: "Fui después de comer, y a pesar de ser el único cliente, llené el carro de comida y no fueron capaces de invitarme a nada", ni un mísero yogur le regalaron. “Me hicieron pagar todo. Inexplicable… ¡¡Dónde vamos a llegar!!”, remató con un sarcasmo tan afilado que redujo la queja original a anécdota. En pocas líneas, la supuesta víctima pasó de cliente incomprendido a protagonista de un zasca monumental.
El perfil Soy Camarero, encargado de difundir la reseña y la respuesta del propietario del bar, lanzó la pregunta del millón al publicar su tuit: “¿Cortesía u obligación?”. En X, la gran mayoría lo ha tenido más que claro: cortesía sí, obligación nunca. Y hay quien, incluso, lo acompañaron de experiencias igual de surrealistas. “El otro día nos pasó con una mesa de 3 personas que no llegaban ni a 10€ cada uno… La señora se sintió ofendida cuando le dije que si PEDIA el chupito lo tenía que pagar, exigencias 0 (cero)”, contó un hostelero.
La moraleja de la historia es sencilla: un bar no es un rasca y gana en el después de cuatro intentos te toca el premio. Porque el cliente dejó una estrella en Google, pero el dueño se ha llevado cinco en la red social que antes llamábamos Twitter. Pero lo que queda claro es que la paciencia de los que trabajan en hostelería no es infinita. La cortesía está muy bien, pero todo tiene un límite y, en este caso, la copa gratis se la lleva la ironía del propietario, servida bien fría y con hielo.
