Miguel Ángel Lurueña, experto en alimentación: "Si los primeros ingredientes son azúcar, harina refinada... es un mal producto
Su planteamiento es claro: lo importante no es tanto la publicidad o el envoltorio, sino aprender a interpretar la realidad del producto.

La conversación sobre nutrición suele estar marcada por dudas, mitos y mensajes contradictorios. En una entrevista recogida por La Voz de Galicia, el tecnólogo de alimentos Miguel Ángel Lurueña, autor del blog Gominolas de Petróleo y del libro Que no te líen con la comida, invita a revisar despensas, rutinas y creencias para entender mejor qué estamos consumiendo. Su planteamiento es claro: lo importante no es tanto la publicidad o el envoltorio, sino aprender a interpretar la realidad del producto.
Lurueña desmonta ideas muy extendidas. Recuerda que no todo lo procesado es perjudicial ni todo lo fresco es necesariamente perfecto. Pone ejemplos sencillos: los guisantes ultracongelados o las ensaladas de bolsa “son saludables”, mientras que productos aparentemente más cotidianos, como ciertos embutidos o la mermelada, pueden ser insanos. Y advierte de que los ultraprocesados —aquellos en los que ya no se distinguen los ingredientes, como cruasanes industriales o bollería comercial— deben considerarse siempre poco recomendables.
Sobre la confusión alimentaria, afirma que “es fácil perderse”, ya que la desinformación procede tanto del marketing como de las redes sociales, donde proliferan mensajes alarmistas o promesas milagrosas. Por eso insiste en una clave fundamental: basar la dieta en alimentos frescos y poco procesados, especialmente de origen vegetal. Hortalizas, legumbres, verduras, fruta, pescado o huevos deberían constituir el núcleo de una alimentación equilibrada, aunque muchas veces —señala— buscamos excusas para evitarlos.
Uno de los puntos más relevantes de la entrevista es su explicación sobre el etiquetado. Para él, la lista de ingredientes es decisiva: “Si los primeros ingredientes son azúcar, harina refinada... estamos ante un mal producto. Si son legumbres o verduras, el producto es bueno”. En cambio, la información nutricional, que solemos mirar primero, debería servir solo como complemento. También recuerda que algunos reclamos publicitarios, como “refuerza tus defensas”, solo deben utilizarse cuando hay evidencia científica sólida, algo que no siempre ocurre.
Lurueña aborda igualmente otros debates populares: los supuestos superalimentos (“no existen”), los purés de fruta en brik (“¡no son fruta!”) o los desayunos tradicionales basados en galletas, cereales azucarados y cacao en polvo, que califica de insanos. Defiende opciones mucho más simples y nutritivas, desde huevo cocido hasta fruta entera o incluso lentejas sobrantes.
También aclara cuestiones prácticas, como el código de los huevos (“el 0 es ecológico, el 1 campero, el 2 de suelo y el 3 de jaula”) y la eterna duda sobre la leche: no es imprescindible y, si se consume, “mejor entera”.
