HRW denuncia un ataque con bombas de racimo de fabricación rusa en Alepo
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HRW denuncia un ataque con bombas de racimo de fabricación rusa en Alepo

La organización internacional Human Rights Watch (HRW) ha denunciado el supuesto uso de bombas de racimo de fabricación rusa en un ataque aéreo lanzado el pasado 4 de octubre al suroeste de Alepo, aunque no ha podido determinar si se trata de un armamento utilizado por la Fuerza Aérea de Rusia o por el régimen de Bashar al Assad (a quien se ha acusado en el pasado del empleo de estas armas).

La organización ha informado en un comunicado de que el ataque en cuestión se produjo en la zona de Kafr Halab y supuso la utilización de un modelo "avanzado" de bombas de racimo, un tipo de armamento prohibido por la mayoría de los países por las graves consecuencias que acarrea para la población civil. En el vídeo de más arriba puedes ver cómo funciona.

Las imágenes difundidas en los últimos días por medios locales muestran a las afueras de Kafr Halab supuestos restos de submuniciones de bombas SPBE, un modelo que hasta ahora no se había visto en la guerra siria. Este tipo de armamento, de fabricación rusa, desciende con paracaídas y sirve, en principio, para destruir carros blindados.

Varios vídeos correspondientes supuestamente al día 4 muestran explosiones en el aire que encajarían con ataques con SPBE, según HRW, que no tiene constancia de que se hayan producido víctimas por estas acciones.

(Puedes seguir leyendo tras la foto...).

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Supuestos restos de bombas de racimo rusas, en la zona de Kafr Halab.

El subdirector de HRW para Oriente Próximo, Nadim Houry, ha considerado "preocupante" la utilización de este armamento "debido al daño que puede causar a los civiles durante los próximos años". "Ni Rusia ni Siria deberían usar estas municiones y ambos países deberían unirse cuanto antes al tratado internacional que las prohíbe", ha reclamado.

HRW ha documentado el uso de estas bombas en la guerra de Siria desde el año 2012 y ha culpado en varias ocasiones al régimen de Al Assad. La ONG no tiene constancia de que ningún grupo insurgente haya recurrido a este tipo de armamento, que también puede ser lanzado desde tierra.

Entre 2012 y 2014, al menos 1968 personas fueron víctimas de ataques con bombas de racimo o de la explosión de submuniciones sin explotar. La amplia mayoría de estas víctimas han sido identificadas como civiles, ha subrayado Human Rights Watch.

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Soy redactora centrada en Global y trato de contar el mundo de forma didáctica y crítica, con especial atención a los conflictos armados y las violaciones de derechos humanos.

 

Sobre qué temas escribo

Mi labor es diversa, como diverso es el planeta, así que salto de Oriente Medio a Estados Unidos, pero siempre con el mismo interés: tratar de entender quién y cómo manda en el siglo XXI y cómo afectan sus decisiones a la ciudadanía. Nunca hemos tenido tantos recursos, nunca hemos tenido tanto conocimiento, pero no llegan ni las reformas ni la convivencia prometidas. Las injusticias siempre hay que denunciarlas y para eso le damos a la tecla.

 

También tengo un especial empeño en la actualidad europea, que es la que nos condiciona el día a día, y trato de acercar sus novedades desde Bruselas. En esta ciudad y en este momento, la defensa es otra de las materias que más me ocupan y preocupan.

 

Mi trayectoria

Nací en Albacete en 1980 pero mis raíces son sevillanas. Estudié Periodismo en la Universidad de Sevilla, donde también me hice especialista en Comunicación Institucional y Defensa. Trabajé nueve años en El Correo de Andalucía escribiendo de política regional y salté al gabinete de la Secretaría de Estado de Defensa, en Madrid. En 2010 me marché como freelance (autónoma) a Jerusalén, donde fui corresponsal durante cinco años, trabajando para medios como la Cadena SER, El País o Canal Sur TV.

 

En 2015 me incorporé al Huff, pasando por las secciones de Fin de Semana y Hard News, siempre centrada en la información internacional, pero con brochazos de memoria histórica o crisis climática. El motor siempre es el mismo y lo resumió Martha Gellhorn, maestra de corresponsales: "Tiro piedras sobre un estanque. No sé qué efecto producen, pero al menos yo tiro piedras". Es lo que nos queda cuando nuestras armas son el ordenador y las palabras: contarlo. 

 

Sí, soy un poco intensa con el oficio periodístico y me preocupan sus condiciones, por eso he formado parte durante unos años de la junta directiva de la ONG Reporteros Sin Fronteras (RSF) España. Como también adoro la fotografía, escribí  'El viaje andaluz de Robert Capa'. Tuve el honor de recibir el XXIII Premio de la Comunicación Asociación de la Prensa de Sevilla por mi trabajo en Israel y Palestina y una mención especial en los Andalucía de Periodismo de la Junta de Andalucía (2007). He sido jurado del IV Premio Internacional de Periodismo ‘Manuel Chaves Nogales’.

 

 


 

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