EEUU bloquea en la ONU cualquier condena de la masacre de Israel en Gaza

EEUU bloquea en la ONU cualquier condena de la masacre de Israel en Gaza

Tras el sangriento lunes, las protestas se saldaron hoy con dos muertos y un centenar de heridos.

La embajadora permanente de Estados Unidos ante la ONU, Nikki Haley, se marcha de la sala mientras interviene su homólogo palestino, Riyad Mansur.Justin Lane / EFE

Palabras, sólo palabras. Eso es lo que están recibiendo los gazatíes por parte de la comunidad internacional. Un cruce de condolencias, pésames y acusaciones -del "pobres" al "eran terroristas"- que no cuaja en medida concreta alguna. No se ha conseguido arrancar ni una resolución de Naciones Unidas que condene el ataque, porque hacerlo supone señalar a Israel, y EEUU ha vuelto a no consentirlo, ni siquiera si se hacía referencia al uso que Hamás puede estar haciendo, desde dentro, de algunos civiles desarmados. Así, los palestinos parece que mueren espontáneamente.

Este martes, resaca del día más sangriento en la Franja desde el verano de 2014 con 60 muertos y 2.000 heridos, era el 70º aniversario de la Nakba, la catástrofe palestina provocada en 1948 tras la declaración de independencia de Israel y la posterior guerra. En las manifestaciones que se han dado de nuevo en Gaza, con la losa del goteo de entierros, se han contabilizado dos nuevos muertos y más de cien heridos por la carga del Ejército de Israel. Mientras, las ONG se desgañitan denunciando que los hospitales carecen de todo lo necesario para atender con garantías a los heridos, muchos de ellos alcanzados por fuego real y por municiones que hacen estallar la carne con la que se encuentran.

Un día que acaba con un nombre propio, el de Laila al-Ghandour, la bebé de ocho meses muerta el lunes por los gases lanzados por Israel. Su rostro en paz se ha convertido en la imagen del dolor de Gaza.

Sin resolución

Este martes, el Consejo de Seguridad de la ONU ha tratado de urgencia lo ocurrido en Gaza ayer. Lo ha hecho a petición de Kuwait, que encabezaba una iniciativa de los países árabes. Aunque antes del debate se ha guardado un minuto de silencio por las víctimas, poco más ha salido en claro. El texto que defendían los árabes condenaba la matanza de civiles y solicitaba una investigación que permita depurar responsabilidades en el Ejército de Israel. Sin embargo, EEUU lo bloqueó para proteger a su aliado israelí. Se quedó solo, una vez más.

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  El embajador palestino en la ONU, Riyad Mansour, señala a sus homólogo israeli, Danni Danon, durante la sesión del Consejo.Anadolu Agency via Getty Images

Ahora la esperanza de los kuwaitíes es volver a la mesa con otro escrito en el que, al menos, se adopte una resolución que garantice la protección de los civiles, "para que Israel se responsabilice como fuerza ocupante". Es una vía con la que el gobierno palestino lleva años amagando: hacer ver públicamente que Tel Aviv domina su territorio y, por tanto, tendría que hacerse cargo del bienestar de sus ocupados. "Queremos que el Consejo haga algo", explicó el embajador kuwaití, Mansur Al Otaibi, que no quiso adelantar detalles sobre qué tipo de mecanismo se propondrá, pero que sí avanzó que no sería una misión de mantenimiento de la paz de la ONU.

Estados Unidos defendió que la violencia desatada no tiene ninguna conexión con el traslado de su embajada a Jerusalén y defendió la respuesta dada por Israel a las protestas. "Aquellos que sugieren que la violencia en Gaza tiene algo que ver con el emplazamiento de la embajada de EEUU están sumamente equivocados", dijo la representante estadounidense ante Naciones Unidas, Nikki Haley, al Consejo de Seguridad. Haley culpó de todo lo ocurrido a Hamás, como lo hizo el gobierno del primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, y consideró que Israel ha demostrado mucha "contención" en su reacción. "¿Quién entre nosotros aceptaría este tipo de actividad en su frontera? Ningún país en esta sala actuaría con más contención que Israel", dijo.

¿Quién entre nosotros aceptaría este tipo de actividad en su frontera? Ningún país en esta sala actuaría con más contención que IsraelNikki Haley, embajadora de EEUU ante la ONU

La diplomática acusó a Hamás de estar determinado a "hacer las vidas de los palestinos miserables" y aseguró que el movimiento islamista está "satisfecho con los resultados de ayer". Fue más allá y aprovechó para señalar a Irán como responsable de la tensión en Oriente, con su apoyo a "los terroristas" como el Movimiento de Resistencia Islámico. El discurso contra los ayatolás se refuerza, una semana después de que Washington abandonase el acuerdo nuclear con Teherán, suscrito además por Rusia, China, Francia, Reino Unido y Alemania.

¿Y el resto?

Una mayoría de los miembros del Consejo de Seguridad, sin embargo, reiteraron su oposición al movimiento estadounidense de trasladar la embajada desde Tel Aviv e insistieron en que el estatus de Jerusalén sólo puede definirse en un acuerdo de paz entre israelíes y palestinos. Algunos, como Rusia, advirtieron que las "acciones unilaterales" estadounidenses están teniendo un impacto negativo sobre el terreno y desestabilizando aún más la situación.

Además, con más o menos firmeza, casi todos criticaron la respuesta dada por Israel a las protestas en la frontera de Gaza y el alto número de víctimas. Bolivia, por ejemplo, pidió que la Corte Penal Internacional (CPI) investigue "los crímenes cometidos" contra los palestinos durante las manifestaciones de las últimas semanas. Otros, como los países de la Unión Europea, insistieron en que "las fuerzas de seguridad israelíes deben abstenerse de un uso excesivo de la fuerza contra civiles desarmados". "El uso de la fuerza letal debe ejercerse con la máxima contención y solo como último recurso para proteger vidas", señalaron en una declaración conjunta Francia, el Reino Unido, Holanda, Suecia y Polonia.

El uso de la fuerza letal debe ejercerse con la máxima contención y solo como último recurso para proteger vidasLos embajadores de la UE ante la ONU

A título nacional algunos de ellos fueron más allá, tildando la respuesta israelí de "inadecuada y desproporcionada" y condenando los "injustificados" disparos "indiscriminados" contra manifestantes, como hizo el embajador francés, Francois Delattre. Varios países, al mismo tiempo, subrayaron la necesidad de que las protestas de los palestinos sean pacíficas y acusaron a Hamás de utilizarlas para amenazar a Israel.

Los Estados árabes también quisieron mostrar su unidad, arropando al embajador palestino, Riyad Mansur, que criticó la inacción de Naciones Unidas ante el sufrimiento de la población civil.

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Israel, por su parte, defendió que lo que otros llaman manifestaciones son "disturbios violentos" en los que se está intentando penetrar en territorio israelí para causar daños. "Hamás ha cometido crímenes de guerra no solo contra civiles israelíes, sino también contra su gente, convirtiéndolos en escudos humanos", dijo el embajador israelí, Danny Danon. "Cada víctima resultado de la reciente violencia es una víctima de los crímenes de guerra de Hamás", insistió.

Ante Antonio Guterres, el secretario general, que dijo estar "profundamente alarmado", el enviado de la ONU para Oriente Medio, Nickolay Mladenov, aseguró por su parte que "no hay justificación" para la "tragedia" vivida en Gaza y señaló a los dos, a Israel y al movimiento islamista Hamás, por su responsabilidad en lo ocurrido. Mladenov recordó que Israel debe "calibrar el uso de la fuerza" y solo usar medios letales como último recurso. "Debe proteger sus fronteras de infiltraciones y terrorismo, pero debe hacerlo de forma proporcionada e investigar, de forma independiente y transparente, cada incidente que ha llevado a la pérdida de vidas", dijo el diplomático.

"Hamás, que controla Gaza, no debe usar las protestas como tapadera para intentar colocar bombas en la valla y crear provocaciones, sus operativos no deben esconderse entre los manifestantes y poner en riesgo las vidas de civiles", añadió.

El día después

Los palestinos conmemoraban hoy la Nakba ("Catástrofe), como denominan a la desposesión y exilio que les supuso la fundación del Estado de Israel en 1948. Ningún 15 de mayo es festivo, pero este ha sido especialmente sombrío, en medio del duelo nacional por los 60 fallecidos y más de 2.000 heridos por los disparos israelíes de ayer en Gaza. Hoy, a ellos ha habido que sumarles dos fallecidos más y otro centenar de heridos, 14 de ellos por munición real, en nuevas manifestaciones de la llamada Gran Marcha del Retorno que se desarrollan en Gaza desde el 30 de marzo y terminan hoy.

Miles de personas asistieron a los funerales de 25 de los 60 fallecidos que fueron enterrados hoy, entre ellos, una niña de ocho meses que al parecer murió por inhalación de gases lacrimógenos en los incidentes ocurridos en el campo de refugiados de Malaka. Su nombre era Laila. "No hemos faltado ningún viernes. Ellos (los padres) se acercaron demasiado ayer y cayeron los gases. La niña estaba asfixiada e intentaba respirar, pero ya no podía. Murió de camino al hospital", ha narrado a la Agencia Efe la abuela de la menor.

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  La pequeña Laila al-Ghandour, abrazada por sus familiares.Mohammed Salem / REUTERS

Las protestas fueron hoy visiblemente menos concurridas hoy, con cientos de personas mirando al lado israelí, mientras que algunos palestinos lanzaron cócteles molotov y quemaron ruedas junto a la frontera. En un comunicado, el Ejército israelí aseguró hoy que "al menos 24 terroristas con antecedentes documentados" están entre los palestinos -ocho de ellos menores- abatidos ayer en las protestas en la frontera, en las que hubo también más de 2.700 heridos, de ellos más de mil por impacto de bala.

El Ministerio del Interior en Gaza publicó, por su parte, las fotografías de diez de sus miembros, muertos en las protestas, que trabajan para el aparato de seguridad del enclave, controlado por el movimiento islamista Hamás desde hace más de una década.

Más allá de las protestas en Gaza, hoy había convocada una jornada de huelga general en toda Palestina (la franja, Cisjordania y Jerusalén este), un llamamiento promovido por el presidente palestino, Mahmud Abbas, que casualmente ha sido hoy dado de alta en Ramala tras ser operado con éxito del oído medio, una "cirugía menor", según sus asesores. El paro ha sido masivamente seguido en los territorios palestinos.

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  Un manifestante palestino, durante una marcha por la Nakba cerca del asentamiento judío de Beit El, próximo a Ramala.Mohamad Torokman / REUTERS
  Un palestino circula en bicicleta por una calle con todos los comercios cerrados en Nablus, Cisjordania.ALAA BADARNEH / EFE

Desbodadados

El Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) ha denunciado hoy que el personal médico en Gaza está "desbordado" y totalmente "agotado" ante el gran flujo de muertos y heridos por disparos del Ejército israelí, y que teme por lo que pueda ocurrir si surge otro episodio de gran violencia como el de ayer.

"El desafío del personal médico, aunque está desbordado y agotado, es continuar con la selección de los heridos para determinar el orden en el que deben ser tratados para atender más rápido los casos más urgentes", señaló la organización humanitaria en un comunicado.

El CICR es una de las escasas instituciones de auxilio internacionales que están presentes dentro de Gaza, un territorio bloqueado por Israel. "El costo humano de la violencia en las zonas fronterizas (de Gaza con Israel) es abrumador. Los hospitales y el personal apenas pueden afrontar la llegada masiva de heridos, muchos de ellos en un estado grave", señaló el jefe de la oficina del CICR en Gaza, Guislain Defurne. La entidad dijo estar muy preocupada por la capacidad logística y de las infraestructuras médicas en ese territorio palestino para hacer frente a esta grave situación.

No ha sido la única en denunciar esta situación desesperada. La UNRWA, el organismo de la ONU dedicado a los refugiados palestinos, afirma literalmente que "Gaza ya no puede más".

Desde ONG como Médicos Sin Fronteras o Médicos del Mundo se denuncia, además, el uso de munición tremendamente dañina, que hace aún más difícil atender a los pacientes.

70 años de Nakba: todo por hacer

Hace 70 años nacía Israel. Lo hacía sobre la base legal de una resolución de la ONU pero también sobre los pilares del dolor y la guerra, que acabó expulsando a más de 700.000 palestinos de sus hogares. Lo que a un lado de la línea verde se considera un aniversario de alegría, en el otro se llama catástrofe.

¿Pero qué es lo que, si no hubiera existido la matanza de Gaza, hubiera centrado las reivindicaciones de hoy de los palestinos? Cuatro peticiones que aún no han logrado. La primera es el reconocimiento de su estado. Ya son un estado observador, no miembro, de la ONU, desde 2012. Desde entonces, más del 90% de los países del mundo han reconocido individualmente la soberanía de los palestinos sobre su territorio, aunque faltan las grandes potencias y los países occidentales, los que pueden de veras inclinar la balanza a su favor. España, por ejemplo, ha votado que el Congreso inste al Gobierno a reconocer el estado, pero el reconocimiento explícito no se ha producido. En los procesos de paz recientes siempre se ha hablado de solución de dos estados, palestino e israelí, vecinos en paz, pero justo las políticas de Donald Trump parecen empujar al fin de esa salida.

La segunda deuda pendiente es la de la desaparición de la ocupación. Tras la guerra del 67, Israel ocupó los territorios palestinos. De Gaza sacó los últimos colonos en 2005 -aunque sigue controlando todo su perímetro por tierra, y vigilando desde el aire y desde el mar, sometiendo a la población a un durísimo bloqueo- pero en Cisjordania y el este de Jerusalén siguen residiendo cerca de 600.000 personas en asentamientos reconocidos como ilegales por Naciones Unidas. Además, Israel tiene el control civil y militar total en más del 60% del territorio palestino, lo que impide el crecimiento de su población y de su economía, discontinuos como son esos territorios.

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Tercera petición: que vuelvan los que se fueron. Según datos del Gobierno palestino avalados por la ONU, 726.000 personas tuvieron que dejar sus hogares en 1948, horrorizados con la contienda, buscando un lugar más seguro, expulsados por tropas israelíes o directamente muertos. Hoy se calcula que ellos y sus descendientes suman más de cinco millones de personas. Las resoluciones de Naciones Unidas reconocen el derecho al retorno, pero Israel nunca ha estado por la labor de concederlo y en escasas ocasiones ha hablado de reparación.

Su cuarto y último sueño se llama Jerusalén. Los palestinos aspiran a tener en Jerusalén Este la capital de su futuro estado. Actualmente, desde 1967, la parte árabe de la ciudad triplemente santa está ocupada por Israel, que domina por completo cada calle palestina, en las que viven unas 250.000 personas. Dos tercios de la actual Jerusalén son antiguo suelo árabe, indica la ONU. La famosa línea verde que dividía en los mapas los dos lados de la ciudad hoy no es más que una avenida importante cargada de tráfico. No hay mezcolanza de las dos poblaciones más que la que obligan determinados servicios, no es Jerusalén una ciudad porosa ni de convivencia.