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La fumata verdiblanca en Florencia vale por una final de Conference League

La fumata verdiblanca en Florencia vale por una final de Conference League 

El Betis empata con prórroga en su visita a la Fiorentinay luchará con el Chelsea por el título. El Athletic no puede obrar el milagro en Old Trafford.

Los jugadores del Betis celebran la clasificación para la final de Conference League.MATTEO PAPINI

El Real Betis Balompié se ha clasificado este jueves para la final de Conference League, lo que será la primera final de competición europea en toda su historia, debido a su empate (2-2) con prórroga ante la ACF Fiorentina y así haciendo bueno el 2-1 de la ida en estas semifinales.

En el Estadio Artemio Franchi de Florencia, los pupilos de Manuel Pellegrini atacaron en el minuto 9 por obra de Antony Santos, que obligó a que David de Gea se luciera con su parada. En el 20' respondieron los locales con un eslalon de Moise Kean, yéndose de un par de rivales hasta mandar por encima del larguero su derechazo desde el balcón del área.

El juego a balón parado de la Fiorentina, siempre encargado a Rolando Mandragora, empezó a causar estragos al Betis en el 22'. En un córner, Pietro Comuzzo cabeceó bombeado tras la mala salida del guardameta Fran Vieites y Youssouf Sabaly salvó bajo el larguero; raudo remató el propio Comuzzo esa bola suelta y Marc Bartra también impidió el gol de milagro.

Un minuto más tarde, Antony esquivó a zagueros dentro del área y disparó raso ajustado al palo izquierdo, pero De Gea de modo sensacional desbarató su ocasión. Eso sí, a la media hora se desquitó Antony con un golazo de falta directa para hacer el 0-1, zurdazo desde lejos hasta entrar en la portería 'viola' casi por la escuadra y tras tocar un palo.

Devolvieron la moneda los locales con la igualada en el minuto 34, al saque de un córner que cabeceó certero de Robin Gosens. Y como un 'déjà vu', en el 42' repitió Gosens con un testarazo para firmar el 2-1 en otro córner que botó esta ve Yacine Adli. Justo antes, Johnny Cardoso se había topado con el travesaño del arco rival en un derechazo lejano.

Tras el descanso, los nervios fueron aumentando paulatinamente y eso se tradujo en imprecisiones y en faltas claras, valederas de tarjetas amarillas, para evitar oportunidades de gol al oponente. En el 89' tuvo el Betis una doble opción de meter el 2-2, pero De Gea primero y su zaga después repelieron sendos tiros de Antony y de Ez Abde.

Para colmo bético, en el descuento se inventó Antony un nuevo ataque prometedor y en el que centró al área pequeña de la Fiorentina, pero ahí Cédric Bakambu no acertó en su remate a bocajarro frente a la salida de De Gea. Ya metidos en la prórroga, el conjunto verdiblanco cristalizó su retahíla de ataques en el 2-2, obra de Abde pero con más protagonistas.

Aitor Ruibal bajó un pelotazo en largo en zona de tres cuartos y a la media vuelta filtró un pase raso para que Antony corriera al hueco por la banda derecha, y el brasileño dio un pase 'de la muerte' para que su compañero empujase el empate que a la postre fue el resultado definitivo.

De hecho, Abde rozó el tercer gol visitante en el último minuto de la prórroga, si bien envió al poste un zurdazo raso y cruzado. Pese a ello, y coincidiendo con la elección de un nuevo papa en el Vaticano, a 277 kilómetros de distancia se produjo la particular fumata verdiblanca para citarse el 28 de mayo en Breslavia (Polonia) contra el Chelsea FC.

El Athletic no obra el milagro en Old Trafford

  Mikel Jaureguizar llora tras caer en Old Trafford ante el ManchesterADAM VAUGHAN

Como dictaba la lógica, no hubo milagro en Old Trafford. El Athletic Club de Bilbao soñó durante unos minutos con la remontada gracias a un golazo de Mikel Jauregizar, pero fue arrollado en la recta final de partido. La ida y ese doloroso 0-3 en San Mamés fue demasiado para un Athletic que se queda sin la oportunidad histórica de jugar la final de la Europa League en su estadio.

En cualquier otra situación, pensar en remontar un 0-3 al United en Old Trafford sería tratado de locura, del pensamiento que solo un necio podría tener, pero a este United, el peor en la historia de la Premier League y definido como su entrenador como el peor equipo inglés en poder levantar un título europeo -afirmación corroborada por los datos-, le puede ocurrir cualquier cosa.

Por eso cuando Mikel Jauregizar puso el cuero en la escuadra a la media hora, en una jugada propiciada por una concatenación de errores de Harry Maguire, no fueron pocos en la grada de Old Trafford los que pensaron "Madre mía, la que se viene".

Ese gol había sido un oasis en el intento de remontada de los bilbaínos, que más allá de un par de disparos sin peligro de Berenguer, estaban bien contenidos por los ingleses, contentos con el 0-0 y con los espacios que se generaban en campo contrario.

Era un partido idóneo para que Garnacho o Hojlund aprovecharan alguna contra para matar esto y despejar cualquier atisbo de remontada de la cabeza del Athletic, pero, claro, esto es el United, y el golazo de Jauregizar hizo que las piernas temblaran y que los ingleses se marcharan cabizbajos al descanso. "¿Y si nos remontan, qué?".

Quién saldría entero de un desastre como ese. Si en el Vaticano se estaba eligiendo nuevo Papa, aquí en Mánchester habría que cambiar hasta al apuntador.

Pero a este Athletic, sin los hermanos Williams ni su máximo goleador, Oihan Sancet, en ataque, le costaba horrores crear. Por eso cada que se acercaban a tres cuartos de cancha, la ocasión acababa en un disparo alejado. Y uno te puede entrar, pero que vayan dentro tres en un espacio de noventa minutos ya es mucho más complicado.

Poco a poco se fue extinguiendo la llama de una remontada que solo se acercó al imaginario bilbaíno en ese disparo de Jauregizar. No pudo llegar a ser tangible, quizás por las bajas o por los errores de la ida y, aunque el Athletic volvió a competir, como hace trece años, esta vez el resultado fue mucho más amargo.

No habrá final en San Mamés ni un título europeo que a los 'leones' se les escapa desde siempre. El verdugo de la última esperanza fue Mason Mount, que con un giro dentro del área y un remate con la derecha terminó de tumbar el último sueño de milagro. Casemiro, Rasmus Hojlund y Mount otra vez, desde casi el centro del campo, ya con el equipo rendido, se encargaron de sentenciar un partido muerto desde hace mucho.

Falta la liga e intentar clasificarse a la Champions League, pero el regusto que queda a los de Valverde es que trenes, como el de jugar una final europea en tu estadio, solo pasan una vez en la vida.