La OPA que nunca pudo ser: el día que los accionistas del Sabadell acabaron con el sueño imposible del BBVA
No eres tú, soy yo. Son los accionistas. Antes eran los reguladores o el Gobierno. Pero la oferta hostil de la entidad vasca por el banco catalán se ha encontrado con tantos baches que el desenlace ha sido el esperado.
Empezó mal, siguió mal y acabó mal. Así se podría resumir, grosso modo, cómo ha sido la OPA hostil que BBVA presentó en mayo de 2024 por el Banco Sabadell y que los accionistas del banco catalán han desestimado en los últimos días. Se podría decir que lo que mal empieza, mal acaba.
La entidad que lidera Carlos Torres puso la quinta marcha y quiso absorber el Sabadell. Una noticia que no gustó nada ni a su propio presidente, Josep Oliu, ni a miembros del Gobierno de España.
La primera reacción desde el Ministerio de Economía, Comercio y Empresa fue un rotundo rechazo "tanto en la forma como en el fondo". El Ejecutivo central aseguró que "supondría un incremento en el nivel de concentración que podría tener impacto negativo en el empleo y en la prestación de servicios financieros".
BBVA presentó la oferta a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) y lanzó una propuesta directa para los accionistas del Sabadell. Pero ese sólo fue el inicio. El camino sería tan tedioso, de tanta convulsión, que el rechazo de la última semana no parece haber sido ninguna sorpresa.
Lo que mal empieza...
Lo que ha pasado con la OPA hostil del BBVA por el Sabadell se recordará durante bastante tiempo. Poco han tenido que ver los movimientos de estos últimos meses con la oferta del año 2020.
Carlos Torres confiaba en que todo terminara como ellos querían, con la absorción de la entidad catalana. Pero los últimos 17 meses han dejado claro que los planes no siempre salen como uno quiere.
BBVA recibió el visto bueno del Banco Central Europeo (BCE) en septiembre de 2024. No fue hasta el 30 de abril de este mismo año cuando la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) haría lo propio. Aunque con algunos compromisos que modificaban un poco- aunque tampoco mucho- la ruta de la entidad vasca.
Pero el sí de la CNMC sólo fue la antesala de lo que estaba por venir. Aunque el banco que lidera Carlos Torres esperaba que el Gobierno dejara que fuesen los accionistas del Sabadell- como había pasado hasta ahora- la cosa no salió como pensaban.
El Ejecutivo central abrió por primera vez una consulta pública por la OPA hostil para saber si respetaba "el interés general" de la ciudadanía. Tras conocer la opinión de la gente, el Consejo de Ministros dio su 'sí' particular a la operación. Y decimos particular, porque los planes de BBVA se veían afectados de lleno.
Ni hostil ni OPA
Y es que el Gobierno decidió autorizar la oferta, obligando a BBVA a frenar un poco sus intenciones. En concreto, ambas entidades debían mantener su personalidad jurídica y patrimonio separados durante tres años, pero también contaba con criterios adicionales como una cohesión territorial o un plan de protección de los trabajadores, entre otros.
La entidad de Carlos Torres llegó con vida al final que tanto había soñado. Después del rocambolesco proceso, que parecía que no iba a salir por la presión del propio Ejecutivo central, sólo quedaba un paso: los accionistas del Sabadell.
Ya sea por el cansancio del duro recorrido hasta el 'sí' de Moncloa o por cualquier otro motivo, BBVA mejoró su oferta para tratar de convencer a los inversores de la entidad catalana. De hecho, desde el banco vasco, su consejero delegado, Onur Genç, confiaba en una aceptación superior al 50%. Pero el resultado no ha sido ni mucho menos el que esperaban: fue aceptada por únicamente un 25,33% de las acciones.
Ese resultado, conocido este jueves, derrumba por completo la idea que tenían tanto Carlos Torres como su equipo y pone fin a un sueño que desde el primer momento se había antojado imposible. Sí, BBVA se ha recuperado en bolsa este viernes, mientras que el Sabadell ha sufrido una fuerte caída.
Pero ese es el mercado, amigos. La realidad es que el "capítulo" que se cierra es uno de los golpes más duros para la entidad vasca y su presidente, que descarta dimitir. Mientras dicen algo lógico, "no es el resultado que esperábamos", el plan ha hecho aguas y se ha terminado cayendo por su propio peso.