Lluís, frutero vocacional que ha visto crecer su puesto en el mercado: "He hipotecado mi vida personal por mi trabajo"
"No he hecho nada más que vender fruta y verdura en mi vida y me sigue gustando", explica este profesional de Barcelona.

Por cada puesto del mercado, la vida pasa mañana tras mañana. Gente de siempre y gente nueva en busca de los mejores productos, que los tenderos han seleccionado muy ponto y colocado, luego, con esmero. Todo para sus clientes. Así cada día, llueva o truene, una mezcla de trabajo físico, con una fuerte interacción social, que se caracteriza por horarios complicados, un ambiente de trabajo vibrante y la necesidad de una gran versatilidad y orientación al cliente.
No es apto para todos, pero hay quien vive por ello. Como un señor llamado Lluís Macià, frutero del mítico Mercado del Ninot de Barcelona (que data del siglo XIX), tercera generación tras el mostrador. A este profesional lo ha entrevistado el diario El Español y en su conversación explica el esfuerzo, los sinsabores y las alegrías que van aparejadas con su trabajo.
"He hipotecado mi vida personal por mi trabajo y la he hipotecado sin darme cuenta porque cuando una cosa te gusta, como dice el dicho ese de que 'sarna con gusto no pica', pues no te das cuenta", confiesa, por la dureza de su rutina. Y, pese a ello, adora lo que hace, en lo que es un maestro. "No he hecho nada más que vender fruta y verdura en mi vida y me sigue gustando", afirma. "Porque me gusta mucho el trabajo que hago. Me encanta", remarca. Si no fuera, así, apaga y vámonos.
Lo que comenzó como un pequeño puesto de barrio es hoy una empresa con 11 empleados y una inversión que ronda los 200.000 euros, expone el diario. Macià ilustra la evolución del negocio, comparando el pasado con el presente: "Cuando empezó mi abuela tenía cuatro o cinco artículos en un puesto del mercado. Nosotros tenemos casi 800 referencias", resume de forma gráfica.
Ante la competencia de las grandes superficies, Lluís y su negocio apuestan por la diferenciación y la especialización y cree que esa es la base de su éxito, además de la confianza que dan a los consumidores. Su estrategia se basa en llevar "producto exclusivo" y tener una visión distinta a la de sus competidores: "Hay que fijarse en lo que hacen, porque lo hacen bien, pero hay que hacer cosas diferentes", remarca.
Un consumidor diferente
Esta profesionalización es necesaria también porque el cliente actual es "más especialista, sabe más, entiende más", lo que obliga al comerciante a estar en "continua evolución". Ha notado, dice, un cambio sensible en el interés por lo que se come, "por la cocina y la salud".
Macià también desmiente el tópico de que el comercio tradicional no es rentable, afirmando que "se puede ganar dinero". "Se puede ganar dinero y tener un buen sueldo", enfatiza, aunque no reniega del esfuerzo que eso implica y esas renuncias de las que hablaba anteriormente.
¿Qué es lo que más le cuesta de su labor? El frutero señala la gestión de equipo como su mayor dificultad diaria. "Para mí lo más difícil es el personal", explica en la entrevista, ya que él se ha formado en el producto y no en recursos humanos.
Lo importante, destaca, es la ilusión diaria y la suma de tradición y modernidad, la capacidad de ver el sector y sus necesidades y de adaptarse al porvenir. Él es el ejemplo de que se puede, manteniéndose como un profesional querido y de referencia.
