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Los aranceles golpean primero a EEUU: "Nos están pidiendo bajar el precio de nuestros vinos"

Los aranceles golpean primero a EEUU: "Nos están pidiendo bajar el precio de nuestros vinos"

Los productores italianos temen perder cuota de mercado frente a países como Argentina o Chile, menos castigados por los aranceles de Donald Trump.

Un hombre camina por una vinoteca de Roma.
Un hombre camina por una vinoteca de Roma.Antonio Masiello

Aún no se han cumplido ni diez días desde que Donald Trump ha reactivado su política de aranceles y el sector vitivinícola ya nota las primeras consecuencias. Estados Unidos ha impuesto una tasa adicional del 20% a las importaciones de vino procedentes de Europa, y las reacciones no han tardado. Los primeros en levantar la voz han sido los productores italianos, que han recibido presiones de sus distribuidores en EEUU para rebajar precios si quieren seguir vendiendo en el principal mercado mundial.

La organización agraria Coldiretti ha alertado en el medio especializado Wine News de que los importadores norteamericanos están reclamando a las bodegas italianas que “sean comprensivas” y bajen tarifas para compensar el nuevo sobrecoste. Esa maniobra no solo estrecha sus márgenes de beneficio, ya golpeados por el alza en los costes de producción, sino que también pone en peligro el posicionamiento logrado tras años de esfuerzo. Coldiretti calcula que la caída en las ventas podría traducirse en pérdidas de hasta 390 millones de euros si se repite el patrón de 2019, cuando Francia sufrió un desplome del 45% en valor tras los primeros aranceles de la era Trump.

Las bodegas italianas temen que esa reducción forzada de precios y visibilidad dé alas a competidores como Argentina o Chile, cuyos vinos quedan al margen de las nuevas tarifas. El caso más simbólico, según denuncian, es el del “Calsecco”, un espumoso californiano con nombre sospechosamente familiar que ya se vende en el mercado estadounidense como una alternativa local al prosecco italiano. Lo produce Rack&Riddle, una empresa de California que incluso lo ha registrado como marca y lo presenta como elaborado “siguiendo la tradición veneciana”.

A todo eso se suma un encarecimiento directo para el consumidor final. Una botella de prosecco DOCG ha pasado de costar unos 16 euros de media a rozar los 20, según las estimaciones de Coldiretti. Ese salto en el precio podría frenar el consumo e impedir que las ventas sigan creciendo, justo cuando el sector había empezado a remontar. En 2024, Italia ha exportado casi 22 millones de hectolitros de vino, un 3% más que el año anterior. El valor total ha llegado a los 8.100 millones de euros, lo que supone un 6% más que en 2023.

Italia lidera el mundo en volumen de vino exportado y ocupa el segundo puesto en valor, por detrás de Francia. Solo en EEUU, el principal cliente del vino italiano, las ventas han alcanzado los 1.940 millones de euros, con un incremento del 10%. La preocupación ahora gira en torno a todo lo que podría perderse: visibilidad, ventas y espacio en los estantes.

El presidente de Coldiretti, Ettore Prandini, ha reclamado a Bruselas que no entre al trapo. “Europa debe actuar de otra manera, sin caer en provocaciones, y apostar por el diálogo y la diplomacia”, ha defendido. A su juicio, ese es el único camino para proteger tanto los intereses europeos como los de los propios estadounidenses. El secretario general de la organización, Vincenzo Gesmundo, ha ido más allá al recordar que “una escalada de aranceles y contra-aranceles dañaría a las economías de los dos lados del Atlántico”.

Durante la feria Vinitaly, que se celebra esta semana en Verona, Coldiretti ha insistido en defender el vino como un activo económico y cultural clave para Italia. El sector genera 14.500 millones de euros anuales y da trabajo, directa o indirectamente, a 1,3 millones de personas. Cuenta con más de 240.000 empresas distribuidas por todo el país, que gestionan 681.000 hectáreas, el 78% bajo denominaciones de origen protegidas (DOP e IGP). Solo en variedades de uva, Italia casi duplica a Francia con 635 registradas.

Además de ser un símbolo nacional, el vino representa una oportunidad de futuro si se apoya la digitalización del campo y se adoptan tecnologías agrícolas más sostenibles. Esa es la línea que defienden desde Coldiretti, que pide inversiones en innovación para hacer frente al cambio climático y garantizar que el producto siga llegando a las mesas de medio mundo, pese a las trabas arancelarias.