¿'Hashtag' inútil?

¿'Hashtag' inútil?

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Primero vinieron a buscar a los comunistas y no dije nada porque yo no era comunista.

Luego vinieron por los judíos y no dije nada porque yo no era judío.

Luego vinieron por los sindicalistas y no dije nada porque yo no era sindicalista.

Luego vinieron por los católicos y no dije nada porque yo era protestante.

Luego vinieron por mí pero, para entonces, ya no quedaba nadie que dijera nada.

Martin Niemöller

México es conocido por ser un país de grandes gestos, mayormente inútiles. Creemos que la espectacularidad y la grandeza de las cosas son suficientes para cambiar la inercia de los hechos cotidianos y la historia.

Por ejemplo, a pesar de que tenemos profundamente arraigado el complejo del conquistado y que nuestro malinchismo campea de la misma forma que lo hizo a todo lo largo del siglo XX, creemos que por poner a los indígenas –ahora llamados con corrección política, pueblos originarios- en cada libro de texto, día de conmemoración o efigie monumental ya superamos la discriminación racial que heredamos de los conquistadores españoles.

Otro ejemplo es el deporte. El estadio Azteca es, decimos con orgullo, uno de los mayores en tamaño y el único que puede contener 110 mil espectadores sentados al mismo tiempo para presenciar un encuentro. Pero el tamaño no importa, al menos aquí, y el llamado coloso de Santa Úrsula y sus miles de asientos no han generado ningún efecto positivo en el vergonzoso desempeño de la selección mexicana de fútbol en campeonatos internacionales y mundiales, ni tampoco ha generado una liga digna y competitiva a nivel internacional. De hecho pareciera lo contrario.

Esta forma de actuar de nosotros se traslada también a las redes sociales, las cuales se inundan cada cierto tiempo de hashtags motivados por distintos sucesos, pero en realidad no afectan en nada la situación económica, política o social.

El más reciente ejemplo de esto fue causado por la muerte de una mujer joven en la enorme ciudad universitaria de la UNAM, otro casi elefante blanco del monumentalismo mexicano a pesar de que enfurezcan sus egresados y autoridades. De nombre Lesvy Berlín Osorio Martínez, la joven fue encontrada asesinada dentro del campus de la UNAM, estrangulada con el cable de un teléfono público, debajo de un puente cercano a una de las facultades de la universidad.

De inmediato se generaron reacciones ante otro feminicidio más. Manifestaciones y reuniones alrededor del sitio donde el cuerpo fue hallado. Se generaron declaraciones de prominentes investigadoras e investigadores de la materia y el rector anunció la designación de un grupo de 10 mujeres notables en la materia que ayudarían en la investigación.

Un 'hashtag' no sirve si la gente se queda ahí, en escribirlo y retuitearlo o repostearlo. La comodidad, o el miedo, llevan a no dar mayores pasos que eso.

Las redes sociales, como pasa siempre en estos días, no se sustrajeron a la corriente de enojo e indignación, lo que provocó que naciera el hashtag #simematan, el cual buscaba demostrar los peligros de ser mujer en un país donde el machismo es ley y las autoridades de todo el país destacan en su valemadrismo con respecto a la muerte de miles de mujeres.

Muchos cientos de mujeres destacadas, y a pesar de algunas críticas de los ortodoxos de las redes, plasmaron pensamientos que hablan de la crisis de seguridad, la discriminación de género y el desprecio a la vida de mujeres y niñas, de la guerra civil que se vive pero no se reconoce, de la forma en que la pena y el miedo dejan atrás el gozo de vivir en un país maravilloso y diverso.

De nuevo, como con el azteca y las imágenes indígenas, la realidad es otra por desgracia.

#Simematan no es el primer hashtag importante, o de su tipo, que surge en los últimos años en mi país, ni será el último. Desde #YoSoy132, #FueraEPN, #FuckingWall,#YakiriLibre, #TodosSomosMéxico, #GoberPrecioso, #RenunciaYa, #NosFaltan43, #NiUnaMas y #JusticiaABC, entre muchos, las redes se han convertido en reflejo de los corajes, miedos y esperanzas de millones de mexicanos.

¿Y luego?

Ninguna de estas etiquetas de social media han logrado que se democraticen los medios de comunicación tradicionales; caiga el presidente más impopular de los últimos 20 años; se detengan las pretensiones de Trump de hacer un nuevo muro de Berlín; se genere un sentimiento de solidaridad real y efectivo ante los nuevos tiempos que significan el copetudo que arribó a la Casa Blanca; desaparezca la violencia feminicida o aparezcan los normalistas asesinados de Ayotzinapa . No importan los millones de vistas, impresiones y reenvíos, las acciones de social media no parecen hacer ninguna diferencia, pese a lo monumental que pueda llegar a ser el número de interacciones, como los asientos del azteca no dan un campeonato del mundo.

Estoy convencido que ese será el destino de #simematan, convertirse en un hashtag inútil. Los testimonios vertidos por mujeres inteligentes, mujeres aterrorizadas, de clase alta y baja, de todas las regiones de México se volverán anecdóticas y con el tiempo, siguiendo la lógica del hashtag mismo, pasaran de moda y se olvidarán.

Y es que un hashtag no sirve si la gente se queda ahí, en escribirlo y retuitearlo o repostearlo. La comodidad, o el miedo, llevan a no dar mayores pasos que eso y mientras hacemos la vista gorda. Un monumento inútil.