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Sonia Moreno: "Marruecos lo sabe todo de nosotros, siempre los hemos subestimado"

Sonia Moreno: "Marruecos lo sabe todo de nosotros, siempre los hemos subestimado"

La periodista asturiana, corresponsal en el país vecino durante más de una década, publica un sólido trabajo que suma campo y análisis, en el que constata la necesidad de entendernos con Rabat y, también, el desconocimiento de su realidad.

La periodista asturiana Sonia Moreno, autora de "Marruecos, el vecino incómodo", en una imagen promocional.
La periodista asturiana Sonia Moreno, autora de "Marruecos, el vecino incómodo", en una imagen promocional.La Esfera de los Libros / cedida

El pasado jueves, Madrid acogió la XIII Reunión de Alto Nivel entre España y Marruecos, que llevó a la Federación de Asociaciones de Periodistas de España (FAPE) a quejarse por la "opacidad informativa" generada en torno a la cita. Un día antes, en la ciudad marroquí de Martil iba a tener lugar la presentación de un ensayo español, pero fue cancelada in extremis. Los dos hechos están conectados porque evidencian lo espinoso que es hablar sobre nuestro vecino del sur, tan necesario, tan complejo.

La obra que estaba en la diana de las autoridades de Rabat era Marruecos, el vecino incómodo (La Esfera de los Libros), de la informadora Sonia Moreno (Oviedo, 1973), corresponsal en Marruecos durante más de diez años para medios como la Cadena SER y, ahora, de vuelta a España para El Español. "Todas las claves del reinado de Mohamed VI y de una relación imprescindible para España", dice el subtítulo. Dos mundos "condenados a entenderse" pero en el que hay una parte, denuncia, que acusa un importante desconocimiento de la otra -España respecto de Marruecos- y soporta una presión que detalla de forma aplastante.

Pregunta: Aparte de desconocido para los españoles y hasta para sus Gobiernos, como indica en su obra, ¿por qué es tan incómodo Marruecos a este lado del Estrecho?

Respuesta: Es un país que molesta y que se molesta con facilidad, así que si atendemos a los dos prismas, es incómodo. Es nuestro vecino del sur, está fuera de la Unión Europea y, por tanto, somos un poco sus valedores en la UE, pero también somos los primeros socios comerciales y los primeros receptores de personas migrantes o de todo lo que tenga que ver con la seguridad y el terrorismo. Nosotros tenemos bastante más que perder, porque ya no es que estemos a 14 kilómetros desde la península, sino que estamos a 500 metros en Ceuta y Melilla, donde ya hemos visto la estrategia de cerrar y luego sentarse a negociar. Si queréis que afloje pues vamos a empezar a conocer en el plan de autonomía marroquí para el Sáhara, por ejemplo. 

P: La geoestrategia, de la que habla en su libro, es clave para entender esa capacidad de presión, ¿no? 

Sí, yo creo que eso es lo que hace también que sean incómodos. El hecho de que hayan negociado y firmado acuerdos con Estados Unidos y con Israel, ambos en 2020, demuestran un interés en el Estrecho, es decir, que Washington o Tel Aviv no es que quieran favorecer a Marruecos porque sí, sino porque está donde está, es la puerta de Europa y es la puerta de África y les sirve para expandirse, para hacer frente a Rusia y a China en el continente. También le sirve para armarse en el Sahel y para tener un control del Estrecho, que llega a nuestro país. Por ejemplo, cuando hace cinco años se prorrogó el acuerdo sobre Rota y empezamos a ver que muchos de los negocios que tenemos se pueden ver mermados si no atendemos a ese flanco. También pasa con Francia. Marruecos no se puede permitir tener malas relaciones con sus principales socios y valedores de la Unión, que son España y Francia, y en esos equilibrios estamos. 

P: Al leer su libro, queda una cierta sensación de subordinación, de estar atrapados a veces por Rabat. ¿Es una lectura exagerada?

Siempre me preguntan por qué en cuestiones de seguridad, de inmigración o de drogas digo que tienen la sartén por el mango o por qué hay que ir con pies de plomo con Marruecos y es porque creo que jugamos en diferentes divisiones. Por ejemplo, nosotros tenemos un estado de derecho. ¿Y eso qué quiere decir? Que si nosotros pensamos que hay un lobo solitario en una casa, lo que tenemos que hacer es una denuncia, la policía investiga, posteriormente pasa el juez, el juez decide si se puede entrar o no a esta casa y hay una orden judicial, ¿no? Pues en Marruecos esto no pasa. Te dan un golpe a la puerta, entran y , ah, bueno, que no era. Hablamos de un país  Entonces,claro, estamos hablando de un país con el que estamos cerrando acuerdos y con el que creemos que tenemos una igualdad, pero que tiene en la cárcel metidas a personas rifeñas por pedir derechos como tener un hospital o tener una universidad desde el año 2017, con condenas de 20 años; tenemos a saharauis en la cárcel desde 2010 por haber hecho unas jaimas de protesta fuera de El Aaiún, con condenas de cadena perpetua; tenemos al preso más anciano del mundo, el exministro de Derechos Humanos de Marruecos, Mohamed Ziane, de 83 años, o a la feminista Betty Lachgar, por su camiseta con el logo "Alá es lesbiana", y a la gente joven de esa generación z, hay más de 3.000 detenidos por protestas que piden derechos y servicios. Yo creo que ahí es donde jugamos en ligas diferentes. 

P: Más allá de que estas cosas se traten de eludir por ser espinosas, ¿tan grande es el desconocimiento real que tenemos de Marruecos? 

Sabemos muchísimo menos de Marruecos que ellos de nosotros, lo saben todo, siempre los hemos subestimado y eso nos desfavorece muchísimo. Y ellos, como decimos, utilizan todos los instrumentos a su alcance. Tienen un montón de gente trabajando en España, que les pasa información, incluso en lugares donde no te esperas que haya espías, entre la ciudadanía normal. Todo eso hace que ellos sepan mucho más y que tengan una estrategia para adelantarse a todas las cosas. Creo que los hemos mirado como con unas gafas occidentales y colonialistas. Se entiende por ejemplo con el proyecto Tánger Med, el puerto más importante del país. Nadie pensaba que iba a hacer frente a Algeciras o Valencia. También nos limitamos a veces a las grandes ciudades, como Tánger, Casablanca o Rabat, pero también hay una desigualdad terrible con las zonas rurales y sus altas tasas de analfabetismo, que casi no ha cambiado en 15 años. Esa parte olvidada no se conoce y la realidad la determina lo grande y lo pequeño. Estamos hablando de desconocimiento de nuestros gobiernos y de nuestras instituciones, pero también como pueblo, más allá de lo cultural o lo religioso. Pasa incluso en Ceuta y Melilla, donde ni se sabía que se iba a acabar con el porteo. Ellos saben absolutamente todo de nosotros, porque tienen a todo el mundo y lo veo hasta en mis charlas, donde hay gente grabándolas, personal que trabaja en inteligencia exterior. Va más allá de mi trabajo público. Siempre están. 

"Estamos hablando de desconocimiento de nuestros gobiernos y de nuestras instituciones, pero también como pueblo, más allá de lo cultural o lo religioso"

P: ¿Ese desconocimiento alcanza a Bruselas, a las instituciones europeas? 

R: Piense que está más lejos geográficamente y que ahí nosotros ahí tenemos un papel importante. Si nosotros lo desconocemos, ellos van a tener la visión que nos interesa, que es al final limitada también. Se ha visto con los acuerdos de pesca y la polémica de que se comercializaban productos del Sáhara Occidental. El Tribunal de Justicia de la UE ha dictado varias sentencias clave, en 2021 y 2024 declarando los pactos nulos, porque se aplican al Sáhara Occidental sin el consentimiento del pueblo saharaui, representado por el Frente Polisario. Europa también tiene una responsabilidad, tendrían que estar más enterados, sobre todo con las importantes comunidades de origen marroquí que hay, hasta de tercera generación ya. 

P: Uno de los episodios más desconocidos que plantea en su libro es el del caso Pegasus, el espionaje a España usando el software de Israel. ¿Qué ha supuesto realmente en las relaciones entre los dos países? ¿Cómo es que no sabíamos?

He hecho muchísimas entrevistas, en mi trabajo como corresponsal y para este libro, y la conclusión siempre es la misma. Quien la dice más claramente es Manuel Huerta, CEO de Lazarus Technology, que dice que es imposible que el Gobierno no se enterase de este espionaje, de esta infección de Pegasus. Lo supo y lo ocultó durante un año y esto está respaldado por informes del CNI y expertos en ciberseguridad e intervino la coyuntura politica, porque aquello provocó un giro copernicano del Gobierno español con respecto a su posición con el Sáhara Occidental. Se sucedieron comunicaciones entre embajadas, a veces filtradas por el propio Gobierno marroquí, en las que se veían diferencias entre los socialistas y Sumar, los socios de gobernabilidad. Hay aplicaciones de seguridad que tienen todos los Gobiernos y que están todo el rato moviéndose y rastreando, buscando una infección. Es cuestión de minutos que te enteres. Es técnicamente imposible que te enteres un año después, como le puede pasar a un particular, como en mi caso, aunque no se usó Pegasus [la autora también fue espiada por Rabat, de lo que da cuenta en su libro]. Sánchez tomó una decisión de calado internacional sin sus socios, sin la oposición, sin llevarlo a Cortes y sin explicarle nada a la ciudadanía. 

"Es imposible que el Gobierno no se enterase del espionaje de Pegasus"

P: ¿Y qué quería Marruecos?

R: Volvemos a esa presión de la que hablábamos antes pero es que tampoco hay que descatar que a veces tú entras a la escucha desde un país pero en realidad hay otro detrás, un segundo país. Puede ser alguien pagado por Marruecos, porque además, económicamente, las licencias son muy caras. Pero a mí, desde luego, lo que me queda claro es que un Gobierno no sepa que está infectado por un mal virus, que a los ciudadanos les ha faltado información durante un año y que eso sí me parecería muy irresponsable. Ya no es que no lo comprenda, es que me preocupa lo que parece que no se sabe o no se quiere saber, el apagón informativo.

El rey Mohamed VI de Marruecos
El rey Mohamed VI de Marruecos, en una imagen de archivoGetty

P: ¿El rey Mohamed VI está tan ausente como se dice? 

R.: A veces nos quedamos con la parte del papel cuché, de dónde va y dónde está su mujer y dónde pasan las vacaciones, pero no de lo serio, de cómo maneja el país y cuáles son sus decisiones. Hay un poco de estereotipo con eso de que siempre está fuera del país. El rey ha estado fuera mucho, sobre todo, por ejemplo, en el 2018, cuando se le empezó a llamar "rey ausente", más que nada porque tiene una enfermedad inmunológica, que le produce diversas enfermedades distintas en los ojos, el corazón o los pulmones y ha tenido que operarse en Francia. Pero el rey tiene otra cosa: ha ido mucho fuera porque ha hecho una colonización brutal, sobre todo económica, que luego se ha convertido en los avales su plan de unidad territorial y el Sahara. El rey lo que hacía era ir a los países, muchos africanos, y ponerles cosas, obras, infraestructuras, un paseo marítimo precioso, un parque infantil, y luego mandaba a todo su ejército de empresarios a que culminaran esas obras, a cambio de que le abrieran un consulado en el Sahara Occidental. Eso es lo que luego le vende a Donald Trump, que hay muchos consulados y avalan su administración. 

"El rey ha ido mucho fuera porque ha hecho una colonización brutal, sobre todo económica, que luego se ha convertido en los avales su plan de unidad territorial y el Sáhara"

P: ¿Pero manda más o manda menos? 

R.: Yo creo que el rey es respetado absolutamente por todo el mundo. Hay una cosa que yo creo que pone en común a todos los marroquíes, independientemente del dinero, de la clase social, del género, de todo, y que es la unidad territorial y el rey. Eso es un unánime, incluso con la gente que pasa hambre. Sí que es cierto que hay instituciones que sienten el poder, que se ha hecho con mucho poder, y el rey no manda tanto como creemos. Mohamed es una persona desconfiada, que pasa con muy poca gente, que toma decisiones bastante solo y que no confía mucho en mucha gente. Así que ha habido momentos de aislamiento, aunque a veces se habla sólo de seguridad. Yo creo que no es tanto por los islamistas que vemos que salen ahora a las manifestaciones por los jóvenes, como salieron en el 2010, sino más por el aparato policial. Yo no veo un Persia, pero sí veo un Egipto. Hay una estructura aparte y lo veo en mi caso: si yo tuviera un problema con la Casa Real, yo no entraría al país. Ahora, ante las protestas de los jóvenes, ha hecho una llamada a la unidad y la propuesto una serie de puntos, ha hecho una reunión extraordinaria, cuatro días después de que empezaran las protestas. Hay que leer todo lo que dice el rey y hay que escucharlo, porque es que él está aquí. Que es lo que queda claro que no hacemos en España.

P.: ¿Qué calado tienen las recientes protestas de jóvenes, sostenidas durante días, aludiendo a la mala situación de la salud o de la educación públicas?

R.: Es una pelea que viene de atrás. Tanto los médicos como los profesores han seguido a manifestaciones recurrentemente desde hace años, 2019 y 2020 sobre todo. Algunas vinieron acompañadas de violencia policial y se cubrieron por la prensa internacional, pero vino el coronavirus y todo se paró. Las protestas existían porque la desigualdad existía y existe: la sequía y la situación económica mundial, tras el covid, llevó el desempleo se elevó al 13%, castigando mucho a la juventud y a las mujeres. Hay quien necesita 140 años de su vida para ganar lo que otro gana ya. Frente a los negocios, está el otro Marruecos, hay dos velocidades. Hay raíces incluso en la Primavera Árabe, cuando el rey da un un discurso extraordinario, convoca elecciones, convoca referéndum para un cambio constitucional, se aprueba... y se supone que va a haber menos prerrogativas pero al final es mentira. Hizo unas medidas populares en el momento, pero no se llegaron a desarrollar bien. Yo creo que es otro brote, porque eso no se ha solucionado.

Portada del libro 'Marruecos, el vecino incómodo", de la periodista Sonia Moreno.
  Portada del libro 'Marruecos, el vecino incómodo", de la periodista Sonia Moreno.La Esfera de los Libros / cedida

P: Y la obligada: ¿cómo se entiende el cambio de postura que ha tenido el Gobierno español desde la carta de Sánchez sobre el Sáhara? ¿Y cómo se le explica a los saharauis?

Yo creo que los españoles, en general, tienen sensibilidad y simpatía con el Sáhara, pasa como con Palestina. Pero siendo una potencia administradora de la zona, que se esté en una causa y no en la otra desde el Gobierno es una incongruencia terrible y es un sentido que nos hace pensar incluso que quizás a lo mejor el de Palestina es un tema político también. Yo no lo comprendo. Ya no es ni siquiera hablar de las personas con pasaporte español que hay en ese pueblo, que hay muchas cosas que hay que reparar. No ha pasado por el Parlamento, no has contado con tus socios de Gobierno -que están en contra, a favor de la consulta de autodeterminación-, y no ha explicado el paso en las Cortes, a los ciudadanos... Hasta en el seno del PSOE ha habido problemas, Odón Elorza se fue por eso. Pues ese cambio se produce en un momento en el que tenemos una crisis tremenda, que nos ha llevado a otra crisis con Argelia, y entiendo que la Unión Europea y Estados Unidos han presionado para que eso sea arregle, porque no podemos tener una guerra en Ucrania y tener un problema grave en el norte de África, a cuatro pasos nuestros. Es una bomba todo esto. No me sirve solamente decir que es que hay que poder solucionar esto después de 50 años. Después de los atentados -el de 2003 en Casablanca y el de Atocha del 2004- ahí es donde empieza todo, con José Luis Rodríguez Zapatero como gran valedor. Marruecos ha ido presionando, hasta lograr que se fuera la ministra González Laya, y al fin el reconocimiento a su plan. 

MOSTRAR BIOGRAFíA

Soy redactora centrada en Global y trato de contar el mundo de forma didáctica y crítica, con especial atención a los conflictos armados y las violaciones de derechos humanos.

 

Sobre qué temas escribo

Mi labor es diversa, como diverso es el planeta, así que salto de Oriente Medio a Estados Unidos, pero siempre con el mismo interés: tratar de entender quién y cómo manda en el siglo XXI y cómo afectan sus decisiones a la ciudadanía. Nunca hemos tenido tantos recursos, nunca hemos tenido tanto conocimiento, pero no llegan ni las reformas ni la convivencia prometidas. Las injusticias siempre hay que denunciarlas y para eso le damos a la tecla.

 

También tengo un especial empeño en la actualidad europea, que es la que nos condiciona el día a día, y trato de acercar sus novedades desde Bruselas. En esta ciudad y en este momento, la defensa es otra de las materias que más me ocupan y preocupan.

 

Mi trayectoria

Nací en Albacete en 1980 pero mis raíces son sevillanas. Estudié Periodismo en la Universidad de Sevilla, donde también me hice especialista en Comunicación Institucional y Defensa. Trabajé nueve años en El Correo de Andalucía escribiendo de política regional y salté al gabinete de la Secretaría de Estado de Defensa, en Madrid. En 2010 me marché como freelance (autónoma) a Jerusalén, donde fui corresponsal durante cinco años, trabajando para medios como la Cadena SER, El País o Canal Sur TV.

 

En 2015 me incorporé al Huff, pasando por las secciones de Fin de Semana y Hard News, siempre centrada en la información internacional, pero con brochazos de memoria histórica o crisis climática. El motor siempre es el mismo y lo resumió Martha Gellhorn, maestra de corresponsales: "Tiro piedras sobre un estanque. No sé qué efecto producen, pero al menos yo tiro piedras". Es lo que nos queda cuando nuestras armas son el ordenador y las palabras: contarlo. 

 

Sí, soy un poco intensa con el oficio periodístico y me preocupan sus condiciones, por eso he formado parte durante unos años de la junta directiva de la ONG Reporteros Sin Fronteras (RSF) España. Como también adoro la fotografía, escribí  'El viaje andaluz de Robert Capa'. Tuve el honor de recibir el XXIII Premio de la Comunicación Asociación de la Prensa de Sevilla por mi trabajo en Israel y Palestina y una mención especial en los Andalucía de Periodismo de la Junta de Andalucía (2007). He sido jurado del IV Premio Internacional de Periodismo ‘Manuel Chaves Nogales’.

 

 


 

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