La curiosa historia que se esconde detrás de las legendarias Moscovitas de Oviedo: una leyenda urbana, un nombre que les trajo problemas y su verdadero secreto
Hablamos con Francisco Gayoso, cuarto miembro de la generación de confiteros de Rialto que está detrás de estas icónicas pastas de almendra con chocolate.

Cuando recibió el Premio Princesa de Asturias de las Artes 2002, Woody Allen quedó maravillado con Oviedo y describió la ciudad como "deliciosa, exótica, bella y peatonalizada". Podrían ponerse numerosos ejemplos de por qué tiene razón, pero nos vamos a centrar en lo de deliciosa. Porque sí, la capital de Asturias es una delicia que deleita a la vista y también al paladar.
A ello contribuye desde hace un siglo la confitería Rialto, creada en 1926 con el nombre de Royalty, denominación que se cambió en tiempos de guerra para que no sonara anglosajona. Se cambió el nombre, pero la corona se quedó... Y así hasta hoy. Lo que no tiene tantos años es el producto estrella, las moscovitas, unas pastas de almendra bañadas en chocolate que se han convertido ya en un símbolo incluso de Oviedo.

Pero tampoco se puede decir que las moscovitas sean unas jovenzuelas. Empezaron a elaborarse en tiempos del abuelo del actual propietario, Francisco Gayoso. Concretamente era Francisco Gayoso II, hijo del creador del negocio, Francisco Gayoso I, que había montado una confitería en Luarca, un pueblo costero del occidente asturiano.
Pero como nos cuenta el actual gerente, Francisco Gayoso IV (y por si acaso la dinastía confitera continúa, uno de sus hijos es Francisco Gayoso V), su abuelo, Francisco Gayoso II, vio posibilidad de crecer en Oviedo, y allí se mudó con su familia y con el jefe de su obrador y la familia de este. Rialto llegaba a Oviedo, de donde ya no se iría. Después llegaría la moscovita.

"En recetarios antiguos del año cuarenta y pico o cincuenta ya aparece con el nombre de moscovita, pero no era un producto que se hiciese en grandes cantidades", señala Gayoso IV en conversación con el HuffPost, que reconoce que fue su padre quien registró la marca porque quizá "su abuelo ni vio el potencial de la pasta, que en aquel entonces se elaboraba en la casa con una pasta de té más. La pasta fina de almendra, la moscovita, iba con las demás pastas de té". Fue el interés de la clientela lo que provocó que destacaran sobre las demás al ser más demandadas. Había nacido el fenómeno Moscovitas.
Gayoso recuerda que en la época de su padre, un confitero en el obrador "dosificaba la masa, la horneaba y hacía dos carros. Luego los bañaban con chocolate. Todo eso serían 20 kilos de producto de esta pasta elaborada a mano con almendra marcona y buen chocolate".
Su padre y antecesor en el cargo también vio un filón en el empaquetado. Hasta entonces, las moscovitas se entregaban en cajas blancas genéricas. Francisco Gayoso II tuvo la idea de ponerlas en cajas de colores, en concreto una granate, una revolución en un momento en el que no se solía hacer: "Y ya la gente pedía la cajita y no el producto a granel. En esa línea fuimos creciendo poco a poco".
"Ahora hacemos mil kilos de producto frente a los veinte de entonces", asegura el gerente de Rialto, que recuerda que el obrador de Oviedo se les quedó pequeño y tuvieron que abrir uno en Argame, a 10 kilómetros al sur de la capital. Pese a ello, todo sigue siendo artesanal, pero con más personal: "Seguimos manteniendo el mismo proceso. Se elaboran a mano una a una".

No pueden aumentar la producción como les gustaría, pero están satisfechos con su forma de hacer las cosas. Además, no se les da nada mal: "Es un proceso lento, es artesanal. Nos encantaría estar más presentes, pero tenemos nuestro ritmo y estamos contentos con cómo lo hacemos. Ahora hay 400 puntos de venta. Tenemos también en el extranjero, en Nueva York, en Francia, Reino Unido, Países Bajos, República Dominicana o en Filipinas. La clave es que haya una colonia española o más concretamente asturiana. Funcionamos mucho con el boca a boca y queremos ser acordes a nuestra filosofía".
El origen de un nombre que ha llegado a ser controvertido
Cuando alguien escucha el nombre de Moscovitas es lógico preguntarse por qué se llaman así, qué hay detrás de esta marca. Como suele ser habitual en estos casos hay leyendas urbanas que se acaban tomando como ciertas. "Hay guías de Oviedo que dicen que la familia que gestiona el negocio son rusos que vinieron a Asturias. Luego hay gente que cree que es por el mineral, la moscovita, porque el mineral de moscovita laminado es como las pastas. No creo que sea por eso”.
“He oído historias rocambolescas en el obrador, pero mi abuelo falleció joven y mi padre nunca me aseguró de dónde viene el nombre. Es verdad que uno de los confiteros estuvo en Rusia cuando la guerra. No creo que nadie vuelva de una experiencia traumática y tenga esa idea. Creo que el hombre querría olvidar todo aquello. Hay quien piensa que mantenemos el misterio por temas comerciales, pero es que no lo sabemos".

“Lo que sí sé es que en tiempos de mi abuelo ya las llamaban moscovitas. Hubo un confitero aquí que trabajó en la corte de Alfonso XIII y que en un recetario ya se refería a las pastas como Moscovitas. Lo que no conocemos es si este señor, que era austriaco, trajo ese nombre o lo copió en el recetario al haberlo escuchado aquí". Es decir, que todo es una incógnita.
Por el 80 aniversario de Rialto, Gayoso tuvo una idea que dice que se le volvió en contra porque no era su intención alimentar la leyenda: "Hicimos una caja con una matrioshka, una muñeca rusa, y dentro iba un cuento. Dejamos claro que era un cuento, que no era real. Y se podía participar en un sorteo de un viaje a Moscú. De aquella se podía. Imagínate ahora... En ese cuento un niño abría las muñecas rusas y se encontraba la receta de las moscovitas". Y claro, muchos dieron por buena la teoría rusa de la Moscovitas cuando no es así.
Esa teoría rusa les ha traído algunos problemas a raíz de la invasión a Ucrania: "Nos han escrito que deberíamos de cambiarnos el nombre a ucranianitas. Hubo muchas propuestas, algunas muy cordiales y otras que no lo fueron tanto. Yo siempre explicaba que el nombre comercial no está ligado a Moscú. Y cambiar un nombre comercial no es algo tan sencillo".
El secreto de las Moscovitas
Por otro lado, Gayoso reconoce que hay diferencias entre los locales y los turistas. El cliente de Oviedo no va tanto por las Moscovitas, sino que "sabe que Rialto es una confitería y van a por otros productos o a tomarse un chocolate en el salón". Algunos turistas sí conocen las pastas, pero no tienen tanta idea de todo el negocio que hay detrás e incluso se sorprenden: "Rialto está canibalizado por la marca más comercial que es moscovitas, y eso fuera de Asturias se nota".

Preguntado por el secreto, si es que hay alguno, el gerente señala que "el secreto es hacerlo con mucho mimo y cuidado, porque se hacen una a una. Siempre digo a la plantilla que tienen que hacerlas como si fuesen para su casa, para un regalo a su familia"
"Y luego está la materia prima. Es un producto premium. No queremos cualquier almendra, sino la marcona, y no la compramos triturada, sino que la trituramos nosotros. Alarga el proceso, pero la elaboración es artesana y el cliente lo nota. Pero no hay un ingrediente secreto y el que hoy diga que su producto lo tiene está mintiendo porque estás obligado legalmente a poner los ingredientes", añade el gerente.
¿Un imperio familiar con sucesor?
Francisco Gayoso III, ya fallecido, hizo mucho por el negocio. Su hija es ingeniera industrial y aunque tiene la mitad de la empresa, no se dedica a ella. Es el varón quien la gestiona junto a su mujer, de la que reconoce entre risas que la engañó años atrás para entrar en Rialto, y ahí se ha quedado.
El cuarto Francisco recuerda que tomó el relevo de su padre con la llegada del euro. No tenía pensado hacerlo porque iba para financiero, pero un día su padre le preguntó si quería tomar sucederla: "me gustaría que lo retomases tú, porque yo ya no tengo el ímpetu y las ganas". Y el actual gerente aceptó: "Me enseñó, yo aprendí lo que pude de él y cuando llegó el momento el revelo fue real. Me dio las llaves y me dijo que ahora me equivocaría yo". Y se apartó, aunque estuvo ahí para aconsejarle si lo necesitaba.

¿Habrá quinta generación? No está del todo claro. "Es algo que te absorbe muchísimo y provoca que tu vida gire en torno al negocio. No sé si quiero eso para ellos". Al mismo tiempo reconoce que sí le gustaría que la empresa continuara en la familia, pero sin presión.
Gayoso es padre de dos varones adolescentes todavía lejos de saber si quieren ser la quinta generación de un pequeño imperio que lleva casi un siglo endulzando la vida a la gente. Queda tiempo para eso. Mientras tanto, las Moscovitas siguen saliendo cada día al estilo tradicional. La rueda sigue girando con la esperanza de continuar haciéndolo por lo menos otros 100 años más.
