Alejo Stivel: "No veo que Bad Bunny tenga el nivel de Los Beatles"

Alejo Stivel: "No veo que Bad Bunny tenga el nivel de Los Beatles"

El que fuera líder de Tequila presenta el documental del grupo 'Tequila. Sexo, drogas y rock and roll'.

Alejo Stivel durante un concierto de Tequila en noviembre de 2021.Xavi Torrent via Getty Images

El eslógan “sexo, drogas y rock and roll” ha acompañado a buena parte de la historia de la música contemporánea como la que han compuesto Los Rolling Stones o Los Beatles y a nivel nacional nombres como Tequila intentaron imitarlo en la década de los 70.

El grupo liderado por Alejo Stivel y Ariel Rot revive sus mejores —y también peores— años en un documental que precisamente quiere homenajear a ese mantra de la música popular que parece perdido hoy en día. Tequila. Sexo, drogas y rock and roll ha sido dirigido por Álvaro Longoria, cuenta con la narración de la hermana de Ariel Rot, la actriz Cecilia Roth, y se ha llevado a cabo con el apoyo de Vibra Mahou, la plataforma de música de Mahou Cinco Estrellas que impulsa los encuentros en torno al directo.

Bajo este pretexto se repasa cómo estos dos argentinos llegaron a España en plena Transición huyendo del golpe de Estado militar en Argentina en 1976 y se unieron a otro grupo de españoles para formar una banda. Entre ellos se encontraron con Felipe Lipe, que también participa en el largometraje a pesar de dejar el conjunto en 2008. Ellos ataviados con sus pantalones pitillos coloridos consiguieron que una España gris bailara un Rock and roll en la plaza del pueblo.

Sin embargo, ni Stivel vive ya en esa burbuja en la que quería ser Mick Jagger ni cree que la música actual se mueva bajo ese mantra. “Creo que la cosa ahora va más por pastillas, trap y no sé cómo van de sexo los jóvenes”, señala a El HuffPost. “Pero a nivel música y drogas creo que quedan unos pocos que llevan la antorcha del rock, pero digamos que lo que está más copado es el trap, el reguetón y todo ese estilo, sobre todo en la música latina, en la anglosajona puede que todavía haya un poco más de rock”, añade.

Con respecto a las drogas asegura “estar retirado desde hace mucho tiempo”, aunque adivina que las sintéticas son más populares que la heroína o la marihuana que dominaban en los tiempos de Tequila.

Sobre ellas bromeó en una entrevista diciendo que “los mantuvo unidos” en lugar de ser uno de los motivos de separación, de hecho, se ríe imaginando que “igual ayudaban a aguantarnos”. Una ironía similar a la que utilizó su compañero Joaquín Sabina recientemente en El Hormiguero (Antena 3), donde dijo que sentía nostalgia por la cocaína y que él defiende como su “peculiar sentido del humor”.

“Lo dice por esa época, de cómo se lo pasaba en esa época que su vida era una vida loca, que quizás su vida ahora es más aburrida y entonces era más divertida, era más joven… Irónicamente dice que tiene nostalgia de la cocaína. Evidentemente, ahora no consume cocaína porque sabe que le hace daño, en esa época porque era joven, no le importaba que le hiciera daño con tal de pasar unos momentos muy locos y divertidos. Creo que iba por ahí la cosa”, señala.

Todo en la vida tiene sus ciclos, sus momentos y lo paso muy bien ahora con otro tipo de vida en el que no están las drogas y no las necesito,

De hecho, se atreve a decir que también siente “nostalgia” por  “esos momentos de vida frenética, donde estaba también la droga y un estilo de vida mucho más loco y excitante quizás”. “Todo en la vida tiene sus ciclos, sus momentos y lo paso muy bien ahora con otro tipo de vida en el que no están las drogas y no las necesito, pero creo que Joaquín jugó un poco con la frase para impactar un poco y queda muy bien como titular”, apunta.

No solo en el mundo de las drogas ha cambiado el paradigma, Stivel es de los que piensa que, aunque hay música de calidad, “todas las generaciones piensan que su música es mejor que la anterior”. “Igual que el futbol, los políticos, los pintores... Las personas suelen aferrarse a sus momentos de juventud como su mejor momento”, señala.

“En algunos casos es cierto, no hay ningún escritor como Cervantes, nadie pinta tan bien como Velázquez ni como Picasso. Yo no veo entre los nuevos músicos no veo que Bad Bunny tenga el nivel de Los Beatles, no veo ninguna película como las de Coppola, las de Chaplin o las de Scorsese. No quiero parecer un viejo, que en parte lo soy, pero cada generación tiene sus referentes”, se defiende.

De Rosalía dice que le parece “muy buena” y que tiene “muchísimo talento”, pero no piensa lo mismo de otros como Bad Bunny o J Balvin. “Ella ha creado realmente nuevo y está inventando algo, pero al lado de Bob Dylan o de Los Rolling Stone, Los Beatles o Bob Marley, me parece a mí personalmente que no llegamos al nivel de lo que había en esa época”, señala y abre la puerta a críticas sobre la “opinión de un viejo”.

Se podían decir cosas que hoy uno las escucha en canciones y dice ‘guau, cómo se podía decir algo así’, está dentro de la agresión de género

En cuanto a las opiniones más conservadoras, Stivel no cree que antes hubiera una mayor libertad de expresión. “Lo que hay ahora son más normas”, explica. Y en muchos casos las ve necesarias. “En cierto modo creo que no está mal porque por ejemplo, en el tema de igualdad de género, en ese momento, se podía decir todo incluso de una forma abusiva. Se podían decir cosas que hoy uno las escucha en canciones y dice ‘guau, cómo se podía decir algo así’, está dentro de la agresión de género”, señala.

Defiende también que se condenen los discursos de odio en cualquier creación cultural, especialmente si se trata de agresiones. “Me parece bien que haya como una especie de censura tácita, como a la gente que han condenado por decir algo algunas de las letras ponían que había que matar a alguien, a un político o lo que sea, a mí no me parece bien decir eso. Creo que en la libertad de expresión, pero a mí no me gustaría que alguien dijera en una canción: 'Hay que ir a matar a Alejo Stivel”, señala.

Para él esto es un paso más allá de la llamada “corrección política”: “Estás incitando al odio, está bien controlarla porque puede provocar un daño real por una canción. En el 99% de los casos no va a ocurrir, pero puede pasar. Puede que alguien lo tome como una idea y lo hace. Eso excede la libertad”.

Stivel soñaba en su llegada a España con ser Mick Jagger y, aunque admite que solo lo consiguió “minimalmente”, los sueños de parecerse a otros artistas son comunes a todos los artistas, incluido Los Beatles. ”Todos tenemos referentes que nos gustaría ser. Luego pasan los años y pasas a definirte por lo que haces tú y ser tú con tu impronta y personalidad y tus cosas. Probablemente no llegues a hacer lo que buscabas, pero llegas a ser otra cosa que con suerte es algo que te gusta”, recuerda.

Aunque hayan pasado 40 años de la disolución de la formación original, Stivel se sigue llamando un “inmaduro emocional”. “Es porque es mi patología y porque esta profesión, este oficio que tengo en la música pues te permite mantener un poco una ilusión de adolescencia sostenida. No tienes que ir a fichar a una oficina todos los días a las 8:30 y sales todos los días a la misma hora. La gente tiene una vida con días muy parecidos los unos a los otros”, explica.

La música y su vida de productor tras Tequila, en la que ha trabajado con M-Clan, La Oreja de Van Gogh o El Canto del Loco, no han dejado de tener un ritmo creativo. “Nunca cumplí esos ritmos circadianos, desde muy jovencito. Algo que no es necesariamente bueno. Eso hace que uno se mantenga en un estado, en el que mi vida es bastante parecida a cómo era hace 25 años”, explica.

Tequila fue icono de una generación que buscaba los colores en una España gris y de eso todavía queda mucho en su memoria y en el imaginario colectivo. Muestra de ello es que el pasado lunes 28 de noviembre volvieron a pasarse por el Teatro Eslava, donde el público volvió a corear sus grandes éxitos. El secreto para Stivel: “Mantener la ilusión, la curiosidad, un punto de ingenuidad y de inocencia”.

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Marina Prats es periodista de Life en El HuffPost, en Madrid. Escribe sobre cultura, música, cine, series, televisión y estilo de vida. También aborda temas sociales relacionados con el colectivo LGTBI y el feminismo. Antes de El HuffPost formó parte de UPHO Festival, un festival urbano de fotografía en el marco del proyecto europeo Urban Layers. Graduada en Periodismo en la Universidad de Málaga, en 2017 estudió el Máster en Periodismo Cultural de la Universidad CEU San Pablo y en 2018 fue Coordinadora de Proyecto en la Bienal de Arte Contemporáneo de Fundación ONCE. También ha colaborado en diversas webs musicales y culturales. Puedes contactarla en marina.prats@huffpost.es