'El caso Wanninkhof-Carabantes': una inocente condenada y sin indemnizar

'El caso Wanninkhof-Carabantes': una inocente condenada y sin indemnizar

Un documental de Netflix explica cómo el juicio paralelo por el asesinato de Rocío Wanninkhof encarceló a Dolores Vázquez.

Dolores Vázquez en el momento de su detención.NETFLIX

El caso de Rocío Wanninkhof y Sonia Carabantes, asesinadas en 1999 y 2003, respectivamente, sumó una tercera víctima, la del juicio mediático y de la justicia. Dolores Vázquez, que mantuvo una relación sentimental con la madre de Wanninkhof durante once años, fue condenada sin pruebas concluyentes e inculpatorias. Un jurado popular la encontró por mayoría culpable de asesinato, un veredicto que fue recibido en la sala con aplausos. Dolores Vázquez pasó 17 meses en la cárcel por un delito que no cometió y a su salida huyó de Málaga durante 20 años.

A día de hoy, Vázquez no ha recibido ninguna indemnización de la justicia —el Supremo rechazó su petición—, nadie ha asumido responsabilidades y tampoco nadie le ha pedido perdón. “Para mí no ha terminado la lucha. Quiero que cuando vaya por la calle no haya un codazo, o que no susurren. Todavía espero que alguien me pida perdón”, declaró en 2013. Netflix estrena el 23 de junio el documental El caso Wanninkhof-Carabantes, que analiza cómo una investigación se convirtió en un juicio popular y cómo otra solventó el error de la justicia.

La desaparición y búsqueda de Rocío Wanninkhof

La película arranca con Alicia Hornos, madre de Rocío Wanninkhof, rodeada de montones de periodistas, a los que se refiere directamente: “Durante un año y once meses lleva una familia sufriendo la pérdida de esta persona [señala la foto de su hija], y ustedes lo califican de culebrón o de película de Almodóvar. Esto no es un culebrón, es la vida de una chica de 19 años”.

La desaparición de la joven se convirtió en uno de los sucesos más mediáticos de España y, como indica uno de los criminólogos que participa en el documental, es un paradigma para cualquier estudiante de Derecho.

El caso de Rocío Wanninkhof arrancó en La Cala de Mijas (Andalucía), en octubre de 1999. Allí visitó a su novio y, cuando volvía a casa, a una distancia de unos 500 metros, se le perdió la pista.

Esa noche mi hija no vino a caso y salimos a buscarla [con su pareja]. Vimos una mancha de sangre y al lado las zapatillas de Rocío”, relata Alicia Hornos, que llamó de manera inmediata a la Policía. Los agentes encontraron regueros de sangre que indicaban que la joven salió corriendo herida, y otros que apuntaban que alguien arrastró su cuerpo. 

Todo el mundo la buscaba y su padre pedía la atención de la prensa. “La única forma de que aparezca es que se hable de ella”, explicaba.

El descubrimiento del cuerpo

Tres semanas más tarde, en noviembre, se localizó el cuerpo escondido en un seto de un camino por el que no cabía ningún vehículo. Estaba a escasos metros de la autovía de Marbella, a tan solo 20 kilómetros de donde se la había buscado y cerca de unas bolsas que contenían su ropa y huellas. Murió la misma noche de su desaparición.

El cadáver no aportó suficiente información en la autopsia por su estado de descomposición. Únicamente reveló lesiones en la espalda producidas por arma blanca y se encontraron dos muestras de tejido en el cuerpo. La conclusión del informe forense fue que sufrió “una agresión brutal en un periodo breve de tiempo que no le permitió ni moverse”, explican en la película.

Por qué Dolores Vázquez

El cuerpo de la joven apareció con las piernas demasiado abiertas, lo que hizo que se planteara la hipótesis de que el agresor simuló una agresión sexual. A partir de entonces se empezó a investigar al entorno más cercano y se incidió en la línea de un crimen pasional.

Además, “alguien afirmó haber visto a una mujer acuchillar la foto de Rocío”, recoge El caso Wanninkhof-Carabantes. Así se llegó a Dolores Vázquez, detenida en septiembre del 2000 entre gritos de asesina. Vázquez y Alicia Hornos habían roto su relación sentimental cuatro años antes.

Un juicio más mediático que judicial

“Fue culpable para todos desde el mismo momento de su detención”; “era uno de los primeros crímenes que daban contenido para un programa de televisión por temas sociales, como la lesbofobia”; “se convirtió en un folletín” o “era un juicio en el que había que batallar en la calle y en la sala” son algunas de las declaraciones recogidas por el documental de Netflix. 

Según el testimonio de su madre, Rocío Wanninkhof siempre se opuso a su relación con Dolores Vázquez, y eso se convirtió en el móvil del crimen según José Antonio Martín Pallín, magistrado emérito del Tribunal Supremo. “Si no fuese por Rocío, yo habría vuelto con esta persona. Lo ha hecho por vengarse, porque no quería volver con ella”, explicó Alicia Horneros en una entrevista.

  La madre de Rocío ante la prensa.NETFLIX

A partir de entonces se empezó a alimentar el personaje de Dolores Vázquez, una mujer fría, rencorosa, autoritaria, calculadora... “y lesbiana en 1999”, añade el periodista Ignacio San Martín, de la Cadena SER. De hecho, su homosexualidad se utilizó en el juicio en su contra, subrayan.

Ante la falta de pruebas —las huellas no coincidían y tenía una coartada que no se tuvo en cuenta—, la criminóloga Paz Velasco indica que la Guardia Civil elaboró un informe de indicios, con un perfil psicológico de Dolores Vázquez.

En su alegato final, la acusada pidió que buscaran a los culpables, que no tenían pruebas contra ella y que nunca las tendrían porque era inocente. No sirvió de nada. El fiscal pidió 15 años de cárcel y le cayeron 15 años y un día.

Cómo el caso de Carabantes sacó a Vázquez de prisión

El 14 de agosto de 2003, en Coín, a 25 kilómetros de Málaga, Encarna Guzmán, madre de Sonia Carabantes, no encontró a su hija en su habitación. Sus amigas le dijeron que habían dejado a la joven de 17 años la noche anterior en el portal de casa. Su madre halló en un árbol cercano su zapato, el bolso y el móvil en el suelo, junto a un par de coches con restos de sangre.

Su cuerpo apareció en un pueblo cercano, en un arroyo y cubierto por piedras. Los forenses determinaron que había muerto estrangulada, después de que el asesino la golpeara y se la llevara en coche a 11 kilómetros de distancia. En este caso fue mucho más fácil extraer pruebas y analizarlas porque el cuerpo fue localizado apenas seis días después de su muerte, el 20 de agosto.

Los restos biológicos encontrados en la autopsia se cotejaron con la base de datos de perfiles ‘fichados’, y coincidían con los restos de una colilla de un cigarrillo inglés que estaba en la explanada en la que apareció Rocío Wanninkhof. Así, cuando Dolores Vázquez ya llevaba 17 meses privada de libertad, se supo que la persona que estuvo allí en 1999 era la misma que había asesinado a Sonia Carabantes. Según la madre de Wanninkhof, en 14 días de juicio no se mencionó en ningún momento la existencia de ninguna colilla.

Cómo se llega a Tony King

Nada más ver la noticia de Sonia Carabantes, Cecilia King ató cabos y se puso en contacto con la Policía. Era la exmujer de Tony King, y llegaron juntos a España en 1997. Una noche, King apareció de madrugada en casa y se encerró en el baño. Era la misma noche en la que desapareció Rocío. Momentos después, salió de nuevo de casa. Cecilia vio que “el baño estaba inmaculado”, algo poco habitual en él. “Se lo conté a mi familia y me tomaron por loca”, confiesa la mujer, que se separó de King. “El día que Sonia desapareció, él vino a por la niña y llevaba la mano vendada. Cuando vimos la noticia en la tele mi novio y yo dijimos ¡Tony!”, explica.

Tony Alexander King tenía antecedentes en Reino Unido. Un mes después del asesinato de Sonia Carabantes lo detuvieron y confesó ser el autor de las dos desapariciones y muertes. Dolores Vázquez ya estaba en libertad, a la espera de un nuevo juicio. Tras sus 519 días encarcelada, hizo una aparición pública: “No le deseo a nadie la prisión. He estado tres meses y pico en aislamiento. No digo que la detención fuese ilegal si era una de las sospechosas, pero me lavaron psicológicamente y me dijeron lo que me iba a pasar. Así ocurrió”.

  Tony Alexander King el 17 de octubre de 2005.AFP via Getty Images

Tony King resultó ser la misma persona que El estrangulador de Holloway, que desde 1985 había matado a varias jóvenes en Reino Unido. Una de sus víctimas británicas relata cómo se apiadó de ella por estar embarazada: “Me golpeó y caí al suelo, ató con fuerza mi bufanda y empezó a manosearme. Yo estaba embarazada, pude levantarme y me agarró del cuello. Le pedí que no matara a mi bebé y le susurré ‘vamos vete, vete, no se lo diré a nadie’. Y eso hizo”.

Tony King estuvo en prisión en numerosas ocasiones en Inglaterra, por reincidir, pero no sirvió de nada. De hecho, el entonces ministro de Interior, Ángel Acebes (PP), tuvo que comparecer en el Senado porque la Interpol notificó que el asesino residía en España y era “un peligro potencial para las mujeres en España”. Aunque esa notificación tampoco se tuvo en cuenta. King tenía afán de protagonismo, según la jueza del caso Carabantes. Fue condenado a 53 años de prisión por ambos crímenes.

Como explica Ignacio San Martín, “Dolores Vázquez podría seguir en la cárcel si no se hubiese encontrado al culpable (...) Su detención ocupa muchas más paginas que su absolución”.

El Estado no ha resarcido a Dolores Vázquez, que no ha recibido ninguna indemnización de la justicia. “Me han linchado una vez y tengo miedo de que vuelva a pasar. Yo no tendría que estar aquí justificándome, pero esta sociedad me lo exige”, declaró la damnificada en 2013.