Dominique Jordan: "Los gobiernos han descubierto ahora el potencial de las farmacias de cara al futuro"

Dominique Jordan: "Los gobiernos han descubierto ahora el potencial de las farmacias de cara al futuro"

El presidente de la Federación Internacional Farmacéutica analiza el futuro del sector y habla del Congreso Internacional de Sevilla, donde espera "hacer valer" su voz.

Dominique Jordan, presidente de la FIPFEDERACIÓN INTERNACIONAL FARMACÉUTICA

Lo peor ha pasado, pero ni el coronavirus ni el resto de urgencias médicas han desaparecido. Lo saben doctores, enfermeros y también los farmacéuticos, la otra cara del colectivo sanitario que no siempre ha sido tratado en igualdad. Ahora el sector quiere dar un golpe en la mesa y en esa tarea se afana Dominique Jordan, presidente de la Federación Internacional Farmacéutica (FIP por sus siglas en inglés).

Jordan, nacido en Suiza y con varias décadas de gestión farmacéutica en sus espaldas, atiende a El HuffPost aprovechando una visita a España. No es turismo, aunque apunta entre risas que le encanta esta tierra; viene a presentar el Congreso Internacional en septiembre en Sevilla. El entorno ideal para “hacer valer nuestra voz ante los Gobiernos”. La elección de España no es casual. La farmacia nacional ha sido ejemplo de gestión y la reciente concesión de la Gran Cruz de la Orden Civil de Sanidad por parte del Gobierno al Consejo General de Colegios Farmacéuticos es la muestra.

El presidente mundial sabe lo que es pasar por todas las etapas del negocio. Desde su propio local, que mantiene, ha ascendido hasta convertirse en el líder de un colectivo que engloba a más de cinco millones de trabajadores en todo el mundo según los últimos datos. Y ha tenido que venir la pandemia para revelar su importancia, como apunta el mandatario suizo, que plantea retos sobre el futuro y la sostenibilidad de la profesión. Sin olvidarse del covid, porque, como dice, “toca cerrar este capítulo, pero sin dejar de estar listos por si vienen tiempos peores”.

Lo primero, superar la fatiga extrema, porque el equipo está exhausto después de dos años tan duros de trabajo de cara a la población. Tenemos que premiar y cuidar a nuestra gente. Pero más allá, hay que estar preparados si viene una nueva ola después del verano, que ya se estima, y hay camino para preparar a los países por lo que pueda venir. Ese es el gran reto: cerrar este capítulo de la pandemia pero también estar listos por si vienen tiempos peores. Y espero que cada país esté preparado si llega esa ola tras el verano.

También hay que consolidar el modelo de negocio post-pandemia. Por ejemplo, la vacunación gratuita que algunos países han introducido en las farmacias y que ahora habría que regular pasada la emergencia, porque obliga a un esfuerzo de financiación. O el modelo de venta online, que aún tiene que consolidarse, regulando el papel de los mayoristas o de las aseguradoras

Al principio sí. Había mucho miedo de tomar las medidas adecuadas y todo se enfocó a los hospitales. Si no se aseguraba el hospital un país se podía hundir y todas las primeras medidas, las restricciones, fueron en esa línea ‘hospitalaria’, digámoslo así.

Sin embargo, al final de la pandemia, muchos gobiernos y ministros de Sanidad han reconocido el trabajo hecho por las farmacias. El mejor ejemplo es España, con la entrega de la Gran Cruz al colectivo. Los gobiernos han descubierto ahora el potencial de las farmacias de cara al futuro. Y también la sociedad ha avanzado en su visión de qué somos y qué podemos aportar.

Mi miedo es que en unos años la gente puede olvidar el trabajo que se ha hecho en las farmacias. Por eso, el trabajo hay que hacerlo ya. Hay que proponer ya medidas a los gobiernos.

En Dinamarca por ejemplo hay una farmacia cada 16.000 personas; en España la media es de 2.000 personas, aquí sois muy afortunados por tener este modelo

Ha sido un sector fundamental. En todo el mundo, además. No puedo pensar en un territorio donde la farmacia no haya sido un ejemplo de ayuda a la sociedad. Luego, cada país, según su regulación, ha marcado unos servicios u otros.

Sobre todo en la primera ola, la farmacia estuvo en primera línea atendiendo a los ciudadanos, respondiendo a todas la dudas. El problema es que a la farmacia no le llegaba la información adecuada para responder con certezas. Y se trabajó sin plazo de adaptación, porque el farmacéutico, como todo profesional, necesita un tiempo para aplicar las medidas que los gobiernos aprueban. No puedes aprobar algo un viernes y tenerlo disponible al día siguiente.

Pero he de decir que con la pandemia, los farmacéuticos han dado un plus, ha habido una extensión del rol que tenían antes del coronavirus. Pienso también en España, cuyo esfuerzo se ha reconocido con la concesión de la Gran Cruz de la Orden Civil de Sanidad hace unas semanas

Hay dos cuestiones aquí: la sostenibilidad y la red de farmacias. Es clave tener una farmacia cerca pero eso obliga a un mantenimiento fuerte de la red. Y aquí recojo puntos de vista más liberales, como en Suiza, donde te permiten abrir farmacias sin necesidad de ser tú farmacéutico, aunque debe haber un farmacéutico dentro siempre. Eso ampliaría el negocio.

Si comparamos modelos, en Dinamarca por ejemplo hay una farmacia cada 16.000 personas; en España la media es de 2.000 personas, aquí sois muy afortunados por tener este modelo. Pero claro, esto tiene sus desventajas... la financiación. Cuanta más estructuras tienes, más tienes que mantener.

Debe hacerse un balance entre el número existente de farmacias y la inversión. Pero sobre todo una reflexión profunda ahora pasado lo peor del covid. La ‘tarta’ del dinero es pequeña y hay que dividirla en muchas porciones.

En la primera ola, la farmacia estuvo en primera línea atendiendo a los ciudadanos, respondiendo a todas la dudas. El problema es que a la farmacia no le llegaba la información adecuada para responder con certezas
Dominique Jordan, presidente de la Federación Internacional Farmacéutica

Lo primero, felicitarnos por poder vernos, hablarnos y oírnos después de dos largos años. Esperamos a más de 5.000 asistentes de todo el mundo. Más allá, mi expectativa es que podamos unificar un mensaje pese a provenir de muy distintas regiones.

Las medidas que debemos acordar deben servirnos a todos porque los retos de salud y futuro son los mismos para todos. Y, por supuesto, debemos lograr un consenso que nos permita tener fuerza ante los Gobiernos, que nos tengan cada vez más en cuenta.

Lo hemos visto en la ceremonia de entrega de la Gran Cruz en España. No es solo recibir un premio, una ‘palmadita’, sino aprovechar la fuerza de ese acto para que se nos vea. Ese también es el objetivo del Congreso.