La vuelta de los festivales dos años después: entre contratiempos y récords de asistencia

La vuelta de los festivales dos años después: entre contratiempos y récords de asistencia

Las colas del Primavera Sound o del Tomavistas o los incidentes del O Son Do Camiño han puesto el foco en la organización de estos eventos musicales.

Público durante el Primavera Sound 2022.Xavi Torrent via Getty Images

Este verano, después de dos años de pandemia, los festivaleros han resucitado. Los conciertos masivos vuelven a celebrarse en la temporada estival y, de hecho, ya ha habido varios que se han adelantado y han dado el pistoletazo de salida con gran afluencia de asistentes.

Los macrofestivales de música han vuelto con grandes carteles y afluencia de público: del San San Festival, celebrado en Castellón en Semana Santa, al Primavera Sound que tuvo lugar los dos fines de semana del 1 al 12 de junio en una edición especial de reencuentro, pasando por el madrileño Tomavistas el pasado mes de mayo o el Sónar de música electrónica, que tiene lugar este fin de semana.

Sin embargo, la euforia festivalera se ha visto plagada de incidentes como una plaga de pulgas en el festival Interestellar de Sevilla —celebrado los días 20 y 21 de mayo en el CAAC de la capital hispalense— a las interminables colas para pedir bebidas del Festival Tomavistas, que coparon los comentarios en redes sociales sobre el evento; a la caída del escenario en el montaje del O Son do Camiño —con seis trabajadores hospitalizados— o el exceso de aforo que denunciaban los asistentes del Primavera Sound.

Para Lalo Díez, promotor de festivales y profesor del curso Experto en Gestión de Eventos Musicales del IMEP, la sensación de exceso de aforo o de falta de control de asistentes que se ha producido en algunos de estos eventos responde también a la percepción del asistente.

“Creo que tanto ha habido mucho público, quizás demasiado, como que por otro lado, la gente se tiene que volver a acostumbrar a esta nueva situación”, explica. “Hay gente que tenía muchas ganas de que esto llegara, pero hay gente que todavía tiene reticencias a verse rodeado de mucha gente en ciertos espacios. Ha cambiado el escenario, ya no hay una pandemia como había antes, aunque no haya desaparecido”, detalla. 

Tal y como recuerda el especialista, se ha pasado en un año de eventos al aire libre con 1.000 asistentes sentados y con distancia social a 25.000 asistentes sin ninguna medida de prevención.

El especialista afirma que el sector de los festivales es uno de los que más cuidado tiene, a pesar de las continuas críticas que ha recibido. “Se ha sido muy injusto con un sector que desde hace unos años para acá, que se puede decir que es de los sectores que mayor control y gestión hacen a la hora de organizar un evento, tanto a la hora de control de aforo como de seguridad, de temas de proyectos de ingenieros en condiciones, etc”, sentencia.

Para él, el evento del Madrid Arena en Halloween de 2012 cambió la situación y la profesionalizó. “Si se peca de algo en exceso es de controlar muy bien el tema de la seguridad y los aforos. Somos un sector que estamos trabajando con tecnología punta a la hora de poder saber qué está pasando dentro de nuestros recintos. Hoy en día es habitual pagar sin dinero, con contactless, es decir, sabemos en tiempo real lo que está ocurriendo en nuestras barras, cómo se mueve la gente por nuestros recintos, sabemos por control real de aforo cuánta gente hay en nuestro recinto y por dónde se mueve”, destaca.

Si se peca de algo en exceso es de controlar muy bien el tema de la seguridad y los aforos
Lalo Díez, promotor de festivales y profesor del curso Experto en Gestión de Eventos Musicales del IMEP

José Gallardo, director artístico del Tomavistas Festival y el Tomavistas Extra, admite que hubo un fallo a la hora de contar con suficiente personal en las barras, pero señala que lo enmendaron la primera noche del festival pudiendo ofrecer un servicio correcto los dos días siguientes.

“Te da un poco de pena porque quieres que el festival fluya perfectamente y trabajamos tres años para que eso no pase”, señala. “Es cierto que ha pasado una cosa que es nueva y es que está fallando el personal de hostelería a la hora de llegar a su puesto de trabajo. Nos faltaron camareros y estoy viendo que es una experiencia que se ha repetido en otros festivales”, explica. “Esa parte la tienes complicada de solucionar, aunque lo hicimos el primer día a última hora y el resto no hubo problemas”, indica.

Sin embargo, para el organizador del festival madrileño, estas críticas inmediatas dejan “un sabor agridulce”. “Como que celebras que has conseguido hacerlo y empiezas a tener algún problema”, indica. 

Te da un poco de pena porque quieres que el festival fluya perfectamente y trabajamos tres años para que eso no pase
José Gallardo, director artístico del Tomavistas Festival y Tomavista Extra

Esto está directamente influido por la inmediatez de las redes sociales. “Esa sensación de ‘tengo derecho a quejarme’, que lo tiene todo el mundo no lo dudo, pero el impacto mediático que tiene las redes es una bola que se va haciendo muy grande”, indica y enfatiza en que se tomaron medidas para solucionarlo

Tras dos años de ausencia, los aficionados han cogido con ganas los festivales. De ahí que los datos de asistencia hayan batido récords histórico. Basta con ver los 500.000 asistentes del Primavera Sound frente a los 220.000 de 2019. Esta cifra también es bastante superior a las globales de 2019

Muchos festivales como el Mad Cool cuelgan ya el ‘no hay billetes’ de esta edición de 2022, algo que responde, tal y como señala Díez, a varios factores. “Los grandes festivales van a combinar público que ya tenía entradas para 2020 para ese festival con los nuevos”, detalla. “En general, el verano no solo va a ser bueno, sino que va a ser prolífico”, explica.

Esto no solo se debe a las ganas del público sino también a la ampliación que han vivido muchos festivales. Algunos ejemplos son que el Primavera Sound se ha duplicado con dos fines de semana, el Mad Cool ha añadido un día más de festival para este 2022, el Bombastic o el Reguetón Music Festival se han expandido con ediciones por toda España o el Tomavistas ha cambiado su recinto del Parque Tierno Galván a Ifema para tener mayor aforo y también ha añadido un día más.

  Grupo de asistentes al Tomavistas Festival 2022.Europa Press News via Getty Images

Gallardo hace un balance positivo de este 2022, pero sin lanzar cohetes por sus 20.000 asistentes —frente a los 16.000 de 2019—. “Podríamos haber aspirado a más público, también las circunstancias están siendo complicadas a nivel de asistencia o ventas porque hay demasiada oferta y se nota en la afluencia”, explica y achaca su crecimiento al día extra. “Para 2023 queremos mantener y tratar que venga un poco más de gente, la que creíamos que podía venir este año, íbamos a lo máximo a 10.000 por día y nos han faltado, osea que todavía tenemos margen de crecimiento en el mismo formato”, indica.

Previo a la pandemia, se cifraban en 805 festivales en España, algo que se calificó como una “burbuja” por numerosos especialistas. Sin embargo, parece que lejos de explotar los eventos musicales no hacen más que multiplicarse.

Esto no ha repercutido tanto en que se extingan como en la dificultades de los organizadores. “Hay un exceso de demanda de materiales, que no hay hierros, no hay escenarios, no hay cables… Quien no haya planificado con tiempo y está la cosa muy complicada para contratar personal”, explica Díez, quien recalca que la oferta es excesiva.

“Un chaval de 18 años o un matrimonio de 30 con un bebé y va a ir a dos festivales, pues tiene el dinero que tiene. Esa es la realidad”, indica, aunque recuerda que las entradas no han subido el precio.

A la oferta de festivales se han sumado giras atrasadas y nuevos lanzamientos con sus tours correspondiente —véase la gira Motomami de Rosalía—. “Coincidí un fin de semana en Alicante con dos compañeros y ese fin de semana tocaban: Estopa, Vetusta y otro concierto en el castillo. Hay demasiada oferta en muy poco tiempo y eso el año que viene se va a tener que reajustar o sí o también”, sentencia Díez.

El parón en eventos musicales o la reinvención de los mismos, lejos de perjudicar ha generado unos nuevos formatos que coinciden en esta ingente oferta de conciertos y festivales. Por ejemplo, el Tomavistas creó Tomavistas Extra —ciclos de conciertos con dos artistas por fecha en el Parque Tierno Galván— y lo ha mantenido como paralelo al festival este 2022.

Gallardo recuerda que se enfrentaron a una situación “muy cambiante”, pero que este nuevo formato dio muy buenos resultados. “Mantenemos el Extra a finales de junio que nació en septiembre de 2020 tras la pandemia y adaptándonos a los horarios y al recinto por sus buenos resultados. Nos daba mucha pena abandonar el parque y, como se adaptó bien, lo hacemos igual pero con las nuevas medidas: sin mascarillas, con aforo completo y de pie”, señala.

Díez recuerda que el sector vivió un momento de reinvención en 2020 y 2021 como pocos sectores hicieron, pese a la caída de cantidad de empresas. “Hay que decir que el año pasado fue una clara demostración de que todo el mundo en el sector —desde los que ponen el sonido, las casetas, los aseos a los escenarios, los ingenieros, los artistas— fue consciente”, indica.

“Todo el mundo se ajustó y el año pasado se hicieron cosas muy buenas y muy potentes en este país”, recalca. De ese buen trabajo se plantea, a la espera de cifras de cierre de temporada, unos récords históricos para el mundo de los festivales que, pese a lo que se pudiera pensar, se están beneficiando del parón de la covid-19.

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Soy redactora de LIFE en El HuffPost España y mi misión es acercarte la última hora del mundo de la cultura, la música y el entretenimiento.

 

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Escribo principalmente de música, cultura, cine, series y entretenimiento porque, aunque sirva para desconectar, bailar o echar un rato entre palomitas, la cultura esconde mucho más. Evitando el elitismo, trato de tender la mano a las nuevas tendencias de la industria musical o del audiovisual a través de entrevistas con artistas emergentes —que pronto dejarán de serlo— y compaginarlo con el análisis de lo más mainstream como Taylor Swift o Bad Bunny.


En estos ocho años he cubierto los Goya, los Oscar, el Benidorm Fest o Eurovisión. Sí, soy la responsable de los memes que han inundado la cuenta de X de El HuffPost en Eurovisión. Siempre buscando un contenido cercano, sin perder el rigor, contando más allá de lo que se pueda ver en la pantalla.
Aunque no siempre haya relación con la industria cultural, también he cubierto temas relacionados con el Feminismo y el colectivo LGTBIQ+.

 

He podido contar en primera persona con supervivientes del “Stonewall español” que es el Pasaje Begoña, denunciar la situación que viven los menores trans o hablar sobre qué significa la manosfera antes de que llegara a Netflix ‘Adolescencia’.

 

Mi trayectoria

Nací en Málaga, donde estudié Periodismo por vocación en la Universidad de Málaga, entre playlists de Spotify, discos y conciertos. Antes de incorporarme a El HuffPost en 2017, colaboré diversas revistas culturales y de entretenimiento. En 2016 trabajé en el departamento de comunicación de UPHO Festival, un festival de fotografía contemporánea urbana parte del proyecto europeo Urban Layers. Y, aunque sigo echando de menos Andalucía, me trasladé a Madrid para estudiar el Máster en Periodismo Cultural en la Universidad CEU San Pablo. En 2018, compaginé mi trabajo en El HuffPost con la coordinación de proyecto de la Bienal de Arte Contemporáneo de Fundación ONCE celebrada en CentroCentro. Desde 2017 trabajo en El HuffPost España, donde he logrado una nominación a los premios GLAAD y ser finalista de los Premios Papageno en 2022.

 


 

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