El último gran juicio por combate

El último gran juicio por combate

Entrevista con Eric Jager, autor de 'El último duelo'.

Two young men back to back with duelling pistols in silhouette against the dawn preparing to take ten paces turn and fireheywoody via Getty Images

Quizás no les suene la historia de la que vamos a hablar, pero sin duda les resultará más familiar cuando se estrene, a finales de 2021, la adaptación cinematográfica que prepara Ridley Scott con Matt Damon, Ben Affleck y Adam Driver. En 1386, Jean de Carrouges y Jacques Le Gris, viejos amigos, se enfrentan en un juicio por combate para determinar si Le Gris es culpable de la violación de Marguerite, mujer de Carrouges. Si Le Gris gana, también morirá Marguerite por haberlo acusado en falso. Ella queda encinta y se sospecha que el padre del futuro hijo podría ser su violador, aunque desde Galeno se creía que el orgasmo era necesario para la fecundación, de manera que eso imposibilitaría su paternidad. Eric Jager relata en El último duelo (Ático de los libros, 2021) este violento y apasionante juicio por combate reescrito y mitificado por el paso del tiempo. A continuación, nuestro agradable duelo dialéctico:

ANDRÉS LOMEÑA: Mucha gente revivió el juicio por combate gracias a Juego de Tronos. En mi caso fue con la película Excalibur. ¿Han sido Jean de Carrouges y Jacques Le Gris la inspiración de este revival contemporáneo? 

ERIC JAGER: No sé si los feroces duelos de Excalibur se inspiraron en el caso de 1386, pero puede que así fuera con Juego de Tronos. Un conocido libro sobre los hechos reales que se esconden tras la serie de televisión cita el duelo entre Carrouges y Le Gris como una influencia y cita El último duelo. En la cuarta temporada, Tyrion Lannister solicita un duelo para resolver la acusación de asesinato que pesa sobre él, y después de que se emitiera el episodio, me entrevistaron para hablar sobre la historia del juicio por combate.  

El choque de 1386 fue famoso mucho antes que Excalibur o Juego de Tronos. Apareció en la conocida crónica de Jean Froissart (alrededor del año 1400), así como en muchas historias de Francia, e inspiró algunas ficciones históricas del siglo XIX. En los años setenta, un jurista normando volvió a llevar la cuestión ante una audiencia pública. El duelo se ha reactivado en clubes de esgrima franceses. Antes de que se ideara la película de Ridley Scott, participé en un documental de televisión de la BBC en 2006. Durante estos años, he oído propuestas no solo para hacer una película, sino una obra de teatro e incluso una ópera. Es una historia que atrapa a la gente.

A.L.: Me impresiona que personas como Richard de Carrouges estuvieran dispuestas a combatir si el litigante no se presentaba en su propio juicio por combate. ¿Quién se prestaba a combatir en nombre de otro?

E.J.: Incluso los modernos duelos de honor tenían “segundos”, hombres dispuestos a batirse contra uno de los oponentes si era necesario. Hay que señalar que el juicio por combate medieval, a diferencia del duelo de honor, era en realidad parte del sistema legal. Se intentaba resolver una cuestión legal que no podía dirimirse mediante la evidencia demostrativa o el testimonio de los testigos, así que si uno de los combatientes caía enfermo, era viejo o si se ausentaba por alguna razón el día acordado, la ley exigía un sustituto. 

Cada hombre, Carrouges y Le Gris, tenían seis “leales” en caso de que fuera necesario. Los familiares y amigos componían esa lista, que era considerada un honor. No había dinero de por medio. Al igual que el derecho y la sociedad medieval nos pueden parecer brutales, su concepto del honor nos resulta prácticamente desconocido en la actualidad. Esa noción se perdió, quizás, cuando avanzamos mediante una serie de reformas necesarias.

Incluso los modernos duelos de honor tenían “segundos”, hombres dispuestos a batirse contra uno de los oponentes si era necesario.

A.L.: Había una leyenda sobre un perro que obtuvo justicia gracias al juicio por combate. ¿Demuestra esto la popularidad de ese mecanismo legal? No sé si el éxito se puede comparar con la fascinación por los gladiadores o por las ejecuciones… 

E.J.: La historia del duelo entre un hombre y un perro es con casi toda probabilidad apócrifa, pero es irresistible, y la incluí en el libro para ilustrar su firme creencia en la Providencia, la idea de que Dios aseguraría un resultado justo en el combate. La historia, en efecto, sugiere la popularidad que tuvo el juicio por combate.

Tu comparación con los gladiadores y los ajusticiamientos tiene sentido. El juicio por combate, especialmente el duelo a muerte, parece haber suscitado muchas emociones similares. Froissart escribió en su relato del duelo de 1386: “Los señores de Francia se deleitaban y acudieron para presenciar el combate de dos hombres”. Piensa en el boxeo o la lucha en algún ring. Quizás no sea tan letal, pero es un deporte sangriento. Los nobles veían el duelo como una prueba de caballerosidad y la población acudía ansiosamente a estos espectáculos. Sin embargo, los clérigos desaprobaban los duelos por ser una forma de “tentar a Dios”, algo prohibido expresamente por las Escrituras, y los reyes preferían que los hombres defendieran el reino en lugar de matarse en un combate sin cuartel. El juicio por combate se prohibió finalmente, lo que llevó a muchos duelos privados e ilegales por cuestiones de honor.

A.L.: Finalmente, el juicio por combate se consideró un crimen irremediable. ¿Lo es también la pena de muerte para usted?

E.J.: Grandes pensadores de la Ilustración como Voltaire denunciaron el juicio por combate como injusto e irrevocable. Su razonamiento fue bastante similar al de los actuales detractores de la pena de muerte: si se descubre un error después y la condena es errónea, ¿qué se puede hacer? La sociedad medieval trató de enmendarlo. En un caso capital, si el veredicto cambiaba, el convicto era “descolgado”. Había una elaborada ceremonia, se recuperaba el cuerpo de la horca y se le enterraba con honores. Qué ridículo, pensaremos ahora. ¿En qué ayudaba eso a un hombre ahorcado? Bueno, restituía el honor de la familia y, según la Iglesia, su alma podía viajar del Purgatorio al Cielo.

En la actualidad, sabemos que en Estados Unidos muchas personas han sido ejecutadas erróneamente. Las estimaciones de sentencias de pena de muerte equivocadas son impactantes. Dadas las creencias contemporáneas, una rehabilitación póstuma apenas ofrece compensación en este mundo… o en el otro.

¿Nuestra modernidad nos previene contra los aspectos más brutales y violentos de la naturaleza humana?

A.L.: Renuncio a la máquina del tiempo y me quedo en el presente.

E.J.: Mi libro El último duelo no intentaba generar nostalgia por la Edad Media. Es la verdadera historia de un juicio legal real tan famoso como complicado y tiene resonancias contemporáneas en el derecho, la justicia, la clase social, el espectáculo público y hasta en el #MeToo. La idea era informar a la gente de ciertos aspectos de la historia que son relevantes a la vez que sorprendentes. Además, estos hechos pueden ayudarnos a comprender mejor de dónde venimos, dónde estamos ahora y hacia dónde vamos. Espero que no estemos retrocediendo. Las democracias occidentales puede que tengamos mejores leyes e instituciones, pero, ¿cómo hemos llegado a ser “modernos”, que es como nos gusta definirnos? ¿Nuestra modernidad nos previene contra los aspectos más brutales y violentos de la naturaleza humana? Acontecimientos recientes como el asalto al Capitolio sugieren que no. Después de todo, una muchedumbre medieval difiere poco de una moderna, salvo por el armamento que pueden llevar.

MOSTRAR BIOGRAFíA

Andrés Lomeña Cantos (Málaga, 1982) es licenciado en Periodismo y en Teoría de la Literatura. Es también doctor en Sociología y forma parte de Common Action Forum. Ha publicado 'Empacho Intelectual' (2008), 'Alienación Animal' (2010), 'Crónicas del Ciberespacio' (2013), 'En los Confines de la Fantasía' (2015), 'Ficcionología' (2016), 'El Periodista de Partículas' (2017), 'Filosofía a Sorbos' (2020), 'Filosofía en rebanadas' (2022) y 'Podio' (2022).