El momento Belarra

El momento Belarra

Radiografía de la nueva líder de Podemos: una ministra que viene del activismo y que va impregnar de periferia al partido.

Ione BelarraJ.L.Cereijido / EFE

Cuando llegó al despacho, todo eran maderas oscuras. Como de otras épocas, con muebles pesados, de esos que parece que huelen a humo de puro. Desde la ventana se veía al vecino Museo del Prado. Se acaba de formar el primer Gobierno de coalición desde la II República, e Ione Belarra se había encargado de negociar la propia estructura con el socialista Félix Bolaños. Dentro de esa nueva arquitectura institucional, a ella le tocó la Secretaría de Estado para la Agenda 2030, un puesto clave en la Vicepresidencia que dirigiría Pablo Iglesias.

A ese despacho decidió ponerle un poco de vida y colocó una torre de cubos de colores con los objetivos de la Agenda 2030. Entonces ni ella misma se podía imaginar qué pasaría a los pocos meses (la mayor pandemia en un siglo) y que en poco más de un año tendría que dejar aquella estancia… para subir a otra planta a ocupar el despacho más importante como ministra tras la marcha de Iglesias. Y, además, desde este domingo toma las riendas del partido. Ahí es nada.

Coge el partido a sus 33 años. Aunque sea una de las personas de confianza de Iglesias, llega para imprimir desde el primer día su sello y un estilo distinto: será una dirección más coral, más femenina y más periférica. Un perfil diferente al de hasta ahora, pues ella no había militado anteriormente en otros partidos, no fue una de las fundadoras y recoge el testigo ya dentro del Gobierno.

De esta manera se adoptará un nuevo modelo, al estilo del PNV. Belarra será la gran referencia dentro de Podemos, mientras que Yolanda Díaz ejercerá el liderazgo de los morados dentro del Ejecutivo. Fuentes de la candidatura explican lo que está por venir: “Podemos ha cambiado el rumbo de la historia de España. Ahora se abre una nueva etapa que afrontamos con esperanza y responsabilidad y con el objetivo de seguir construyendo una herramienta cada vez mayor al servicio de la gente”.

  Belarra, en AvilésEuropa Press News via Getty Images

Una palabra que repiten Belarra y los suyos es “crecer”, de hecho la han utilizado para bautizar la candidatura. En su opinión, hay que “avanzar y ampliar el espacio político”. Hacen este análisis: con su presencia en el Ejecutivo central y en gobiernos autonómicos y municipales se han convertido “en la mayor fuerza del cambio en toda la Unión Europea”. Pero no todo es color de rosa. Sabe Belarra a la vez que la estructura no se construyó bien y que se flojea hacia abajo en el partido, por lo que se ha marcado como uno de sus principales objetivos aumentar en número de militantes y que los afiliados sean más activos en sus provincias y barrios.

Belarra sostiene en público y privado que todos deben remar para conseguir hacer a Yolanda Díaz presidenta del Gobierno. La gallega no es de Unidas Podemos, por lo que no puede optar a la Secretaría General, pero sí puede encabezar la papeleta de las generales por Unidas Podemos (el paraguas del partido con sus confluencias). Por ahora guarda silencio la vicepresidenta, dice que hablará cuando toque (faltan dos años para las generales). Todos creen que dirá que sí, pero siempre cabe la posibilidad de que haya un ‘no’ y tenga que ser Belarra.

Llegó a Podemos a través del activismo en temas de migración y desahucios

Para esta nueva etapa de Unidas Podemos, Belarra ya ha diseñado a su equipo. Feminista convencida y militante, la política se ha rodeado principalmente de mujeres y cinco van en los puestos principales de la lista junto a ella: Irene Montero, Noelia Vera, Isa Serra, Idoia Villanueva y Alejandra Jacinto. Precisamente con Montero le une una amistad desde hace años, desde sus tiempos de estudiantes de Psicología en la Universidad Autónoma.

En su equipo también tiene a Pablo Echenique, Jaume Asens, Rafa Mayoral, Juanma del Olmo, Lilith Verstrynge, Juanma del Olmo, Jessica Albiach, Serigne Mbayé, Noemí Santana y la actriz María Botto. Son el núcleo duro del ‘pablismo’, algo que afean algunos exmiembros del partido, al entender que el poder sigue en las mismas manos aunque se haya marchado Pablo Iglesias. En la parte socialista miman estos días a Yolanda Díaz entendiendo que habrá mejor relación que con el anterior ex, pero, como confiesa un ministro del lado del puño y de la rosa, “las que mandarán en el partido serán Belarra y Montero”.

  Belarra y DíazNurPhoto via Getty Images

La figura de Belarra no encaja con la de otros líderes nacionales, como Pedro Sánchez o Pablo Casado, criados en las juventudes de sus partidos. Ella viene del activismo social, especialmente en temas de inmigración y de desahucios, y desde ahí se incorporó a Podemos en 2015. “No tiene pasado ni en IU ni en el PCE. Lo suyo es más convicción social”, señalan desde su entorno. Y otra de las cosas que tiene muy clara es la importancia de los territorios y de la periferia. “Es de Pamplona, es de un lugar donde se entiende muy bien lo que es el diálogo entre territorios”, comentan fuentes ‘moradas’, que señalan que en esta época se va salir de ese madrileñismo que imperaba en el partido.

Con buenas formas siempre, pero es una muy dura negociadora

Su carácter lo lleva al terreno político también. Como comenta una persona cercana: “Siempre con buenas formas, pero negociando es dura. Belarra se lo cree de verdad, la juventud también le da esa dosis de optimismo. Lleva al límite el lema de que sí se puede”. Desde que empezó la coalición ella ha sido la encargada de negociar con la parte socialista algunas medidas clave como frenar los desahucios o que no se pueda cortar la luz a los más vulnerables. Ahora sigue enfrascada con el Ministerio de Transportes en los temas del alquiler, una dura batalla sin resolver. Es “cabezona” también. Una de las frases que tiene grabada siempre es: “El miedo nunca conquistó derechos”.

Ahora tiene que escribir el futuro de Podemos, con esos rotuladores de colores que utiliza constantemente. Siempre papel, boli y subrayadores cerca. Belarra supone ese cambio generacional, que llega a ritmo de patines (literalmente, le encanta pasear sobre ruedas). Una política enganchada también durante estos días a las novelas gráficas, que se emociona con Regreso al Edén, de Paco Roca, y que suele recomendar La mala leche, de Henar Álvarez y Ana Müshell. Y siempre amante del buen teatro con un mensaje social potente, es admiradora de las obras de la compañía Kamikaze como Jauría e Iphigenia en Vallecas. Le toca ahora el gran papel protagonista de su vida. En sus manos está Podemos.