Por qué muchas cervezas tienen una estrella en su logo

Por qué muchas cervezas tienen una estrella en su logo

... y otros siete datos curiosos que aprendes al visitar el primer museo de la cerveza de España.

Rubia, tostada, negra, alemana, española o belga. Sea como sea, la cerveza sea es una habitual en el “ir a tomar algo” de los españoles. En 2018 se consumieron más de 40 millones de hectalitros de cerveza y, aunque la cantidad puede sonar apabullante, España no está entre el top 20 de países más cerveceros de Europa.

La bebemos mucho, pero no sabemos demasiado de ella. Para arrojar luz y resolver dudas sobre el tema, el pasado mayo abrió MEGA (Mundo Estrella Galicia), el primer museo español dedicado a la cerveza de España. Su nombre da la pista: está en las instalaciones de Estrella Galicia en A Coruña. La marca aquí no es la protagonista (salvo una parte de la visita), lo es la cerveza. Nada que ver con lo que ocurre con la visita a Guinness en Dublín (Irlanda).

  Friends toasting with glasses of beer, resting at the pub, closeupProstock-Studio via Getty Images

Una visita de cerca de dos horas y media convierte a cualquiera en un experto en cerveza, listo para fardar durante unas cañas con amigos con datos como estos.

1. Por qué muchas marcas tienen una estrella en su logo

Estrella Galicia, Mahou, Estrella Damm, Estrella Levante, Heineken… Son muchas las cervezas que tienen en su logo una (o varias) estrellas y otras tantas la recogen el término en su nombre. No es casualidad aunque tampoco es una referencia a su calidad. Es un guiño a la Edad Media. 

En esta época las cervezas eran artesanales y se elaboraban en talleres de maestros cerveceros que conocían la fórmula para hacerlas. Los fabricantes vivían en el mismo taller y vendían allí sus productos. Como la tasa de analfabetismo era altísima, cada negocio tenía un símbolo en la puerta para identificarlo: el de los cerveceros era una estrella estrella, generalmente la de David con seis puntas.

Existen diversas teorías sobre el significado de las puntas de las estrellas, pero la más extendida y la que recogen en MEGA es que representan los ingredientes básicos de la cerveza: agua, lúpulo, malta, grano, levadura y el propio maestro cervecero. Otra teoría las relaciona con los pasos básicos para la elaboración de la cerveza: malteado, cocimiento, fermentación, maduración, acondicionado y fermentación. 

2. La cerveza negra también tiene maltas blancas

Pensar que las cervezas negras no tienen maltas de color claro es, según los expertos, un error de principiante. Todas las cervezas tienen lo que se denominan maltas bases. Estas se obtienen generalmente de la cebada y el trigo y son de color claro ya que con el tostado pierden las enzimas y los almidones. Esto permite la posterior fermentación con la levadura. 

Por este motivo, incluso las cervezas tipo stout (negras) necesitan maltas blancas básicas, aunque tras el proceso de cocimiento se añadan otras más tostadas para darle los sabores dulces e incluso amargos. 

3. El sabor de la cerveza cambia según donde se fabrique

Cuando cambias de ciudad el agua del grifo tiene un sabor distinto y, teniendo en cuenta que la cerveza tiene entre un 82% y un 95% de agua, es lógico que esta también cambie de sabor. Si se emplea agua sin tratar y sin filtrar es prácticamente imposible que tenga el mismo sabor en dos sitios distintos. En el caso de las cerveceras que cuentan con distintas fábricas lo que se hace para igualarlas es un proceso de filtrado y tratamiento con sales y minerales. 

El tipo de agua también influye en el tipo de cerveza que se elabora, por ejemplo, en las tipo lager (Mahou, Estrella Galicia, Estrella Damm) convienen las aguas blandas o muy blandas como las de A Coruña o Madrid. 

4. La malta puede comerse, pero el lúpulo no es recomendable

Además de explicar el proceso de la elaboración de la cerveza y su historia, MEGA también involucra a sus visitantes en el proceso de elaboración con salas de testeo y cata de las materias primas. En la de las maltas hay dos tubos que recogen los dos tipos utilizados para la Estrella Galicia clásica: tipo Pilsen y tostada. Ambos recipientes permiten sacar un puñado y probarlo: el primero tipo sabe a pan y a harina con un toque más crudo, mientras que el segundo sabe más a pan quemado, café e incluso tiene un regusto dulce.

  Eso verde es lúpulo y no, no se come.MEGA/Estrella Galicia

En otra sala, unos recipientes iguales recogen el lúpulo de color verdoso prensado en varios cilindros de polvo. No se exhibe como la flor disecada que solemos ver comúnmente. Un aviso, aunque lo puedas coger, ¡no lo pruebes! Huélelo para sentir el amargor y pulverízalo con las manos, pero probarlo es algo de lo que te puedes estar arrepintiendo el resto del día. El wasabi a su lado es azúcar con canela. El lúpulo es el responsable del amargor, de ahí que sea uno de los elementos más cuidados junto con las maltas.  

5. El mosto de cerveza no tiene nada que ver con la cerveza sin alcohol

La cerveza sin alcohol, salvo excepciones, no suele tener demasiados amigos. Mantiene el amargor de la cerveza tradicional pero le falta algo: la fermentación. Se elabora como una cerveza normal pero el proceso se interrumpe cuando se llega a esta fase.

La alternativa para los que no quieren alcohol se llama mosto de cerveza. Se elabora antes del fermentado, una vez que se ha hecho ya la maceración con los cereales, el filtrado, el cocimiento y el añadido de lúpulos y el centrifugado. Su sabor es dulce porque todavía se mantienen los azúcares que se transforman en la fermentación con las levaduras. En Latinoamérica se consume com refresco bajo el nombre de maltina.

  Sala de cocimiento donde dan a probar el mosto.MEGA/Estrella Galicia

6. Hay cervezas que van por libre y que tienen probióticos

Para clasificar los tipos de cerveza se siguen tres parámetros: el color (rubia, tostada o negra), la escuela cervecera (británica e irlandesa; belga; centroeuropea, y americana), y la fermentación (alta, baja y espontánea). Esa espontánea se llama así porque va por libre.

Este tipo de cerveza, según explican los expertos, es la denominada lámbica y se produce principalmente en Bélgica. A diferencia del resto de cervezas, las levaduras que fermentan este tipo de cerveza no son seleccionadas sino que se fermentan al aire libre con estas levaduras salvajes y las bacterias del ambiente.

  Sala interactiva de levaduras.MEGA/Estrella Galicia

Su sabor no tiene nada que ver con el que conoces: es ácida, con un toque agrio y un olor muy fuerte. Las diferencias no terminan ahí: son probióticas y tienen beneficios en el colon y el intestino. En España es muy difícil encontrarlas a la venta.

7. La levadura caduca muy rápido

Entre los cinco ingredientes básicos de la cerveza, la levadura juega un papel fundamental. Generalmente, los cerveceros la eligen a conciencia en función del tipo de cerveza que quieren elabora y tienen que utilizarla rápido. Su vida útil es de ocho generaciones, es decir, ocho fermentaciones. Así se evitan las mutaciones en el hongo que afecten al sabor, olor y color de la cerveza.

8. A la espuma hay que llamarla por su nombre

Ni espumita ni espuma ni nada… Se la llama giste, que en alemán significa corona. Es fruto de la gasificación producida por la descomposición de los azúcares. Hay cervezas más o menos carbonatadas, según el tipo de fermentación, y hay gistes más o menos cremosos, más o menos densos y más o menos estables. El giste tiene una función: protege a la cerveza para evitar que se oxigene y esto afecte a su sabor y su olor. 

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Soy redactora de LIFE en El HuffPost España y mi misión es acercarte la última hora del mundo de la cultura, la música y el entretenimiento.

 

Sobre qué temas escribo

Escribo principalmente de música, cultura, cine, series y entretenimiento porque, aunque sirva para desconectar, bailar o echar un rato entre palomitas, la cultura esconde mucho más. Evitando el elitismo, trato de tender la mano a las nuevas tendencias de la industria musical o del audiovisual a través de entrevistas con artistas emergentes —que pronto dejarán de serlo— y compaginarlo con el análisis de lo más mainstream como Taylor Swift o Bad Bunny.


En estos ocho años he cubierto los Goya, los Oscar, el Benidorm Fest o Eurovisión. Sí, soy la responsable de los memes que han inundado la cuenta de X de El HuffPost en Eurovisión. Siempre buscando un contenido cercano, sin perder el rigor, contando más allá de lo que se pueda ver en la pantalla.
Aunque no siempre haya relación con la industria cultural, también he cubierto temas relacionados con el Feminismo y el colectivo LGTBIQ+.

 

He podido contar en primera persona con supervivientes del “Stonewall español” que es el Pasaje Begoña, denunciar la situación que viven los menores trans o hablar sobre qué significa la manosfera antes de que llegara a Netflix ‘Adolescencia’.

 

Mi trayectoria

Nací en Málaga, donde estudié Periodismo por vocación en la Universidad de Málaga, entre playlists de Spotify, discos y conciertos. Antes de incorporarme a El HuffPost en 2017, colaboré diversas revistas culturales y de entretenimiento. En 2016 trabajé en el departamento de comunicación de UPHO Festival, un festival de fotografía contemporánea urbana parte del proyecto europeo Urban Layers. Y, aunque sigo echando de menos Andalucía, me trasladé a Madrid para estudiar el Máster en Periodismo Cultural en la Universidad CEU San Pablo. En 2018, compaginé mi trabajo en El HuffPost con la coordinación de proyecto de la Bienal de Arte Contemporáneo de Fundación ONCE celebrada en CentroCentro. Desde 2017 trabajo en El HuffPost España, donde he logrado una nominación a los premios GLAAD y ser finalista de los Premios Papageno en 2022.

 


 

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