¿Y dónde quedó la ética?

¿Y dónde quedó la ética?

Corbis RM StillsGetty Images

Vivimos tiempos donde los cambios se suceden. La tecnología, la información y la globalización están propiciando la transformación profunda de nuestra sociedad. Los individuos vamos encajando los nuevos paradigmas como podemos, a veces saltándonos algunos pasos y entendiendo a medias los procesos. Solo los más jóvenes parece que se encuentran en su salsa en esta velocidad vertiginosa, donde ya se considera normal por ejemplo ver una película mientras se comenta y comparten contenidos en redes sociales.

La sociedad se ha transformado muchísimo en los últimos treinta años y echo mucho de menos la ética. Podemos dar un repaso a las noticias de los últimos días o meses y encontraremos titulares donde queda claro que la ética está desapareciendo. Que ya casi ni aparezca en la enseñanza escolar, después de enterrar a la filosofía... ¿Qué valores aprenden los niños de hoy que serán los dirigentes de las próximas décadas?

Las escuelas de negocios enseñan a los futuros dirigentes empresariales que lo único que importa son los beneficios económicos. Atrás quedan los valores, el cuidado de los clientes y el ofrecer una mejora a la sociedad. Dinero, dinero, dinero. Que una empresa tenga beneficios es fundamental pues si no, quebraría. Pero pienso que cualquier empresa debe tener una misión que vaya un poco más allá del puro rendimiento económico y esto parece que está en vías de extinción.

La ética, la honestidad y la deontología profesional estructuraron el desarrollo profesional en nuestra sociedad. Toda profesión tenía su código. Reglas de actuación que servían a los profesionales donde estaban los límites. Antes se respetaban, ahora aparecen diluidos.

Este es el paso más destructivo, cuando una persona pierde su propia ética personal y deja que sus decisiones le lleven a causar daño a su propio cuerpo.

Si los que están arriba actúan con deshonestidad, si las empresas llegan a utilizar medios no éticos para obtener mejores resultados, si las estrategias que vemos que emplea la industria son contrarias al bien del ser humano... el modelo que nuestros hijos y nietos tienen delante es, sencillamente desolador.

En la actualidad tenemos demasiados ejemplos que nos muestran la ausencia de ética en la toma de decisiones. Están saliendo en los medios muchas noticias en los que ciertos políticos actúan para beneficio personal, cuando son trabajadores a los que el pueblo elige para mejorar la sociedad y la convivencia. Todos esos casos de corrupción que están viendo la luz en los últimos años, nos dicen que la ética está dejando de ser un elemento estructurante en nuestra sociedad.

Asumimos con pasividad que los empresarios tabaqueros añadan aditivos al tabaco para hacerlos más adictivos, no solo al tabaco sino también a la marca. La industria farmacéutica ha diseñado una realidad en nuestra sociedad en la que no caben otros tratamientos que no pasen por el consumo de medicamentos y así ha promovido un movimiento contra todo tipo de tratamientos alternativos como la homeopatía, la acupuntura, la psicoterapia, y un largo etcétera. No les vale que las personas puedan elegir, simplemente quieren ser la única opción.

Pensamos con una lógica infantil que si el Estado o el Gobierno permite alguna sustancia o procedimiento industrial es que será bueno o al menos que no será malo. Desgraciadamente esto no funciona así. Hay tantos intereses a veces explícitos y otras ocultos que aparecen "investigaciones" que demuestran lo bueno que es este o aquel producto, a la vez que desaparecen o simplemente no se realizan las investigaciones que demostrarían la nocividad que llevaría a su prohibición.

Está habiendo una verdadera transformación de la forma de alimentarse de las personas, sobre todo de los habitantes de ciudades, con menos tiempo, más ocupaciones, prisa y aceleración. La industria alimentaria ha ido presentando alimentos preparados, cada vez más industriales y en consonancia más insanos. Probablemente esto esté debajo del incremento de alergias, intolerancias y demás enfermedades que muestran de ese modo, la protesta del cuerpo ante la ingestión de comida plagada de aditivos nocivos para el organismo. Eso no importa pues está más dulce, más suave, más cremoso o simplemente más bonito y así se vende más. Lo malo es que al empresario eso no solo no le importa, sino que lo busca porque vende mucho más.

Lo peor de todo es que el propio individuo prefiere negar que el atractivo alimento que tiene enfrente es dañino y se lanza a su consumo sin dudarlo siquiera. Este es el paso más destructivo, cuando una persona pierde su propia ética personal y deja que sus decisiones le lleven a causar daño a su propio cuerpo. ¿Dónde quedó la ética?

Este post se publicó originalmente en el blog del autor.

Síguenos también en el Facebook de HuffPost Blog