Cosas que no se entienden

Cosas que no se entienden

Hay aspectos fundamentales de los que depende el bienestar de la población que a menudo las autoridades no aclaran: ¿quién derribó el avión de Malasia en territorio de Ucrania? ¿Por qué baja sin cesar el precio del petróleo? A veces son los medios de comunicación quienes los silencian.

Este artículo también está disponible en catalán.

Hay muchas cosas que pasan cada día que no entiendo y que me gustaría que alguien explicara. No me refiero a aparentes enigmas como, por ejemplo, la diferente temperatura corporal de las mujeres y los hombres que acuden a las tertulias o la de las presentadoras y presentadores de televisión. Es tan notable que podría llevar a pensar que ellas --tengan la edad que tengan-- están siempre bajo los efectos de un sofoco interminable, continuado y permanente, mientras ellos van confortablemente abrigados bajo cómodas camisas y americanas, el pecho y los brazos cubiertos y a salvo. El fenómeno llega al paroxismo año tras año en la retransmisión de las campanadas de fin de año, que tanto hacen sufrir por la salud de las protagonistas.

De las cosas que me preocupan, escojo tres. Algunas lo son de manera intrínseca; de otras, lo que no entiendo es el espeso silencio de la prensa.

Entre las primeras destaca la siguiente. En todos los artículos que he leído todavía no he hallado una explicación plausible respecto a los misterios del precio del petróleo. No ya que ilumine sobre si la bajada es buena o mala para la gente --que, por lo que se ve, al respecto tampoco hay consenso--, sino simplemente que aclare la razón por la que está bajando de forma tan continua e inexorable. Si baja es que alguien quiere que sea más barato y, por tanto, lo rebaja. ¿Quién?, ¿por qué? Seguro que si se sabe quién es, de quién depende -que debe saberse-, no tendría que ser muy difícil saber por qué, pero nos mantienen en la inopia. Es, como mínimo, atemorizador desconocer un aspecto tan importante y determinante de la realidad.

Otra cuestión sin respuesta enormemente preocupante (estamos hablando de un país claramente en guerra) es quién, qué país, abatió el pasado julio el avión de Malasia que sobrevolaba el territorio de Ucrania. Cuesta creer que, si hubiera sido Rusia o tropas prorrusas, no se hubiese hablado de ello (no se hable) con profusión y grandes aspavientos. Que un avión caiga bombardeado y el hecho no exija que se dé información a la población da mucho, mucho miedo; ocasiona que se acreciente el canguelo.

La tercera es por qué razón, si tan importante era la unidad de todos los partidos soberanistas como se pregonó (y certificó, con una flamante foto el 12 de diciembre de 2013 en una comparecencia en el Palau de la Generalitat conjunta de los y las líderes de los partidos que la apoyaban: CDC, UDC, ERC, ICV, EUiA y CUP), ningún periódico encuentra relevante ni digno de mención que la mayor parte de ellos se haya descolgado de ella y sólo cuente con una precaria y difícil unidad entre CDC y ERC (curiosamente, esta precaria unión sí se comenta). Como si el resto de partidos fueran de segunda, como si, por ejemplo, Joan Herrera y David Fernández fueran personajes secundarios, meros comparsas. O mujeres.