El imán más potente del mundo puede levantar un portaviones pero los planes para él ayudarán y mucho a la humanidad
El coloso mide 18 metros de altura, pesa más de mil toneladas

El imán más potente jamás construido ya está instalado en el sur de Francia y no se ha diseñado para exhibiciones de fuerza bruta, aunque podría levantar un portaaviones dos metros del suelo. Su misión es mucho más ambiciosa: convertirse en la pieza clave del mayor experimento de fusión nuclear de la historia.
Se trata del solenoide central del ITER (Reactor Termonuclear Experimental Internacional), una instalación que 33 países levantan desde 2007 en Cadarache. El proyecto busca imitar en la Tierra el mismo proceso que alimenta al Sol: fusionar núcleos de hidrógeno para obtener energía limpia e inagotable.
El coloso mide 18 metros de altura, pesa más de mil toneladas y genera un campo magnético 280.000 veces más potente que el de la Tierra. Su función: confinar el plasma y ayudar a alcanzar temperaturas imposibles —150 millones de grados— para que los átomos de hidrógeno puedan unirse.
La construcción del ITER avanza lentamente, con retrasos de décadas: su arranque completo está previsto ahora para 2035. No producirá electricidad, sino que servirá como demostrador tecnológico. El siguiente paso sería DEMO, la futura planta que, a mediados de siglo, debería conectar cientos de megavatios de electricidad de fusión a la red.
No obstante, el camino no es sencillo. La fusión nuclear es la gran promesa energética desde hace medio siglo y todavía no ha dado un solo vatio neto a la red. El ITER pretende cambiar eso, aunque sus críticos recuerdan que proyectos alternativos —como los stellarators alemanes— avanzan con diseños más eficientes y plazos más cortos.
Entre el optimismo y la duda, el solenoide del ITER ya late en el corazón del reactor. Si tiene éxito, podría marcar el inicio de una era en la que la humanidad logre, por primera vez, domesticar la energía de las estrellas.
