¿Por qué es reticente Alemania a enviar tanques a Ucrania?

¿Por qué es reticente Alemania a enviar tanques a Ucrania?

El Gobierno del socialdemócrata Scholz quiere ser muy prudente en su relación con Rusia y prefiere que el envío de apoyo mecanizado aliado sea compartido.

Ciudadanos ucranianos y polacos se manifiestan en Cracovia para reclamar el envío de tanques Leopard alemanes, ayer domingo.Beata Zawrzel / NurPhoto via Getty Images

Ucrania insiste: necesita tanques, los mejores, para poder pelear contra su invasor, Rusia. Pasará el frío, pasarán el hielo y la nieve, y pronto vendrá la primavera y, con ella, la que muchos esperan que sea una batalla crucial en el devenir de esta guerra. Sólo con apoyo mecanizado, blindado, con vehículos pesados que se internen en el terreno ocupado por Moscú a puro peso, podrán desarbolar al adversario. 

Y entre los mejores tanques, entre los que más a mano están, más fácilmente se reparan y más cómodos son de repostar, están los Leopard 2, de fabricación alemana. Problema: Berlín es reticente a enviarlos. Pero ¿por qué?

Las razones son variadas. El Gobierno que comanda el socialdemócrata Olaf Scholz (con el apoyo de liberales y verdes), quiere extremar las precauciones para que no se entienda que se ve arrastrado, por implicación directa, con una guerra en la que enfrente está el poderoso e imprevisible Vladimir Putin. Hay que ser prudentes en las relaciones con Rusia, llevan diciendo sus mandatarios desde el inicio de la invasión, el 24 de febrero del pasado año. Pero lo cierto es que Alemania ya está ayudando con otro tipo de material, sobre todo en defensa antiaérea. Y Berlín tampoco quiere dar el paso solo, sino acompañado -o sea, pertrechado- de otros aliados occidentales y, sobre todo, de Estados Unidos. Quiere que Washington envíe sus propios tanques, los Abrams, y entonces ellos harán lo propio con los Leopard. "Nunca haremos algo solos, sino junto con otros, especialmente EEUU", dijo la pasada semana el canciller en el Foro de Davos. 

Anoche, el ministro alemán de Defensa, el socialista Boris Pistorius, -que no lleva ni una semana en el cargo- insistió en que la decisión acerca del envío o no a Ucrania de los tanques compete al canciller, aunque espera que llegue "pronto". "Estamos en un proceso de decisión y tenemos que esperar", indicó. Algo más abierta, la titular de Exteriores, Annalena Baerbock, dijo que si Polonia pide autorización para enviar a Ucrania este material, Berlín "no se opondrá". Es el país que más está presionando para tener ese permiso, junto a Finlandia y los bálticos. Este mismo lunes, Varsovia ha anunciado que dará este paso y pedirá formalmente el permiso. 

De dónde venimos

La contienda en Ucrania, en suelo europeo, desconocida por extensión y consecuencias desde la Segunda Guerra Mundial, le ha dado la vuelta, rápida y forzosamente, a las políticas de Defensa de Europa. Los Veintisiete, en un gesto sin precedentes, han dado ayuda militar directa a Kiev, coordinados con sus aliados de la OTAN. Para ello, ha habido que revolucionarlo todo: se han extraído partidas impensables para ayuda a Kiev, se han multiplicado los presupuestos, se ha prometido llegar al horizonte de dedicar el 2% del PIB a la materia (como llevaba años deseando la Alianza Atlántica) y se han comprometido las reservas propias de cada país, pensadas para actuar en el exterior y no para tener una guerra en casa. 

Si eso ha supuesto un zarandeo importante para toda la Unión Europea, se pude decir que el impacto ha sido aún mayor en Alemania. Durante años ha gastado mucho menos en su ejército que muchos de sus aliados occidentales, centrándose más en mejorar su industria y en vender en el exterior. Eso ha tenido que cambiar y la maquinaria no está moviéndose tan rápido como en otros países. Scholz empezó fuerte: se comprometió a gastar 100.000 millones de euros para modernizar la capacidad militar de Alemania, en un discurso en el Parlamento a poco de empezar la invasión que sonó a puñetazo sobre la mesa, a aviso a Moscú. Con los días, se sumó a cumplir ese compromiso del 2% del PIB, que su antecesora Angela Merkel siempre se negó a cubrir, y también acató con Bruselas la necesidad de acabar con su su profunda dependencia de la energía rusa, sobre todo del gas, que le suponía el 55% de su consumo. 

Pese a todas las críticas y a las dudas de Alemania sobre los tanques, Berlín ha jugado ya un papel muy importante en el apoyo a Ucrania durante el año pasado. EEUU y Reino Unido son los únicos dos países que han entregado más ayuda militar a Kiev que Alemania desde que comenzó la invasión, según el Instituto Kiel. El apoyo militar de Alemania a Ucrania ha evolucionado con el tiempo. Abandonó su política de no entregar armas letales en zonas de conflicto y recientemente intensificó las entregas de equipos más pesados a Ucrania, incluidos vehículos blindados de combate de infantería y sistemas de defensa antimisiles Patriot, muy anhelados por los invadidos. El gabinete de Scholz, sin embargo, ve los tanques como un gran paso adelante del armamento que ha entregado a Ucrania hasta ahora, y teme que autorizar su uso contra Rusia sea visto por Moscú como una escalada significativa en la guerra, una internacionalización.

Casi un año después, los críticos del Gobierno dicen que la apuesta de Scholz no se ha convertido en realidad. Que no llegan las inversiones concretas y que, pudiendo, Alemania no está siendo punta de lanza en el envío de sus armas más poderosas y determinantes a Ucrania. ¿Qué se le reclama ahora, en concreto? Que envíe tanques Leopard 2 o que, al menos, permita que otros países a los que les ha vendido estos vehículos que lo hagan. 

El debate

Se estima que hay alrededor de 2.000 tanques de este tipo en uso en un total de 13 países de Europa, y se los considera cada vez más vitales para el esfuerzo bélico de Ucrania a medida que el conflicto avanza casi por segundo año. Scholz ha insistido en que cualquier plan de este tipo debería estar completamente coordinado con toda la alianza occidental, y los funcionarios alemanes han indicado que no aprobarán la transferencia de Leopard a menos que EEUU también acepte enviar algunos de sus tanques a Kiev. 

Los norteamericanos dicen que no se pueden poner los dos casos a la altura, ya que sus vehículos van con combustible de aviones y no diesel, como los alemanes, y además tienen más lejos los repuestos, las reparaciones y la formación de los profesionales que habrían de usarlos en Ucrania. Hay que empezar, dicen, con los que más facilidades presentan. Y esos son los germanos. 

El viernes, una reunión clave de aliados occidentales en Alemania, liderada por EEUU, se interrumpió sin un acuerdo más amplio sobre el envío de dichos tanques, después de que el nuevo ministro de defensa del país, Pistorius, dijera que su Gobierno aún no había tomado una decisión. Pistorius rechazó las afirmaciones de que Alemania ha estado "interponiéndose en el camino" de una "coalición unida" de países a favor del plan. "Hay buenas razones para la entrega y hay buenas razones en contra... todos los pros y los contras deben sopesarse con mucho cuidado, y muchos aliados comparten explícitamente esa evaluación", agregó.

“Es como el ácido erosionando capa tras capa de confianza”, dijo a la cadena norteamericana CNN un alto diplomático de la OTAN. El mismo diplomático agregó que la vacilación de Alemania también podría tener un impacto duradero en el resto de Europa y potencialmente empujar a otros miembros de la alianza más cerca de Washington, incluso si Alemania se muestra reacia a hacerlo. Puede generarse una división entre los aliados, que es una de las cosas que más desea Putin que ocurra. La Alianza a varias velocidades, que hace años que se da en inversiones y compromiso, queda expuesta ante las distintas urgencias de defensa de los estados. Queda claro que la prisa de Polonia, donde ya ha habido muertos por esta guerra, no es la misma que la de Alemania, a la que le queda lejos. 

Las divisiones en la Alianza sólo se han vuelto más públicas en los últimos días, pero vienen de lejos: a principios de semana pasada, el primer ministro de Polonia, Mateusz Morawiecki, describió a Alemania como "el país menos proactivo del grupo, por decirlo suavemente", y sugirió que su país podría enviar Leopards a Ucrania sin la aprobación de Berlín. Poder puede hacerlo, pero se enfrenta a posibles sanciones porque tras la Segunda Guerra Mundial se generó un consenso internacional por el que lo que se fabrica en un país va con destino específico a ese país, y no a un tercero. Si se quiere enviar a un nuevo estado, debe ser con el visto bueno del fabricante. 

Lo que hay que hacer

El teniente coronel español en la reserva José García explica que más allá de la estrategia del presente, hay que tomar en cuenta dos elementos "de peso" para entender las reticencias germanas: "los intensos lazos económicos y comerciales" que se mantenían hasta anteayer con Rusia y "las dramáticas consecuencias de dos guerras mundiales que se originaron en Alemania” y que han hecho que se aleje todo lo posible de cualquier intervención armada, sea la que sea. Energía rusa barata y garantías de seguridad estadounidenses, esas han sido dos de sus claves en las últimas décadas. Cambiar eso cuesta, porque la inercia es mucha. Lo asumen ellos mismos: “Alemania ha estado en tiempos de paz durante años. No tenemos la experiencia en procedimientos o adquisiciones para hacer nada a la velocidad en este momento. La verdad es que durante décadas, hemos visto nuestro presupuesto de defensa como un regalo para nuestros aliados porque pensaron que era importante”, ha reconocido también Christian Mölling, subdirector del Consejo Alemán de Relaciones Exteriores.

"La pregunta que el nuevo ministro Pistorius y Scholz deben responder es hasta dónde está dispuesta a llegar Alemania para ser una presencia militar seria en Europa. En diciembre, Alemania admitió que no cumpliría la promesa de Scholz de cumplir con el requisito de la OTAN sobre gastos de defensa en 2022, y dijo que probablemente no alcanzaría el objetivo nuevamente en 2023. Y la preparación para el combate de sus militares es inferior a la de otras potencias europeas", indica García. Sostiene que hay razones "diplomáticas, estratégicas y, sobre todo, morales" que sus aliados le recuerdan para que dé el paso. Además, una cosa es mandar vehículos propios y, otra, dejar que los manden otras naciones. 

"El envío de los Leopard es militarmente necesario para desencallar la situación en el campo de batalla, pero es que además es legal conforme al derecho internacional, porque Ucrania busca ayuda para defenderse de una agresión sobre su territorio y su soberanía. Alemania, si ayuda, estará amparada, como lo ha estado desde que ha entregado otro tipo de material, como ha hecho por ejemplo con los sistemas de defensa antiaérea Iris-T", considerado el más moderno del mundo y que puede alcanzar objetivos a una altura de 20 kilómetros y a una distancia de 40 kilómetros. "Además, dar el paso supone mantener la unidad de acción de los aliados, que se lo están pidiendo, y hacerles un favor que, en otro momento, se puede cobrar", indica. 

Los que más presionan son Reino Unido -que además pone de ejemplo su envío de tanques Challenge- y Estados Unidos. Pero es que, recuerda el militar, justo es parte de la tradición de décadas de Berlín no verse como rebaño, no mostrarse como seguidista ante las reclamaciones de Londres o de Washington. Hablamos de reminiscencias de la Guerra Fría, de la caída de la URSS. En este caso, eso pesa también como un lastre, dice el español. 

Desde el Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (IISS por sus siglas en Inglés) se insiste en que Alemania lo que no quiere con el envío de tanques es "hacerlo de forma independiente ni ser el motor principal", de ahí que se batalle por el envío mediante una coalición de donantes, en la que más naciones, el máximo posible, se retraten. Lo último es que el ministro Pistorius ha ordenado revisar " las existencias y disponibilidad de sus tanques Leopard, como paso previo a un eventual envío de los blindados que reclama Ucrania. Eso sí, considera "en fase de discusión" autorizar su suministro a aquellos aliados que disponen de unidades. "Lo prioritario es la defensa antiaérea de Ucrania y en eso nos concentramos", enfatizó el viernes desde la base estadounidense de Ramstein, en suelo alemán. 

Rusia, a través de medios propios como Sputnik, no sólo amenaza con "consecuencias impredecibles" si se amplía la ayuda militar a Ucrania, con una "catástrofe global", sino que extiende la idea de que Alemania, en concreto, violaría su propia constitución si entrega los tanques porque supondría una participación indirecta en la guerra. 

Por qué es tan valioso

El Ministerio de Defensa Español aclara en su página web las características principales de los tanques Leopard, es originario de Alemania y fabricado en Krauss Maffei Wegann.

Se trata de un carro de combate de 62 toneladas, de 9,67 metros de longitud y 3,75 metros de altura. En ellos caben hasta 4 personas, puede alcanzar una velocidad máxima de 70 kilómetros hora (km/h) y tiene autonomía para 340 kilómetros. En cuanto al armamento, el Leopard tiene un cañón de 120 mm y dos ametralladoras de 7,62 mm, además de una munición de 42 disparos.

¿Para qué sirve todo lo anterior? Para tener más versatilidad y profundidad en el campo de batalla, para acceder con un vehículo de blindaje excelente a zonas con presencia rusa, desde tierra, con capacidad antiaérea y de combate terrestre, que es de lo que adolecen los de Zelesnki. Los Leopard están muy actualizados en cuanto a sistemas de reconocimiento y son únicos frente a ataques de sistemas antitanque. 

Ucrania los quiere porque son ideales para cualquiera de los tres escenarios de operaciones actuales y por venir: los frentes sur y este, ya activos, y el norte, donde se teme que Rusia haga avanzar tropas entrando desde Bielorrusia, donde se puede dar un combate muy intenso. Hablamos de zonas muy protegidas con los llamados dientes de dragón, las líneas de fortificación rusas, y la infantería de Ucrania necesita apoyo mecanicado para avanzar. Los tanques facilitarán a la infantería a pie el transporte de tropas, la posibilidad de abrir brechas y de romper posiciones fortificadas de los rusos.

El IISS apunta, no obstante, que para que "tengan un efecto significativo en la lucha, se requerirían alrededor de 100 tanques" de los 2.487 de los que dispone la OTAN. Las tropas ucranianas necesitarían entre tres y seis semanas de preparación para poder usar estos Leopard de la discordia. 

Primavera es el horizonte. De ahí las prisas.